Capitulo 41: Demasiado cerca.

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Sentí la tierra temblar bajo mío, el polvo llegó a mi rostro y me hizo toser.

Sorprendida de no sentir nada abrí los ojos y me encontré con Miguel Ángel a mi lado, observando mi pierna.

—Oh, Dios —dijo él.

No podía moverme, apenas podía respirar, él presionó su mano en mi vientre, para impedir que la sangre siguiera saliendo, me miró.

—Tengo que sacarlo —dijo y de un solo movimiento quitó el picahielos de mi pierna, tosí y me queje, mi vista se desenfoco. Luego dejó el arma a un lado y amarró algo sobre la herida.

Yo respiraba rápidamente, el aire se negaba a entrar a mis pulmones, mis ojos comenzaron a cerrase, una mano me golpeo suavemente y me concentre en él.

—No los cierres, solo mírame, por favor —susurró. Sacó un celular y llamó.

Lo vi hablar pero no escuche nada, ya no oía nada a mi alrededor.

Él me miró y me dijo algo, vi sus labios moverse rápidamente pero no comprendí.

Luego, grité cuando movió mi brazo y lo puso sobre mi vientre.

Jadee y lo vi hablar, más desesperado esta vez. Él me tomó en brazos y ni siquiera pude quejarme. Cuando desapareció y apareció ni siquiera me importó. Solo cerré los ojos contra su pecho y aspiré el olor de su camisa.

Dedos tocaron mi rostro pero no pude abrir mis parpados. Simplemente me quede allí y me dejé llevar por la inocencia, dejé de sentir.

Cuando abrí los ojos miré alrededor, estaba en una sala grande y blanca, con una ventana enorme a un lado que daba al bosque.

Una bonita vista, pensé. Alguien se movió suavemente a mi lado y lo miré.

Miguel Ángel estaba apoyado en la cama, dormía. Observé su rostro y las líneas de tensión en el, las ojeras bajo sus ojos llamaron mi atención.

Estaba un poco confundida, no sabía bien que era todo esto o donde estaba.

—Buenos días —susurraron, Loreto estaba a mi lado mirándome con una enorme sonrisa, me pidió silencio y apuntó a Miguel Ángel.

Asentí un poco mientras se acercaron.

—Menos mal que despertaste —susurró, suspiré.

—Despertar —repetí y caí en cuenta, ella tocó mi hombro al verme.

—Calma, estas bien.

—¿Cuánto...

Asintió.

—Cuatro días.

Arrugue mi frente, tenía la impresión que todo había pasado ayer.

—No se ha movido de aquí—. Lo apuntó, lo miré enseguida y luego alrededor.

Loreto se alejó de mí y me indicó que esperaría afuera, asentí.

Así que llevaba cuatro días en un hospital. Pero, ¿qué había pasado con mi hermana, conmigo? ¿Qué clase de monstruo era yo? ¿Qué pasaba con mi madre?, tenía que saber que le había pasado, hablar con mi padre. ¿Qué demonios era una profecía oscura? Tenía que hablar con el consejo sobre ella, sobre mi hermana, y... sobre mí, sobre esto que me estaba pasando.

Levanté mi mano y la puse sobre mi corazón, latía tan rápido que hacía sonar las maquinas a mi alrededor insistentemente.

—Ey —susurró Miguel Ángel y lo miré, se había despertado. Yo lo había despertado.

Los Cazadores 1: GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora