Capítul◌ 40.

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Vegetta se quedó callado al escuchar eso, entonces frunció el ceño confuso:

¿Cómo alguien puede cambiar tan fácil su alma?¿Más que nada, por qué?

—Tu... ¿alma? —después de un asentimiento lo vió más detenidamente, se notaba que no era eso lo que quería, ¿pero por qué estaba dispuesto a hacerlo?—. ¿Solo para ser más prisionero aunque tengas a Xena dentro tuyo?

Un nuevo asentimiento, el rey arreglando la corona de oro (que realmente no necesitaba), vió hacia otra dirección.

»—¿Por qué?

—No sé si lo que yo quiero tenga-

—Si no me lo dices te vas —respondió por último observándolo sin ninguna pizca de gracia, sabía que los humanos eran de cierto modo tontos, pero este ya se pasaba, darle tu alma por cuenta propia era un suicidio.

Juan sin entender muy bien lo que quería llegar con eso empezó a contar todo lo que también le dijo a su papá, le dijo lo mismo que Xena le dijo a él en su momento y cómo antes de todo realmente eran una familia, que no quería que Drako llegara a pensar lo contrario y que todo volviera a la normalidad.

»—Entiendo —dijo el rey, dos de sus manos frotaron su rostro, aún así le parecía un suicidio, pero si esas eran sus razones y era su voluntad, por qué tendría él que pararlo—. ¿Y si no logras controlar el poder? Necesitas un verdugo.

—¿Un verdugo? —preguntó sin saber de ello, pero por el nombre suponía para qué era—. Creo que... si quisiera que alguien me mate ya tengo a la persona indicada.

Vegetta lo vió por última vez y luego se levantó asintiendo.

—Desde hoy me servirás a mí a través de Auron —se levantó y haciendo aparecer un pergamino de la mano de uno de los miles de sirvientes gárgolas se lo puso sobre la mesa, no era para nada largo, ni siquiera era un pergamino completo, era la mitad de uno.

—¿Eso qué implica?

—Nada realmente, no es como si hiciéramos mucho aquí abajo —se encogió de hombros, lo único para lo que podría ser sería para el Armagedón, por lo demás ya estaba cumpliendo la función de traer almas corruptas para juzgar en base al circo del demonio de fuego, Auron—. Además eres buen chico, tampoco te pediré la gran cosa.

—Crei que sí, es usted el rey de- la Avaricia, ¿no?

—Firma chaval, que sí, que soy rey de no se qué, pero somos el tercer círculo, no soy tan cruel. Pobre de ti si te hubiese tocado llegar al del fraude o traición —dió una pequeña palmada en su hombro.

Juan vió por última vez el trato oscuro y con ayuda de uno de los cubiertos sacó un poco de sangre para usar la misma de tinta y con la pluma entregada firmar.

»—Muy bien, sígueme.

—¿A-ahora? —dijo mientras hacía lo propio, lo siguió hasta que pararon junto a la biblioteca, el demonio se quitó la corona y tomó un sombrero que tenía allí, de pronto el ambiente se sintió pesado, ¿qué era eso?

—No es como si siempre tuviera los días libres, además mejor hacerlo de una vez antes de que me arrepienta —cuando volteó, esos ojos completamente morados cambiaron a unos normales, como si se hubiese vuelto un humano.

Siguió caminando haciendo que las armaduras dejen paso a las miles de puertas que parecían cruzar.

»—Ya que me sirves, puedes venir aquí todo lo que quieras, puedes usar la biblioteca y... eso —hablaba mientras ahora al cruzar una de las puertas bajaron por una escalera de caracol, parecía interminable realmente—, parece que la última vez que viniste te gustó mucho, ¿eh? Es normal, si es que aquí todo es maravilloso.

El circo ┊ 𝗰!spruan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora