Capitulo 47

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Con la adrenalina recorriendo su cuerpo, corrió escaleras arriba con prisa y desesperación, sin importar el sudor que caía por su frente ni los latidos de su corazón volviéndose un recordatorio constante y doloroso de el sobre esfuerzo que estaba realizando en aquel momento; con cada paso que daba sentía su cuerpo volverse pesado, como si el miedo que inconscientemente sentía, comenzara a hacer mella en su físico.

Había abandonado el Velvet con dificultad, ignorando las peticiones de Kinn por seguir las órdenes de Hyung Sik y rogando por alcanzarlos antes de que volviran a castigar a Pete, había terminado pasando por sobre más de uno de los hombres de Hyung Sik sin detenerse a pensar si aquello tendría consecuencias posteriores por haber desobedecido y atacado a sus compañeros.

Y por mucho que intentó mantener la calma, jamás se sintió tan aterrado como cuando entró al apartamento y se encontró con el lugar sumido en un silencio que sólo era roto por débiles sollozos.

Su mano sostuvo la empuñadura de su arma de forma instintiva, desenfundándola antes de siquiera alcanzar a pensarlo para recorrer el apartamento.

No estaba seguro de si su estado mental podría darle ventaja para actuar si es que alguien seguía en el lugar, pero el peso del arma en sus manos le recordaba que estaba dispuesto a cualquier cosa por él.

Podía sentir la tensión en su cuerpo conforme caminaba por el pasillo que lo dirigía a la habitación, frunciendo el ceño al ver a Yerim sentada fuera del lugar, abrazando sus piernas mientras lloraba silenciosamente, murmurando disculpas que se volvían balbuceos ininteligibles.

Sólo aquello logró que su estómago se anudara y sus manos temblaran levemente; sin detenerse en Yerim, entró al cuarto al fin, cerrando la puerta y sintiendo cómo su pecho se oprimía, por completo afligido.

Se quedó a unos pasos de la cama donde Pete seguía ovillado, con su ropa destrozada y su cuerpo mostrando las marcas del ataque de Hyung Sik.

Tan frágil y vulnerable como nunca imaginó poder verlo, y aún así completamente etéreo. Pete lo observó por unos segundos, escondiendo luego su rostro contra las sábanas para no tener que enfrentarlo, aterrado de encontrar rechazo y repulsión en la mirada del hombre que ahora estaba frente a él. Consciente de que no sería capaz de soportar algo así.

Tomando aire para controlar la explosión de enojo y tristeza que lo invadió, se acercó por fin a la cama, sentándose en el borde y descartando su arma aún con dudas.

Con cuidado, movió el cuerpo de Pete para enfrentarlo, ahogando un jadeo de sorpresa al ver su rostro golpeado y marcado por lágrimas.

Sus ojos, irritados por el llanto constante, incapaz de contenerse más, llevó su mano con cuidado hacia su mejilla, procurando no aumentar el dolor por los golpes y heridas que tenía, su pulgar deslizándose con tanta suavidad como le fue posible.

—Lo siento tanto, Vegas—susurró, reclinando su rostro hacia el tacto del pelinegro, aliviado de volver a sentirlo aunque fuese de aquella forma—, lo lamento... Lo lamento... No pude detenerlo... No quise, no aquí. Lo siento.

Escuchó la voz de Pete quebrarse, dejando que nuevas lágrimas cayeran con libertad. Por la forma en que su respiración se volvía irregular a ratos, le quedaba claro que los golpes que Pete recibió habían sido excesivos, lo que sólo aumentaba la furia que estaba recorriéndolo.

Con suavidad movió las sábanas, sintiendo su estómago revolverse al ver las manchas de sangre y restos de fluidos, odiando ver lo destrozado que Pete parecía encontrarse, y odiándose a sí mismo por no haber podido evitar lo sucedido.

—Tenías razón. Estoy sucio y usado... Y no importa cuánto desee creer en ti, no hay un sitio al que Hyung Sik no sea capaz de llegar... En verdad creí que aquí sólo existíamos nosotros... ¿Qué tan estúpido puedo llegar a ser? Hyung Sik es capaz de darme el mundo, pero también puede destrozarlo si así lo quiere.

Untouchable - VegaspeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora