Capitulo 42

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Al llegar al lugar donde el auto se encontraba estacionado, el pelinegro empujó su cuerpo contra el vehículo, buscando su boca como si llevase demasiado tiempo ansioso por sentirlo.

La brusquedad con la que era besado pasaba a segundo plano en aquel choque violento, su cuerpo reaccionando con rapidez mientras lamía y succionaba la lengua de Vegas, ávido por obtener mucho más.

Gimió contra su boca, aferrándose al cabello de su niñero para seguir
besándolo, dejándose vencer sin reclamos cada vez que la lengua del
pelinegro se hundía en el interior de su boca, recorriendo de forma hambrienta cada espacio.

De forma lejana, sintió las manos de Vegas moverse contra el vehículo, moviéndolo luego para abrir la puerta y empujar su cuerpo al interior.

Escuchó el golpe de la puerta al cerrarse tras ellos, pero lo único
en lo que podía concentrarse era en la forma en que Vegas comenzaba a recorrer cada lugar con sus manos, deshaciéndose de su camisa para exponer su cuerpo, besando cada parte que iba quedando a su disposición.

Se separó de Vegas, sintiendo sus ojos sobre si ,mientras terminaba él mismo de desnudarse, pasando por alto la
incomodidad por la falta de espacio e ignorando el momento en que su
niñero dejó caer su arma al piso y volvió a darle toda su atención.

—Estás babeando, niñero —se burló, montándose sobre el regazo de Vegas, gimiendo débilmente cuando la ropa del pelinegro friccionó contra su piel.

—No soy yo quien está rogando, Señor— respondió, sosteniendo las caderas de Pete para forzar el movimiento, lamiendo su cuello  con lentitud.

La respuesta murió sofocada por gemidos, acelerando el movimiento sobre Vegas, sosteniendose de los hombros del pelinegro para darse firmeza.

Arqueó su espalda cuando los dedos de su niñero se aferraron a su miembro, moviéndo su mano con un ritmo constante por su erección, masturbándolo sin detenerse pese a las súplicas que por momentos, Pete dejaba escapar entre gemidos.

—Quítate esto— Pete pidió, desabotonando la camisa del pelinegro, volviendo a besarlo mientras dejaba la prenda caer en algún lugar del vehículo, disfrutando de la forma en que los músculos de Vegas se flexionaban bajo su tacto.

— ¿Ansioso? —habló, o al menos intentó hacerlo, dejando que Pete siguiera jugando y sin dejar de masturbarlo.

Casi en trance, permitió que Pete soltara su cinturón y terminara de liberar la erección que había conseguido provocar, alzando apenas sus caderas para que su ropa cayera hasta sus tobillos.

El roce de su piel contra la de su protegido enloqueciéndolo.
Separó una de sus manos, esparciendo su propia saliva por sus dedos, sintiendo el cuerpo de Pete alzarse levemente para permitirle continuar.

Observó en detalle el rostro de su protegido, hipnotizado por la forma en que sus labios se encontraban enrojecidos y entreabiertos, buscando el aire que se volvía escaso.

Cuando sus dedos rozaron contra
la entrada de Pete, acarició lentamente, disfrutando de la ansiedad que denotó en su expresión.

Sin prisa, se dedicó a mover el primero de sus dedos dentro de Pete, acelerando el ritmo por momentos, extasiado por cada sonido que dejaba escapar.

Cuando aumentó la cantidad de dedos, los curvó en su interior, deslizando hasta que Pete fue incapaz de reprimir el gemido, indicándole que había
encontrado lo que buscaba.

Entre jadeos y sollozos desesperados, su protegido rogaba por más, chocando sus bocas con torpeza en un beso desordenado, esperando poder sentir por completo a Vegas.

Untouchable - VegaspeteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora