♯𝐓𝐖𝐄𝐍𝐓𝐘 𝐒𝐈𝐗·

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Las horas pasaron y pronto el sol despertó a la rubia, fue casi la primera en despertar y se tomó la molestia de preparar algo con ayuda de Lisa, Bambam no se presentó al desayuno y fue Tokio que aclaro que el chico estaba muy cansado como para despertarse.

Lo cual hizo que en Chaewon despertara cierta curiosidad, Tokio no solía ser muy comunicativa sobre sus sentimientos.

Pero si algo descubrió la rubia de tanto tiempo viviendo con Tokio, era que sus ojos la delataban algunos sentimientos.

Seul no hablo mucho en todo el desayuno, pero las pocas palabras que dio solo demostraron lo ansiosa que estaba por trabajar con grandes leyendas como lo eran la rubia y la tailandesa.

Se fue a esperarlas afuera apenas termino y luego las chicas no tardaron en hacerlo. Ahora ambas miembros del atraco estaban afuera despidiéndose de Lisa.

—Me alegro mucho verte después de tanto tiempo —Dice Lisa quitando sus brazos del cuerpo de la rubia, rompiendo el abrazo—, Igual me dio gusto conocerlas a ustedes chicas.

—Estaré en contacto —Habla Seul antes de subirse al carro.

—Gracias por todo —Agradece Tokio subiendo al auto con una sonrisa torcida plasmada en su rostro.

—Puedes irte tranquila, como prometí cuando salgan de la casa de moneda contaran con mi protección —Lisa cambia su expresión—, Mas a ese chiquillo que tanto te gusta.

—Estaré muy feliz con eso —Dice la rubia antes de darle otro abrazo.

Ambas se prometen seguir en contacto y verse cuando todo termine, Lisa se queda afuera hasta que el auto desaparece por los callejones. Las chicas no tardan en llegar a un edificio en construcción.

Donde al entrar los recibe una sala bastante amplia con armas a sus alrededores, no era discreto, pero bien dicen que entre más escondas más fácil es que te encuentren.

Las chicas se asoman un poco para mirar que había detrás de los estantes, topándose con el Profesor mirando una enorme pizarra y alzando de manera icónica sus anteojos, deciden dejarlo solo y se sientan a esperar a que termine lo que sea que este asiendo.

La noche cayo rápido, cada minuto fuera de la casa de moneda se sentía como una eternidad para la rubia, se sentía muy ansiosa, no solo por la ausencia de Rio, sino porque no sabía cual sería el siguiente movimiento del profesor.

Después de un rato el Profesor se acercó para contar el plan, haciendo que los nervios de Alaska aumentaran. Cada paso, cada movimiento, todo en él ponía los nervios de punta, pero esta vez era más notorios, aun así, ni el Profesor ni Tokio la siguieron cuando ella se levantó y se fue.

Ahora estaba en la azotea, viendo las luces nocturnas y la casa de moneda mientras fumaba. Se mantenía hundida en sus pensamientos cuando Seul apareció, robándole el cigarrillo que la rubia fumaba.

—¿Estas bien? —Pregunta la pelinegra, recibiendo un asentimiento de parte de la rubia—, ¿Segura? Tu expresión fue muy rara cuando el Profesor termino de explicar.

—Estoy bien, no te preocupes.

—Es por él, ¿No? —Alaska la volteo a ver sin entender a quien se refería—, Las escuche hablando, perdona.

Chaewon no dijo nada, solo regreso su mirada a donde estaba y luego asintió. 

—Escucha, si eso es lo que te preocupa, no tienes porque, yo me encargare de que regreses a verlo en una sola pieza y sin ningún rasguño —Dice Seul.

—¿Y por qué harías eso? —Quiso saber la rubia.

—Por dos razones, la primera, porque se lo debo a tu padre —Cuando dijo eso, ha Chaewon se le hizo un nudo en la garganta—, Trabaje con él antes de que muriera, sin mencionar que me salvo de morir muchas veces.

𝘈𝘛𝘙𝘈𝘊𝘖; 𝘙𝘪𝘰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora