Capitulo 16: Bajo sus órdenes.

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Cuando salí del edificio simplemente caminé por el lugar, perdida en mis pensamientos y en lo que acababa de suceder.

Aun no podía creer que mi vida había acabado así, en ese pueblo, con esas personas. No podía creer, y no quería aceptar, que mi vida ya tenía un camino definido, y lo más increíble de eso, y que tampoco quería aceptar, era que me gustaba un poco.

Ser parte de algo me era muy llamativo. Porque, aunque tenía mi familia, siempre había permanecido fuera, lejos.

Ahora, al parecer era parte de todo esto, de un sistema, y tenía miedo de que no fuera real.

Cuando llegué a una plaza me detuve y miré alrededor. Algunas personas paseaban por el lugar, ahora entendía porque la mayoría eran mujeres y niños. Unos pocos me miraban curiosos y otros me saludaban, fue uno que causo que tragara al sentir mi garganta seca.

A pesar de que vi a Miguel Ángel acercarse a mi, me senté en una banca justo frente al pequeño lago. Él se sentó a mi lado como si nada.

—Y, ¿cómo te fue?—. Él observó mi mano un segundo.

Solté un bufido.

—Sí que corren rápido las noticas.

Lo miré y sonrió suavemente, jamás lo había visto sonreír hacia mí de esa manera. Eso provocó que mi corazón comenzara a latir muy rápido.

—Muy rápido —dijo él y me congelé, ¿cómo podía saber él eso?—, aquí no existen los secretos.

Ah, pensé, claro.

Nos observamos a los ojos unos segundos hasta que suspiré.

—Bien, creo que ahora solo debo esperar hasta mañana para saber quién me va a entrenar—. Arrugó su frente y lo imité—. ¿Qué? —pregunté, negó con su cabeza.

—Nada, creo saber quién será.

—¿Quién?

—Es mejor que lo sepas mañana —dijo con suficiencia, voltee mis ojos y  miré hacia el agua.

—Tengo curiosidad—. No lo miré.

—¿En qué específicamente? —preguntó.

—La prueba, siempre la hacen—. Como suspiró lo miré.

—No —se había tensado un poco.

—Mm, ahora entiendo, por eso todo el mundo se ha enterado.

—Todo el mundo se ha enterado porque le rompiste la muñeca a un miembro del consejo, no por la supuesta prueba.

Lo miré con la boca abierta.

—Supuesta prueba —dije indignada—, el hombre me agarró del cuello y levantó del piso, y eso es una supuesta prueba—. Él abrió la boca sorprendido.

—Yo no...

Solté un bufido.

—No te preocupes, la próxima vez intentaré otra maniobra.

Volví a soltar un bufido. Increíble.

—Otra cosa—. Lo miré de repente y me callé al ver que tenía su mano levantada y en mi dirección, como si hubiera querido tocarme. Al observarme él la bajó y miró alrededor, un suave sonrojo apareció en sus mejillas causando una sonrisa en mi cara que oculte rápidamente.

—¿Qué cosa? —preguntó luego de unos segundos.

Me tomó unos segundo recordar que iba a preguntarle, cuando lo hice saque el cuaderno pequeño de mi bolsillo y se lo mostré.

Los Cazadores 1: GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora