Kinn había llegado junto a Pete aquel día para regresarlo a su hogar, por lo que no le costó demasiado imaginar que venía de recibir algún castigo.
El hombre encargado de custodiar a las joyas simplemente había sonreído sin dar más explicaciones antes de marcharse para volver a dejarlos solos en el apartamento, más Pete en ningún momento había hablado.
Se sorprendió de que estuviese golpeado incluso en su rostro, sabiendo que Hyung Sik solía evitar cualquier daño en aquel lugar aduciendo a su gusto personal por las facciones de su joya.
Y aunque estuvo tentada a preguntar, la falta de ánimo que su Señor demostraba la mantenía a una distancia prudente, preocupada por lo que fuese estuviera cruzando por su cabeza.
Sus ojos siguieron el camino que ahora hacía por la sala, sus dedos tocando apenas cada objeto del lugar hasta detenerse en el bar. Abrió su boca con intención de detenerlo, pero sus palabras desaparecieron antes de siquiera poder dejar sus labios.
La mirada de Pete se mantenía fija ahora en la botella que se encontraba apenas rozando su mano, sus dedos temblando ligeramente como si dudara, mas no lo suficiente como para detenerlo de levantarla al fin.
-Es irritante cuando no hablas, Yerim... Di algo, lo que sea...-susurró, acercando la botella a sus labios sin beber realmente.
-Pete... No creo que debas beber ahora... -pidió aún sabiendo que no lograría demasiado, sus manos entrelazándose entre sí con nerviosismo-, ve a descansar para que tu cuerpo no resienta el castigo... Por favor.
-No duele- dijo con apatía. Mentirle a otros siempre era mucho más fácil si conseguía engañarse a sí mismo.
-Vi como está tu cuerpo, es imposible que no duela...
- ¡Que no duele, maldita sea! -habló irritado-, y aunque así fuera... Aunque doliese tanto que apenas pudiese mantenerme en pie, ¿En serio te importa, Yerim?
- Pete, es increíble que estés dudando luego de todo el tiempo que he permanecido a tu lado.
Rió, tomando ahora un largo trago de alcohol. -Lo lamento, Yerim... Sólo... Sólo quiero olvidar por un jodido momento lo que somos. Ve a dormir, prometo que haré nada estúpido de nuevo. Necesito estar solo.
-Puedes confiar en mí, lo has sabido desde el momento en que me sacaste de aquel lugar...
Pete se acercó a ella, sosteniendo su rostro con cuidado antes de presionar sus labios sobre los de Yerim, besándola con suavidad por unos segundos, como cada vez que era incapaz de tranquilizarla con palabras.
-Eres tan linda, Yerim... Pero eres increíblemente estúpida- dijo sonriendo, dejando descansar su frente contra la de su acompañante con toda la familiaridad que ella le transmitía-, tan jodidamente estúpida... ¿Por qué confiarías en alguien como yo? ¿Por qué le darías tu confianza a un juguete, Yerim?
Sonrió con tristeza, alejándose de Pete para poder verlo directamente a los ojos; la expresión cansada de él provocaba que su pecho se oprimiera ligeramente, sabiendo que nada de lo que pudiese decir podría borrar aquella idea implantada en su cabeza años atrás. -No eres una cosa... No eres nada de lo que el Señor Hyung Sik pueda creer...
El mentón de Pete tembló ligeramente antes de que una carcajada escapara de sus labios. Lo que Yerim estaba diciendo carecía de todo sentido. No podía creer sus palabras, porque incluso su niñero había dejado claro que no era más que una cosa.
Una cosa que no valía lo suficiente, excepto para Hyung Sik.
-Ve a dormir, Yerim... Necesito estar solo- volvió a pedir, sin ánimo de seguir escuchando los vanos intentos de ella por mantenerlo consciente.
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Untouchable - Vegaspete
Fanfiction-No puedes tocarme- dijo en un susurro, relamiendo sus labios ante la cercanía- no puedes... -Puedo escuchar sus súplicas ahora, Señor... No tiene que abrir la boca para que pueda escuchar cómo ruega porque lo toque una vez más. «Cuando la palabra...