Capitulo 33: Alguien ha estado aquí.

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Por sugerencia de Joey, todos pasamos por la armería de La Frontera antes de partir. Nos movimos en la 4x4 de Joey.

Mientras él conducía por el bosque observé a Felipe sentado al lado de Joey quien conducía y luego la bolsa a mi lado. Esta contenía desde balas hasta trampas, y la cajuela de vehículo igual. También llevábamos comida y todo lo necesario para pasar un tiempo en el bosque, pero aun así comparado con el armamento no era nada.

Según el mapa en mi teléfono celular estábamos a cinco minutos por llegar, medio kilómetro antes Joey se detuvo y estacionó a un lado del camino de tierra.

Este miró a Felipe.

—¿Cómo está tu habilidad?

Felipe suspiró.

—300 metros—. Él asintió—. ¿Y la tuya?

—200 metros perfectamente, en 400 tengo problemas.

Arrugué mi frente.

—¿Qué habilidad? —pregunté, Joey me miró y sonrió con suficiencia.

—Aquí nuestro amigo —dijo Felipe—, puede ver desde lejos muy bien.

—¿Puedes ver perfectamente a 200 metro?.

Arrugué mi frente.

—Pero yo...

—No mujer —dijo él y volteo sus ojos—, mi habilidad consiste en distinguir cualquier cosa a 200 metros.

—Tus ojos son como un telescopio —dije divertida, solo me ignoró.

Y de qué me reía si yo no tengo ninguna habilidad, suspiré.

Bajamos del vehículo y procedimos a prepararnos.

Cada uno tomó una radio, revise mi pistola y los cuatro cartuchos que llevaba, guarde dos más entre mis botas. Luego tome una prismáticos y me amarré a la cintura un cinturón con bolsillos ya listo con todo lo que pudiera necesitar.

—Bien —dije, los chicos estaban igual de armados que yo, solo que cada uno de ellos tenía en sus manos una escopeta.

Felipe me tendió la tercera.

—Preferiría seguir con la mía.

—Es útil —dijo Joey.

—Si logro apuntarle al hombre.

Él negó con su cabeza.

—También sirve como disuador, hace mucho ruido.

Suspirando la tomé y puse en mi espalda.

—¿Feliz?

Joey palmeo mi cabeza dos veces como si fuera un cachorro.

—Bien hecho —dijo y se alejó.

Observé a Felipe que solo sonrío.

Luego de internarnos en el bosque nos separamos seis metros y caminamos con cuidado hacia la casa.

Estaba tan concentrada que cuando Joey me habló por la radio salté del susto.

—Maldita sea —le dije molesta, lo escuche reír y lo miré.

—Cálmate, es poco probable que este aquí y menos en el día, además, Felipe nos dirá si oye algo.

Observé a Felipe que iba a unos tres metros más adelante.

—Bien, entonces concéntrate en vigilar alrededor—. Volví a dejar la radio en mi cinturón.

Claramente no pudo quedarse callado ni un minuto.

Los Cazadores 1: GemelasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora