Capítul◌ 13

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—Anda, espero que Spreen no te mate la próxima vez que te vea —rió Reborn dejando a Juan en su forma de nutria a la entrada del portal, éste solo lo vió y dió media vuelta yéndose.

Juan se quedó viendo ese panorama, a su costado Carrera estaba dormido con una revista sobre su cara tapando la misma.

Se acercó hasta la puerta y vió el monte en el que Spreen vivía.

Era extraño hasta qué punto le había afectado ese pequeño momento en el que el oso le dió una sonrisa, aún sin saber que era él quien estaba detrás de esa nutria.

También recordó todo lo que habló antes, a penas le daba valor a eso en éstos momentos, y se lamentaba el no escuchar atento porque no recordaba casi nada.

Solo cosas banales como: ese lugar es enorme, tanto que el propio Spreen a veces se limitaba cuando tenía que ir a explorar, y lo hacía seguido, normalmente cuando estaban en esas especies de "vacaciones".

No sabía quién era ese tal Rubius pero al parecer fue alguien importante para él durante gran parte de su infancia y adolescencia.

Y ahora no sabía por qué no estaba aquí, pero sabía que no le incumbía, no tendría que preocuparse tanto por algo de lo que no tenía idea, ni mucho menos meterse.

No dejó de ver ese monte sino hasta que detrás suyo sonaron unos pasos.

Se escabulló rápido entre ambos que casi no se inmutaron y corrió hasta la biblioteca.

Tenía todo lo que necesitaba: frutos de bella dona, espinas doradas y pelos de un cambiapieles.

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—¡Perfecto! Sabía que me saldría —habló un animado sombrero detrás suyo, Juan de mantenía colocando su túnica azul antes de ponerse esa capa.

—Sí, y gracias —asintió sintiéndose una nueva persona, ¿así los sentirían los animales que mudan de piel? No sabía y no era mucho su caso—. Ahora hay que hablar sobre nuestro trato.

Volteó al fin a ver al pedazo de cartón y tela pesada que pareció bufar ante lo dicho.

»—No, no, no —esperó unos segundos—. No me hagas eso que fuiste tú quien en primer lugar me propuso eso.

—Fue un poco más para librarme pero sí —dijo este recibiendo una mala mirada del hechicero la cuál ignoró olímpicamente—. ¿Quieres hacer el trato?

—No te devolveré a ese lugar, eso está claro —el sombrero pareció aliviado—. Pero aún no sé que gano con tenerte conmigo.

—Te puedo ayudar en los hechizos, puedo hacer aparecer cosas —Juan se cruzó de brazos y levantó un ceja  viéndolo—. Venenos, droga, tal vez un arm-

—¿Puedes hacer aparecer armas? —pareció interesado, el sombrero hizo un sonido de molestia pero finalmente confirmó con un "mjum"—. Trato hecho.

—Me quedaré callado hasta que me necesites, dile a Auron que te lo compraste o yo qué sé que llega a tu cabeza —ambos quedaron en silencio después de que Juan lo alzara y lo colocara encima suyo—. Sí, eso puede funcionar.

—Dejate de espiar mis pensamientos, mierda —regañó Juan entre molesto y divertido.

Pensaba muy seriamente que era preocupante cuán cómodo se sentía allí, eso era cuestionable.

Cuando no recibió más que una risa del sombrero, se dispuso a seguir leyendo, si tenía ahora a un sombrero mágico suponía que podía hacer mucho mejor esos trucos.

O al menos eso quería creer, algo de positivo a todo eso.

Se sentó sobre ese suelo y se colocó en una pose budista, luego cerró sus ojos y como sospechaba, empezó a flotar mucho más fácil y ligero.

El circo ┊ 𝗰!spruan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora