♯𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐍𝐈𝐍𝐄·

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La rubia se encontraba junto a los otros miembros del atraco cargando un par de sillas. Se asoma por el balcón viendo como su chico y su mejor amigo se mantenían hablando, sonríe ante la escena y comienza a caminar con dirección al vestíbulo.

Se queda quieta cuando escucha el helicóptero y luego suelta las sillas y se agacha cuando escucha el cristal romperse. Mira a los demás, no espera ninguna señal, simplemente sale corriendo mientras se ajusta el chaleco antibalas.

Recarga su arma y se detiene por unos segundos para observar la escena, tomando aire y pensando donde sería el lugar estratégico para atacar. Y entonces lo vio, al policía infiltrado apuntándole a Tokio.

Primera bala, Tokio deja de disparar por el impacto. Por la mente de la rubia comenzó a reproducirse un momento que paso con Tokio, cuando ambas en forma de broma juraron morir por la otra en un pacto de amistad, en ese momento parecía broma, pero ella estaba dispuesta a hacer realidad.

—¡Tokio! —Grita Chaewon antes de salir corriendo.

Se coloca delante de ella, pensando que la bala le daría en el chaleco, pero no. Sintió su abdomen doler, al igual que presión y calor. El impacto fue tan brusco que le robo el aliento y el equilibrio.

Llevo sus manos a su abdomen y entonces sus dedos se mancharon de color carmesí. Volteo y miro como Tokio abría los ojos por la sorpresa mientras que Rio se quedaba de pie complemente helado.

Sus piernas fallaron y si no fuera por su mejor amiga se hubiera impactado fuertemente, Tokio la miro un momento y luego sintió como un sentimiento de impotencia recorría por su cuerpo, no podía perderla.

—Hijo de perra —Exclamo por lo bajo la chica y luego le apunto con el arma, antes de poder disparar Denver ya lo había derribado.

—¡Chae! —Gritaba Rio mientras tomaba el cuerpo de la rubia—. ¡Por favor, no! ¡No te quiero perder!

Tokio no sabía que hacer, no sabía si ayudar a Rio o seguir disparando. Nairobi llega por detrás y la obliga a seguir disparando, la chica de cabello se sentía mal, no quería disparar hasta asegurarse que su amiga estuviera bien.

Pero lo hizo, porque confiaba libremente que Jang Chaewon, una leyenda, no se iría de esa forma.

—¡Jang Chaewon, despierta maldita sea, no dejare que vayas al infierno tan pronto! —Decía Tokio repetidamente hasta que escucho la bocanada de aire que la rubia había tomado.

Rio la abraza, sintiendo como el pánico abandonaba su cuerpo y era remplazado por el alivio. Hunde su rostro en el cuello de Chaewon, sintiendo como la aorta de la rubia palpitaba, agradecido de que estuviera viva.

Las manos de la rubia van hacia su nuca y luego hacia sus hombros, apartándolo.

—Vamos, no tenemos tiempo para esto —Dice la chica mientras lo usa para levantarse y tomar su arma.

Alaska se acerca a la barricada y comienza a disparar, uniéndose junto con ella, Rio, Denver y la nuevo miembro, Estocolmo. Disparando y resistiendo lo más que se podía. Hasta que Tokio miro como los soldados cargaban otro tipo de arma.

Gradas de gas lacrimógeno.

Alerta a los demás y estos no dejan de disparar hasta que ven como las granadas caen a sus lados y empiezan a desprender el humo, se llevan las manos al rostro y retroceden. Ya no había más que hacer.

Rio toma a Alaska y luego Tokio no tarda en ayudarlo, los tres junto a los demás se escabullen entre el humo hasta la bóveda, donde mientras el chico termina de cerrar la bóveda y la de cabello corto ayuda a la rubia a tratarse la herida de manera rápida, vendándose el abdomen e inyectándose morfina para aliviar el dolor.

Bajan uno por uno, quedando Helsinki, Nairobi y Berlín arriba. Ambas parejas y Tokio corren por todo el túnel hasta llegar a las cavernas donde se encuentra el Profesor, Seul y los matones de Berlín.

—¿Quién mas falta? —Pregunta el hombre de lentes.

—Nairobi, Helsinki y Berlín —Enumera Rio.

—Se quedaron atrás activando la bomba —Explica Tokio.

—Vamos ya, voy a adelantar a encender el camión —Informa el de lentes antes de salir corriendo.

Los demás brincan al agua para empezar a mover las bolsas donde cargaban el dinero. Avanzaron varios metros hasta que se encontraron a Nairobi y Helsinki, quienes informaron que Berlín había decido quedarse a defender.

Tokio quiso ir a ayudar, por el alma valiente que era, pero fue Seul quien decidió ir. La de cabello corto da la orden de seguir con lo planeado en lo que el Profesor regresaba, pero fue en vano, pues a tan solo unos metros se escuchó un sonido fuerte.

Luego el agua tembló y consigo algunas rocas cayeron al agua, la bomba había explotado. En ese momento ambas chicas pensaron en una sola cosa, Berlín, la explosión había sido tan fuerte que, aunque les doliera lo más seguro es que él y la chica habían muerto.

Lo que las llevo a otra persona, El Profesor. 

—¡No! ¡Detente! —Exclamo Rio mientras tomaba del brazo a Alaska cuando intento ir detrás de Tokio.

—¡Suéltame!

—Por favor, no te vayas, ya me arriesgué a perderte, no quiero arriesgarme otra vez.

A pesar de la oscuridad, Alaska logro ver los ojos de bambi que había puesto el chico. Suspiro mientras miraba el camino por donde había ido Tokio, luego miro a Denver, y como si se estuvieran leyendo la mente, la rubia comprendido que la ayudaría.

Se acerca a Rio y lo abraza, susurrando constante un "Perdón", le da un beso rápido y entonces lo suelta de golpe, haciendo que Denver lo sujeté y tenga que la rubia tuviera tiempo para salir corriendo.

—¡Suéltame imbécil! —Exclamaba Rio pero Denver no lo hizo.

Con la linterna logro encontrar a Tokio y al Profesor, donde la chica se mantenía aferrada al Profesor para que este se moviera, sin mucho éxito la rubia decide acercar y hacer lo mismo que su mejor amiga.

Comienzan a tirar del hombre mientras sus linternas se movían, Chaewon fijo su vista en la dirección que apuntaba su linterna, en el mapa del profesor, percatándose de un túnel que había marcado el hombre.

Un túnel que daba a Corea del norte muy cerca de una estación de trenes.

—¿Qué mierda haces? Ayúdame —Reclamo Tokio, pero Alaska no le hizo caso.

Dejo de batallar con el hombre y miro hacia donde ambos miraban, dándose cuenta de lo mismo. Era una salida, una solución, una libertad. Una esperanza de ser libres, los tres sonrieron al ver que no todo estaba perdido.

 Una esperanza de ser libres, los tres sonrieron al ver que no todo estaba perdido

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NOTA: ¿el siguiente será el ultimo cap? chan chan chaaaaaan

𝘈𝘛𝘙𝘈𝘊𝘖; 𝘙𝘪𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora