Capitulo 3

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Frunció el ceño volviéndose hacia Kinn al escucharlo, mas el ya había abandonado su lugar y se dirigía a su puesto habitual de trabajo. No entendía el porqué de aquellas palabras —o advertencia— , después de todo, él tenía claras las cosas y no tenía intención de hacer algo que complicase su situación. No era estúpido y su seguridad también era algo que valoraba.

Exhaló agotado, volviendo su vista al escenario y conteniendo la respiración cuando sus ojos se cruzaron con los del pelicastaño de forma directa. Su voz adormecía cada uno de sus sentidos y los sutiles movimientos que realizaba al ritmo de la música lo volvían una imagen hipnótica en verdad.

 Bebió su cerveza con lentitud, dejando que el líquido bajara por su garganta, la que se sintió seca de un momento a otro y sintiéndose incapaz de despegar su mirada de Pete, quien con la misma arrogancia que lo caracterizaba, curvó sus labios en una sonrisa llena de burla dirigida sólo hacia él; le quedaba claro que el pelicastaño comprendía a la perfección el efecto que causaba a quienes se encontraban en aquel lugar admirándolo y en ese instante, su protegido estaba aclarándole  que él no era diferente.

Pete lo sabía. Era el dueño de aquel momento incluso aunque el mundo pudiese decir lo contrario y quizá, era eso lo que mantuvo a Vegas estático en su lugar, sin atreverse a cortar el contacto visual con su protegido. 

Ahora, comprendía por completo aquella absurda advertencia  en todo el Club, cada vez que Hyung Sik y Pete se paseaban por el lugar, porque el pelicastaño despertaba los más oscuros deseos de los presentes y la necesidad de tocarlo era asfixiante a ratos, por lo que Vegas esperó casi con angustia, no ser consumido por ello al igual que el resto de hombres y mujeres en ese lugar.

— ¿También fue hechizado por la joya del Señor Hyung Sik? —. La suave voz de Jade lo devolvió a la realidad; la chica sonrió cuando captó la atención de Vegas; analizó la expresión de Jade, pero ella se veía casi divertida con la situación.

—Confundes trabajo con placer.

—Oh, pero mi trabajo es darles placer a nuestros valiosos clientes. Así que para mí no hay diferencia.

Sonrió con algo de diversión cuando Jade se acercó a su oído, tirando suavemente de su lóbulo. Sostuvo la cintura de la chica para alejarla, ignorando su disconformidad ante esto. Sus dedos se deslizaron con sutileza por la piel expuesta de su cintura, logrando que Jade contuviese su respiración por unos segundos.

 No pudo negar que era curiosa la forma en la que cualquier estímulo las preparaba para cumplir con su trabajo; Hyung Sik las tenía tan adoctrinadas, que comprendía por qué el Velvet era tan jodidamente popular entre los cerdos con dinero que lo frecuentaban.

—Yo no soy un cliente, Jade. Y sobre tu pregunta, mi trabajo es cuidarlo, no admirar sus talentos.

Se levantó de su lugar, caminando hacia el pasillo que daba hacia la oficina de Hyung Sik. La voz de Pete ya no se escuchaba, por lo que sabía que pronto el pelicastaño llegaría con el dueño del lugar. Apoyó su espalda en el muro, fastidiado  por seguir en aquel Club; escuchó los pasos acercarse y la risa de Pete resonar mitigada por la música del Velvet cuando el pelicastaño llegó a su lado, deteniéndose a centímetros de Vegas.

Pete sonrió, acercándose al pelinegro, aspirando suavemente su aroma. —Hueles a jodida perra en celo, niñero.

—Entonces quizá deba cambiar su perfume, Señor—respondió con frialdad, viendo el ceño de Pete fruncirse ante esto, denotando que no esperaba aquella respuesta.

—Podría hacer que Hyung Sik se deshaga de ti con sólo pedirlo, niñero. Estás abusando de tu suerte.

— ¿No está el Señor Hyung Sik esperando por usted? —dijo con indiferencia, sin preocuparse de la expresión de furia en el pelicastaño.

Untouchable - VegaspeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora