Capitulo 19: Miedo.

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Cuando él regresó de su viaje, lo vi. No porque quisiera, o lo buscara, ni porque estuviera pendiente, sino porque estaba corriendo por el pueblo temprano en la mañana, y esto me llevó a verlo desde lejos. Estaba sentada en un parque cuando lo vi a él y a mi hermana, en un automóvil.

Suspiré.

Hacia un mes que estaba en ese lugar, y había evitado ese problema, mucho.

Ahora, sabía que debía cambiar eso, hablar, luego de eso dejaría de pensar en la relación que mantenía mi hermana con el hombre al cual le salve la vida. Eso sería asunto solo de ellos.

Volví a suspirar.

Ese mismo día, cuando llegué al gimnasio él no apareció, aun así me quede toda la mañana y parte de la tarde, entrenando y leyendo.

Era increíble la información que ellos mantenían sobre otras criaturas.

En un mes a había averiguado que los vampiros cazaban de noche y no salían de día, no porque estallaran en llamas ni nada, sino porque su piel pálida era demasiado extraña para el resto de la humanidad. También sabía que eran más fuertes que un ser humano, más rápido, y que sus sentidos estaban más desarrollados, sobre todo el olfato. Y que sí, se alimentaban de sangre, y no, su mordida no transformaba a otros, para eso, se debía beber de su sangre, directamente.

El vampirismo era como un virus que solo se trasmitía si uno bebía sangre contaminada y fresca.

Algo parecido era con la licantropía, aunque también explicaban el término psiquiátrico para esto, ya había leído que los hombres lobos se transformaban cuando lo querían, solo después de aprender a controlarse, también sabía que durante las noches de luna llena ellos perdían el control y por eso tendían a aparecer con mayor regularidad. Un humano se convertía en uno de ellos solo si era mordido por un hombre lobo, no el lobo en general.

Estos eran muy fuertes, más peligrosos y solo debían ser cazados en grupo. Había muchas probabilidades de morir si un cazador se enfrentaba solo a ellos, ya nadie lo hacía.

También existían los o las brujas, personas que tenían poderes sobrenaturales, pero aquí había buenos y malos, de los buenos había registros, de los demás no, y eso no se tomaba muy bien.

Esto me hizo pensar en los cazadores, en que ya una vez había pensado, o estas con ellos o contra ellos, nada más.

Leí algunas historias sobre brujos y brujas, asesinados y arrestados, también averigüé sorprendida que la época en que las mujeres eran acusadas de brujería y quemadas, los cazadores se habían mantenido al margen, no habían acusado a nadie pero tampoco salvado a inocentes. Ellos continuaron haciendo su trabajo pero al margen de esa locura en general.

Los demonios eran otra cosa, una seria. Los cazadores no hacían exorcismos, eso lo hacia la iglesia, pero si atrapaba a algunos que pasaban a este plano, no para encerrarlos ni nada, un demonio debía ser eliminado enseguida, sin importar nada, ni la razón de su visita ni cómo llegaron. Por ley, si un cazador se encontraba con uno debía matarlo, fin de la historia.

Lo demás eran simples definiciones, de cómo era un hombre lobo, un vampiro y demás, de cuanto vivían, de cómo vivían, y así. Solo explicaban que la única forma de conocerlos en verdad era la experiencia.

Lo único que había averiguado realmente, era que en el mundo había más secretos de los que creía, y que la humanidad solo era una cara visible de un cubo, todo lo demás estaba en la oscuridad.

Era tarde cuando por fin regresé a mi departamento, de noche, y al recordar que hacía una semana que no hablaba con mi padre lo llamé.

Cuando le conté que me cambiaba de ciudad por un trabajo él había permanecido en silencio mucho tiempo, tanto que creí que la línea se había cortado. Pero luego, cuando me preguntó seriamente que trabajo solo había atinado a decirle que algo muy parecido a los policías, otra vez había guardado silencio, solo que esa vez había sido capaz de oír su respiración pesada y tensa.

Los Cazadores 1: GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora