♯𝐍𝐈𝐍𝐄·

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—Tokio... —Susurraron los dos mientras se separaban.

—¿Qué demonios?

—Alaska ya se iba ¿Cierto? —Intenta arreglar Rio, la rubia solo asiente con la cabeza abajo.

Los ojos de la de pelo corto buscan los de la rubia, pero Alaska no podía ni sostenerle la mirada. La escucha suspirar y luego le pide que se lo explique a solas. Tokio mira a sus espaldas y encuentra a Berlín junto con uno de sus rehenes favorito.

Tokio y Berlín miran de manera dura a los dos. Luego el hombre se gira para mirar a la de pelo corto.

—¿Dices que lo encontraste en el primer piso? —Pregunta Berlín mientras mira al director de la casa de moneda.

La de pelo corto asiente y luego los presentes miran al castaño. 

—Lo siento, había muchas pantallas y solo tengo dos ojos —Responde.

La de cabello corto lo mira sin poder creerle la mentira, pero prefiere no decirle nada hasta hablar con Alaska. Berlín comienza a interrogar al director cuando la rubia intento escapar para evitar los sermones de Tokio, pero cuando estaba a punto de abrir la puerta esta se abrió mostrando a Denver a otro rehén herido.

—¿Qué pasa aquí? ¿Cómo te escapaste del sótano? —Pregunta Denver mientras cierra la puerta antes de que Alaska saliera.

—Yo, no sé nada... —Comenzaba a explicar el de cabello largo, pero entonces el director salió corriendo hacia el otro rehén mientras lloriqueaba.

—¡Este pobre hombre se lastimo mientras trabajaba! —Exclama el rehén.

—¿Y eso que? —Dice Berlín.

—Para mí no es solamente un empleado, es como de mi familia por eso escape, para buscar ayuda —Eso hizo que Berlín se riera de él— ¿Estas bien? —Le pregunta al hombre.

Esa claro que Tokio no le creía para nada y no tuvo pelos en la lengua para expresar lo que opina, pero obviamente el director no se la iba a dejar fácil e hizo una perfecta actuación, fingiendo preocupación por el rehén.

Fue cuando comenzó una discusión donde Rio y Alaska eran simples espectadores, al final todo concluyo que se reunirían abajo. Colocaron a los rehenes en filas y los miembros del atraco se colocaron enfrente de ellos.  

Nairobi llego y se colocó alado de Alaska y Moscú.

—¿Ahora que pasa? Me sacaron de mi lugar favorito —Se queja mientras pasa su brazo alrededor de los hombros de Alaska.

—¿Tanto te gusta pasar tiempo ahí? —Pregunta Alaska teniendo las respuestas obvias.

—Si mal no recuerdo, tú me ayudarías con la imprenta ¿Dónde estuviste niña? —A la rubia se le coloran las mejillas cuando la mujer intento buscar a alguien en específico.

—Estaba de guardia —Responde buscando sonar segura.

—¿Eso no la hacía Tokio?

—Dos cabezas piensan mejor que una.

—Pero aun así se nos escapó dos rehenes —Se mete Denver.

—Atención todos, a partir de este momento, los norcoreanos se pararán a mi derecha y los surcoreanos a mi izquierda —Ordena Berlín poniendo fin a la plática.

Los rehenes lo hacen con algo de temor, mirándose entre sí con cierto desprecio dependiendo en qué lado se pusieron, fue cuando Anne se dirigió a Berlín para aclararle que ella no era de ninguno de los dos bandos.

𝘈𝘛𝘙𝘈𝘊𝘖; 𝘙𝘪𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora