Capítul◌ 30.

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Las cosas empezaron a calmarse luego de un par de minutos en los que por fin Zorman dejó que el adolescente (a petición de Juan), lo abrace y se quede cerca. Ya que de todos modos mañana se iría y no sabría nada de eso, Zorman tenía el corazón muy blando.

Empezaron a llegar todos, excepto Pol que nadie sabía dónde estaba o si quería venir siquiera, pero el plan tampcoo era obligarlos.

Sonrió orgulloso al ver su plan funcionar y ver a todos sentados en los sillones de recepción, ahora que lo pensaba tampoco estaba Auron pero no le iba a pedir más denlo que ya hacía.

—¿Y los regalos? —dijo Cristinini viendo el árbol vacío.

—Ya los traigo —sonrió y carraspeó un poco arreglando el traje de Papá Noel que llevaba haciendo un portal en la parte de arriba dejando caer un montón de cajas envueltas.

Todos se quedaron callados viendo la obra de magia hecha, eran más de 20 cajas de distintos tamaños.

»—No se acerquen que van a ir todos a cada uno —dijo y dando un chasquido pasó exactamente eso, los regalos empezaron por sí solos a ir a cada uno de los presentes, incluso el de Pol estaba yendo hasta su habitación por las escaleras.

Viendo ese acto Juan decidió sentarse junto a Spreen quien de hizo a un lado para darle espacio, ya ni era molesta su compañía, se había hecho muy común y habitual.

—Qué piola que hayas traído la navidad hasta acá —dijo Spreen sintiendo por primera vez algo de admiración por un acto de Juan—. Sabés que aquí no es tan bien recibida y aún así lo hiciste.

Cuando volteó a verlo este le tenía una pequeña caja frente suyo.

—Este es tuyo —le dijo Juan, el oso lo vió no muy seguro y entre todos los demás y en el bullicio que empezaron haciendo al abrir y presumir sus regalos lo tomó.

Sin decir nada todavía lo abrió rompiendo primero la envoltura oscura y turquesa que lo tenía envuelto, vió una caja no muy grande y la sacudió un poco, no sonaba mucho.

Vió por última vez al mago y levantó la tapa para ver dentro un anillo y un muérdago, frente a la vista de Juan se guardó el anillo en un bolsillo, porque debía admitir que el diseño estaba lindo, y tomó el pedazo de planta.

—¿En serio tenés que ser tan chupapija para regalar ésto? —preguntó entre risas aprovechando que nadie estaba viéndolos, los demás estaban en sus mundos viendo los artefactos humanos que había traído Juan con ayuda de Ari y Mariana.

—Te gustó el anillo, y no es todo —dijo feliz dejando caer una caja más grande frente suyo, se levantó y fué hasta el árbol.

La realidad era que ese regalo había sido una pequeña broma para molestar a Spreen, el regalo preparado había estado siempre volando sobre ellos y agradeció que no se diera cuenta, pero ya que había aceptado lo otro no tenía mucho de qué preocuparse.

El azabache vió la caja frente suyo, era más larga y al agitarla parecía tener más cosas.

Volteó a buscar con la mirada a Juan quien ahora hablaba con los demás diablillos que tenían ropa o artefactos extraños en sus manos, también estaban por allí Noni y Tanizen que trataban de hacer un negocio con los que más les interesaban.

Spreen no recordaba cuando fué la última vez que recibió un regalo, fuera de cumpleaños o navidad, o cualquiera de las demás fiestas. Allí abajo no es como si celebraran cosas más que para sus propios intereses y lo sabía bien.

Por eso es que en parte le sorprendió que Juan hiciera eso, claro que Ari y Mariana tenían un buen crédito al respecto, pero finalmente sabía que había sido Juan y su gran imaginación quienes tomaron la iniciativa.

El circo ┊ 𝗰!spruan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora