Capítul◌ 21.

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—¿Entonces te están buscando?

—Ci.

—¿Por haberte cogido a la esposa del príncipe?

—Ci.

—Sos un hijo de puta.

—Ci, pero tengo mis razones para serlo.

Spreen a un costado del castaño le dedicó una mirada extraña, Rubius rió inevitablemente.

—No podés ser más pete, encima me lo confirmás, yo creí por un instante que todo era falso —frotó su rostro sintiendo que estaba al costado de un criminal—. ¿Qué pasará si te encuentran?

—Probablemente me lleven a juicio, o me metan en fuego —la espantada mirada de su "hermanito" lo alertó—. Pero no te preocupes, macho, eso si es que me logran atrapar. Para no meteros en problemas me entregaré, si luego salgo ya es cosa mía.

—¿Ya tienes coartada para eso?

—Sí, durante mi estadía por aquí y por allá conocí mucha gente, el consejero Sapo Peta y un chico pato.

—Un chico pato, qué poronga que es esa coartada —dijo rodando sus ojos, Rubius lo miró molesto.

—¡Eh! que es buena coartada.

—Sí, sí, lo que digás vos.

Rubius cruzó sus brazos y volteó su cabeza indignado escuchando la pronta risa de Spreen.

Eso lo alivió, hace ya un par de horas que estaban hablando y por primera vez lo escuchaba reír de nuevo.

—Oye wacho —llamó tal como Spreen decía, cuando tuvo su atención se acercó para tantear los lentes de sol—. ¿Por qué empezaste a usar gafas, te crees Pitbull?

—Ah, no es nada, solo un gustito y- pero no me las quités.

Rubius se colocó los lentes luego de tenerlos en su pertenencia. Riendo al inicio, antes de ver el ojo dañado del otro cambiapieles, sus orejas y sentidos se pusieron alerta de inmediato.

—¿Qué pasó? —después de ver la confusa mirada del otro, señaló la cicatriz que atravesaba el ojo entero.

—No sé de qué me hablás.

—¿Fué Auron? —no hubo otra respuesta que el silencio—. Spreen.

—No, no fué el realmente, fuí yo —se sinceró viendo no muy convencido al castaño que se quitaba los lentes y se dedicaba a verlo mejor—. Es la verdad.

Sin estar del todo convencido, guardó las gafas de sol a penas de los reproches indirectos del azabache que decidió no decir mucho más.

—Yo... cuando me fui y discutimos nunca creí que te dañaría tanto, quiero decir, ya eras mayor de edad y yo quería iniciar una vida así que actué cómo actué-

—No te entendí una pija —cortó enredándose con las palabras del mayor.

Rubius rió y colocó nuevamente su mano sobre su cabello paseandola por el mismo, el menor se quedó quieto sin más; tampoco iba a reprochar nada porque realmente extrañaba esas muestras de afecto.

—Nada, que te he hechado de menos, saber ahora que estás bien me hace sentir mejor.

—Dejáte de ser tan cursi capo, solo no nos vimos por tres años —trató de bajar ese ambiente con una pequeña risa siendo esta misma seguida por el castaño.

—Entonces, cuéntame de ti, ¿has encontrado algo que te interese estos últimos años?

—Nah, lo mismo de siempre, el problema del que ya sabes y-

El circo ┊ 𝗰!spruan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora