♯𝐒𝐄𝐕𝐄𝐍·

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Cuando creces dentro de un ambiente donde la sangre era algo muy presente, te acostumbras al dolor. Ese dolor se había vuelto algo cotidiano en la vida de Jang Chaewon cuando su padre a un vivía.

Se acostumbro al dolor de la bala cortar su piel, al olor de la sangre y a la sensación de esta recorrer su cuerpo. Pero justo ahora, solo podía pensar en el dolor de la herida y en Río. Por primera vez en su vida, sintió el verdadero dolor de la bala cortar su cuerpo, aunque fue una cortada y no la perforo, le dolía como el demonio.

Denver corrió a la pareja más joven del atraco, tomo a Río y luego ambos lo arrastraron hacia adentro con las dos chicas detrás de ellos cubriéndoles la espalda en lo que el humo desaparecía.

Trago saliva al ver a Río con los ojos cerrados e intento no prestar atención al dolor. Nadie noto la sangre en el hombro de Alaska. Ella se encargaría luego sin que nadie lo note.

Ella corrió hacia el castaño cuando las puertas de la casa de monedas se cerraron, se subió encima de él y le descubrió el torso, imaginándose lo peor. Suspira aliviada cuando vio la bala en el chaleco antibalas y no en el pecho del chico.

Tomo sus hombros y lo sacudió hasta que los vio abrir sus ojos.

—¡Nos asustaste! —Exclama Denver mientras respiraba con pesades.

El chico toma una gran cantidad de aire e intenta ajustar su vista hasta lograr enfocarla y ver a la rubia encima de él, mirándolo con expresiones preocupadas. Alza sus manos y las coloca sobre los hombros de la chica, Alaska oculta una expresión de dolor con algo de dificultad.

—Oye, ¿Enserio te preocupaste por mí? —Pregunta Río con una estúpida sonrisa torcida en su rostro.

—Solamente fue porque casi arruinas todo el plan —Miente la rubia mientras se levanta.

Río conocía la respuesta a la pregunta que le hizo, era un obvio "si", claramente no se lo diría abiertamente con tantas personas viéndolos. Alaska camina hasta colocarse contra la pared mientras el chico se sienta.

Planeaba escabullirse por los pasillos hasta llegar a un baño y arreglarse la herida, pero cuando estaba a punto de hacerlo, Río nota la sangre en su mano, no tardó mucho en deducir que esa sangre no era de él.

—¿Río? —Pregunta Tokio al notar la sangre, él castaño nunca lo voltio a ver porque sus ojos estaban en la rubia que se moría de dolor por el rasguño que le hizo la bala— ¡Alaska! .—Exclama la de pelo corto cuando ve a su amiga intentar huir.

Río se levanta con rapidez y corre hacia ella hasta tomarla del brazo, cuidando de no lastimarla, la gira hasta ver que una bala la había herido, su trague rojo estaba cortado en una línea justo en su hombro y con eso se podía ver la línea de la bala sobre su piel de porcelana.

—¿Por que no me dijiste? —Cuestiona Tokio.

—Río era la prioridad en ese momento —Responde mientras aparta las manos del chico de su cuerpo.

—Si te lastima tú también te conviertes en una prioridad —Dice Nairobi no muy lejos de ellos.

—Da igual, solo fue un rasguño —Intenta retroceder, pero la de cabello corto la detiene.

—Río, tienes que ayudarla —Le pide, haciendo que tanto el cómo la rubia traguen saliva.

Alaska era la única que sabia la pésima relación que tenían él castaño y la sangre. Niega mientras quita las manos de su amiga.

—Tokio, solo fue un rasguño, nada tan complicado como para que alguien más lo haga por mí.

—Lo hare —Decreta el castaño convencido de ayudarla.

𝘈𝘛𝘙𝘈𝘊𝘖; 𝘙𝘪𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora