Capitulo 36: El hombre del traje negro.

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Tuve la extraña sensación de que lo conocía de alguna parte, solo que no recordaba de donde.

Nos observamos a los ojos unos segundos. Me senté correctamente y me cruce de brazos.

—¿Qué quiere saber?

—Primero que todo mi  nombre es Cristóbal, soy uno de los guardaespaldas de Cesar.

Arrugué mi frente y allí recordé donde lo había visto, fue la noche que tuvimos la prueba con él, el día que me enfrente a René.

—¿Qué hace aquí si es guardaespaldas?

Se encogió de hombros.

—Digamos que el hecho de que un trio de recién nombrados cazadores mate a un hombre lobo llama la atención  del consejo.

—Estas aquí para ver si era verdad—. Alcé una ceja.

—Estoy aquí para comprobar que han dicho lo cierto, pero adivina mi sorpresa cuando tu amigo que acaba de contar que fuiste tú quien lo mato.

Lo imité y me encogió de hombros como si nada.

—El trabajo está hecho —repetí las palabras de Joey—, ¿cuál es la diferencia?

—La diferencia, es que ese hombre lobo, al cual le aplastaste la cabeza, asesino a varios de los mejores cazadores como si nada y tú, una chica que lleva apenas un año trabajando logró acabar con él.

No supe que decirle, así que solo lo observé, él me miró de pies a cabeza una sola vez, que duro demasiado tiempo.

—Quiero que me relates como lo mataste—hice una mueca.

—¿En serio? —pregunté—, debo relatarte como levanté una roca y la dejé caer contra su cabeza, como la sangre saltó hacia todos lados, la escena allí afuera explica todo bastante bien.

—¿Cómo lo detuviste lo suficiente para hacer algo sí?

—Le rompí las piernas —murmuré enseguida.

—¿Cómo llegaste a romperle las piernas?

Apreté la mandíbula y tomé aire para relajarme.

—Bien —gruñí—. Peleamos en el bosque, cuando intento atacarme agarré su mano y rompí su codo, luego golpee su cabeza y callo, para que no se levantara rompí sus piernas, luego de eso — dije y aplaudí—, aplaste su cabeza.

Él solo me observó.

—Es eso suficiente o debo relatar la hora, la temperatura y la fuerza del viento también.

Alzó una ceja ante mis palabras.

—Te ha afectado mucho.

Voltee mis ojos.

—Nunca había matado a alguien así.

No lo miré, solo observé la cama frente a mi.

Cuando se levantó lo miré.

—Regresen a la frontera, informa de lo que paso aquí y espera tu siguiente misión—. Caminó hacia la puerta y me miró por sobre su hombro—. Que lo más seguro será otro hombre lobo.

—¿Por qué? —pregunté enseguida.

—Al parecer se te da bien matarlos.

Con eso me dejó sola.

Cerré los ojos y masajee mi frente. Odiaba tener dolor de cabeza.

Cuando salí de la casa, solo quería alejarme de ese lugar. Solo estaban Joey y Felipe cerca del auto hablando suavemente entre ellos. Me miraron cuando llegue cerca.

—Regresemos —dijo Joey y asentí.

Me subí al automóvil y Felipe se sentó frente a mi, al lado de Joey.

Cerré los ojos por un momento, fue Joey quien me sacó de mi adormecimiento.

—¿Qué te preguntó?—. Observé el cielo.

—Lo mismo que a ti—. Lo  miré y me encontré con sus ojos en el espejo.

—Se veía muy interesado por todo esto.

Me encogió de hombro.

—Que tiene de interesante matar a alguien.

Dejamos de hablar, solo escuché a Felipe suspirar pero no dijo nada.

Horas después estábamos de regreso en la frontera. Ya era de noche, y además de querer bañarme y comer, lo único que ocupaba mi mente era dormir por una semana.

Nos detuvimos en la central para reportarnos, nos hicieron pasar a una sala y Jack apareció seguimos de dos hombres más, nos interrogaron y solo cuando quedaron satisfecho nos dejaron partir.

Ya frente a mi edificio Felipe bajo enseguida e ingreso sin mirar atrás. Observé a Joey confundida y un tanto dolida.

Él se cruzó de brazos y me miro.

—¿Por qué está molesto conmigo? —le pregunté.

—Quizás más que molesto está un tanto decepcionado.

—¿Por qué? —quise saber enseguida.

—Porque sentiste compasión por el hombre que mató a su hermana pequeña.

Jadee al oírlo y luego sentí que mi pecho se oprimía de tristeza.

—No lo sabía —murmuré.

Ni siquiera sabía que había tenido una hermana, que poco sabia de los que creía mis amigos.

Joey puso su mano sobre mi hombro.

—No te preocupes, se le pasará y volverá a ser el de siempre.

Caminamos dentro del edificio y al pasar por la puerta del departamento de Felipe me detuve. Leventé mi mano para golpear pero no pude hacerlo. Estuve allí un minuto sin saber que hacer, porque si me habría la puerta qué iba a decirle, que sentía lo de su hermana, que ahora el hombre que la había asesinado estaba muerto. Me parecía que nada de eso serviría en esa situación.

Negando con la cabeza me moví hacia mi hogar y me dejé caer sobre el sofá. Estaba tan cansada que decido no comer nada, solo decidí darme una ducha. Me quité las vendas y dejé que el agua golpeara mi espalda unos minutos.

Luego, salí de la ducha y me seque completamente antes de ponerme un viejo pantalón de chal y una camiseta, al acabar simplemente me dejé caer sobre mi cama y me dormí.

Los Cazadores 1: GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora