Dos meses después.
Cada vez quedaba menos. Se suponía que en cinco meses más iba a saber qué pasaría conmigo el resto de mi vida. Tenía la impresión de que siempre debía esperar para saber que iba a ser de mí. Como su mi existencia dependiera de otros.
Estaba observando a Miguel Ángel, que a la vez observaba a otro hombre delante de él como todo el mundo. Nos habían reunido en un edificio que nunca había visto. Este se ubicaba detrás de la central, a varios kilómetros dentro del bosque. Cuando nos habíamos acercado me había parecido que era un estadio, aunque por dentro parecía más una serie de oficinas enormes reunidas. Ahora estábamos fuera de este edificio, esperando.
—Alguien tiene alguna idea de qué pasa aquí —murmuró Joey a mi lado.
Lo observe un segundo, luego todos observamos a William, quien negó con su cabeza sin mirarnos.
—Quizás nos hagan pruebas —murmuró él.
—Pruebas, ¿cómo un examen físico? —dije, se encogió de hombros.
Suspiré.
—Lo más probable es que estén midiendo nuestra paciencia —se quejó Joey.
—Y pronto se darán cuenta de que tú no tienes —respondió Felipe.
Sonreí, aunque yo también estaba perdiendo la paciencia, llevábamos dos horas allí, mirando la nada y esperando, sin saber qué.
Cansada me puse de pie y caminé hacia Miguel Ángel, me detuve a su lado y miré alrededor.
—¿Qué esperamos? —le pregunté sin mirarlo.
—Una prueba —me respondió, lo miré enseguida.
—¿Qué van a probar?, si funcionamos para este trabajo.
Me miró un segundo.
—Ya lo sabrás—dijo.
—Alguien viene —dijo Felipe y lo miré, él se acercó a su maestro como los demás.
—¿A qué distancia están? —le preguntaron, él arrugó su frente concentrado y yo lo imité pero confundida.
—A doscientos metros, y disminuyendo, estarán aquí en unos pocos segundos.
—¿Cómo... —quise preguntar pero Miguel Ángel me calló.
—Shhh —dijo, alcé una ceja y lo miré, él apunto hacia un lado y lo vi.
Un automóvil negro y elegante se acercaba a nosotros rápidamente. Como todos se movieron, también lo hice. Hicimos una fila y cada uno de nosotros, los alumnos, se pusieron a la izquierda de sus maestros.
Eran un total de veintiséis personas, y yo era la única mujer. Diez de nosotros eran alumnos y diez maestros, también habían seis hombres a un lado, no conocía a ninguno.
Mientras el auto se estacionaba observé a ambos lados en la fila, lo hice hasta que Miguel Ángel agarró el gorro de mi chamarra y me enderezo. Lo miré mientras me arreglaba la ropa.
Cuando la puerta del automóvil fue abierta por el chofer todos se pararon aún más derechos, casi como los soldados. Los imité un tanto divertida. Solo que luego arrugue mi frente al ver al hombre que había bajado. Era el mismo al que hacía meses le rompí la muñeca. Uno de los ancianos.
Suspire suavemente.
A qué viene a cobrar venganza, pensé divertida.
Arrugue mi frente cuando uno de los seis hombres que esperaban, el de cabello casi plateado me miró enseguida y arrugó su frente, le mantuve la mirada hasta que regresó su vista al anciano.
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Los Cazadores 1: Gemelas
ParanormalYamiko tiene una hermana gemela, con la que ha compartido con ganas y sin ellas casi todo en su vida, tiene un padre que ve a veces y una hermana pequeña que adora, tiene una mejor amiga y un mejor amigo, una gran inteligencia y un especial carácter...