Capitulo 29

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 Movió una de sus piernas para entrelazarla con las de pelinegro en busca de cercanía; su piel erizándose ante el roce de los dedos de su niñero en su espalda, permitiéndole tomar la posición que quería sin negarse en ningún momento a sus acciones.

Sabía que Vegas no había dormido en todo el tiempo que llevaba en el apartamento, y aunque él mismo se mantenía con sus ojos cerrados, tampoco fue capaz de conciliar el sueño pese a sentirse más agotado de lo que alguna vez pudo estar.

Sin embargo, aquella vigilia forzada a la que se vio sometido le entregaba tranquilidad, incluso por sobre el miedo latente que sentía.

Intentó casi en juego, que su respiración se acompasara a la del pelinegro, escuchando sus latidos directamente sobre su pecho. Quiso reír, porque el corazón de Vegas latía con tanta calma, que lo hizo sentir un imbécil al descubrir que los suyos seguían con un ritmo errático por aquella cercanía.

¿Cuándo había sido la última vez que su corazón lo traicionase de esa forma tan infantil? Queriendo prolongar aquella sensación de intimidad, inclusive, aunque no fuese más que un espacio fuera de la realidad.

Tantos años en los que normalizar su relación con Hyung Sik había sido suficiente, le habían enseñado a no sentir ningún tipo de emoción a menos que fuera disfrutando de todo lo que ser la joya de aquel hombre significaba, aceptando la violencia como parte de ello y encontrando cierto placer en la forma retorcida en la que Hyung Sik lo idolatraba.

No importaba que su cuerpo fuese castigado a veces, porque tenía el mundo a sus pies. No necesitaba sentir en verdad; podía convencerse de que amar a Hyung Sik era lo correcto. Así que lo había hecho de aquella forma sin dudarlo...

Había renunciado a todo y no se arrepentía, pero el hombre que ahora se encontraba a su lado, entregándole un refugio incluso sin proponérselo y disparando el terror de estar yendo contra todo, sólo lo hacía recordar momentos anteriores.

Relamió sus labios cuando fue incapaz de alejar de su cabeza aquel recuerdo, vestigios de una vida que ya no le pertenecía.

Había visto con una claridad que no creyó posible aquel rostro, aquella sonrisa que removía cada parte de él, rememorando de forma inconsciente la sensación de otras manos recorriendo su cuerpo, promesas que habían terminado desvaneciéndose de forma irremediable y que ahora sólo quemaban de forma dolorosa.

Inconscientemente se movió de su posición, sentándose en la cama mientras sostenía su cabeza con demasiada fuerza, golpeando una y otra vez su frente, azotando su mano como si de aquella forma, pudiese olvidar nuevamente y hacer desaparecer aquel rostro de su mente.

—Basta—. La voz de Vegas sonó autoritaria, forzándolo a detenerse cuando sostuvo su muñeca, evitando que el último golpe siquiera lo alcanzara.

Lo observó con el ceño fruncido por largos segundos y el pelinegro comprendió con facilidad que la mente de su protegido se encontraba lejos de aquel lugar, lejos de él—. Basta.

Repitió, ahora suavizando el tono de voz, su mano sin soltar la muñeca de Pete hasta que la sonrisa volvió a su rostro, altanero como sólo él podía serlo, sus ojos reconociendo a su niñero ahora.

— ¿Te gusta tener mis manos inmovilizadas, niñero? —dijo con diversión, liberándose del agarre del pelinegro con facilidad.

Contuvo la sonrisa ante sus palabras, dejando que Pete empujara con fuerza su cuerpo contra el respaldo de la cama y se arrastrara hasta quedar sobre él, sus manos trazando suavemente sobre su torso desnudo en forma ascendente.

Untouchable - VegaspeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora