Capitulo 31: Reencuentro.

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Un año después.

Estaba sentada en un bar, con unos pantalones negros y elegantes y una blusa azul apegada a mi cuerpo, con mi cabello llegaba rosando mis hombros. Mantenía una copa de algún licor delante de mí, mientras fingía no saber que hacer.

Suspiré y miré alrededor, buscaba a un hombre, un asesino buscado en varias regiones.

Jugué con la copa en mi mano, esta no era la primera vez que hacia esto, era la décima, y la última. Como si nada me encontré pensando en Miguel Ángel y la última vez que lo había visto, la fiesta antes de que me dieran mi primera misión.

Volví a suspirar y un hombre se sentó mi lado, lo ignoré y bebí el resto del contenido de mi copa.

-Te invito otra -dijo el tipo y lo miré. Pues allí estaba quien buscaba, el hombre que había matado a seis mujeres como si nada, al parecer creía que yo era la séptima, puse cara de duda y sonreí avergonzada.

-No sé -dije-, si sigo así terminare borracha-. Que mentira, mi nueva condición me hacía más resistente al alcohol, podía seguir bebiendo toda la noche y no pasaría nada. Él sonrió y un estremecimiento quiso pasar por mi espalda.

-Insisto, es solo una.

-Mm, está bien -dije riendo un poco, él asintió y pidió vino.

Me quede una hora con él, hablando y bebiendo, el hombre debía sacarme de ahí, no yo, ya que ese era su modo de operar: emborrachaba y se llevaba a las mujeres. Comencé a comportarme como lo hacía una borracha, fingiendo que debía controlarme.

-Creo que debo irme -le dije despacio y me puse de pie, me afirme a él cuando tropecé a propósito son la silla.

-Cuidado -dijo él riendo y me agarró con confianza de un brazo y luego de la cintura.

-Yo...yo...-suspiré y negué con mi cabeza-. ¿Qué tengo que hacer?-. Él me miró divertido.

-Te llevaré a tu casa-. Asentí.

-Eso, debo ir a mi casa.

El tipo pagó y me llevó fuera del lugar.

Permanecí en silencio mirando alrededor, el hombre me llevaba a un callejón, voltee mis ojos en mi cabeza.

-¿Dónde vamos? -le pregunté mientras intentaba ponerme de pie, él me mantuvo cerca de su cuerpo.

-A tu casa -dijo como si nada.

Se detuvo en una parte del callejón y me apoyó en la muralla mientras miraba alrededor, yo sabía que no había nadie, era el lugar perfecto para trabajar.

-Esta no es mi casa -dije mientras fingía empujarlo, tenía que hacer que me atacara para poder detenerlo, me afirmó con más fuerza.

-Estamos cerca -murmuró y me miró fijamente, luego se fijó en mi blusa y metió su mano para abrirla, me contuve de golpearlo un segundo.

-¿Qué haces? -murmuré-, me quiero ir a mi casa.

-Luego -dijo sin detenerse, comenzó a tocar mi busto.

Bien, basta de esperar.

-No -dije y lo empujé despacio, él me golpeo contra la pared y me quejé.

-Te comportaras, zorra -soltó y volvió a empujarme-, o esto será peor de lo que crees.

Ok, se acabó, esto era un ataque y yo debía defenderme, pero cuando me lo propuse intervinieron.

-Si la señorita dice no, es no -dijo un hombre que se acercaba lentamente a nosotros, supe en seguida quien era, podía reconocer esa voz en cualquier parte.

Los Cazadores 1: GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora