Capítul◌ 47.

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—Juan, qué petición de mierda es esa.

El mago suspiró, Auron le había adelantado que no iba a ser tan fácil como él creía y en definitiva no lo estaba siendo.

»—Cómo me pedís que te mate, que te creés pelotudo.

La voz incrédula y confusa de Spreen le decía que no estaba para nada de acuerdo con ello y lo entendía, pero tampoco quería acudir a otra persona, era a quien quería ver antes de morir y pasar a la otra vida.

En su cabeza había tenido mucho más sentido.

—Eres el único al que creo poder acudir —sonrió sin saber qué más decir para convencerle, en realidad todo eso se le estaba yendo un poco de las manos, la mirada todavía incrédula y molesta del oso denotaban que no iba a acceder—. ¿Por fa?

—"Por fa" mis huevos.

Los dos se quedaron viendo, Juan suspiró y dió media vuelta a su cuerpo quedando este mismo apoyado en la baranda de aquel edificio abandonado. Por su lado, Spreen solo lo veía esperando a que riera y le dijese: "es broma".

—Tú mismo has visto estas últimas semanas cómo es que mi cuerpo está reaccionando al poder de Xena, si yo muero, lo más probable es que el alma de esa bruja se quedé atrapado en el mismo, en ese caso tendríamos que quemarlo y-

Cuando volteó a ver al oso, este tenía un semblante serio, ¿en serio le estaba diciendo todo eso como si nada?

»—Solo quiero que todo ésto acabe —se sinceró, el cambiapieles movió sus orejas antes de dar la vuelta e irse por la puerta de la cuál entraron—. Spreen.

Pero no volteó, resignado caminó detrás suyo en silencio.

Los pasos resonando por los pasillos en el abrumador silencio eran suficientes para mantener un ambiente tenso por la anterior charla. Ninguno quería hablar de eso y se notaba, Spreen estaba convencido en que esa no era la única opción, y Juan sabía que el oso era muy terco como para aceptar lo contrario.

—Sab-

—No.

El nuevo intento de iniciar una conversación por parte del mago se perdió en esa rotunda negación del azabache que seguía caminando al parecer rumbo al tren. Hubiera podido fácilmente pedirle a Juan que abriera un portal, pero estaba lo suficientemente molesto como para hacerlo.

—Solo déjame hablar, no hace falta que respondas.

Spreen se quedó quieto unos segundos, volteando de reojo hacia él y continuó su camino. Bien, eso no era un no.

»—Supe que tendría que pasar cuando acepté voluntariamente hacer ese conjuro para que el alma de Xena quedase en mí, con el tiempo y gracias a ustedes me ha sido mucho más difícil asimilar que tendría que morir. Sobretodo por... —hizo una pausa viéndole— ...todo lo que pasó entre nosotros. No miento cuando digo que quiero que seas tú quien acabe con mi vida, perdón si suena egoísta, debe ser difícil y horrible dejarte todo ese peso —una nueva pausa en el que solo las pesadas pisadas se oían—. Pero sé que eres el único que podría, o más bien, eres el único al que quiero ver antes de irme.

—No me digás eso, solo lográs que mucho menos quiera matarte, boludo —dijo sintiendo lástima por el mago detrás suyo quien se quedó en silencio—. Cómo querés que haga algo así, en especial yo.

—Eres el único que tiene la capacidad de hacerlo, si no es pronto entonces será demasiado tarde para cuando Xena posea mi cuerpo —susurró presionando contra su helada nariz la bufanda roja alrededor de su cuello.

Spreen no contestó, con los recientes acontecimientos y apariciones de los poderes de Xena en Juan le era suficiente para saber que lo que decía el chico era verdad. Claro que eso no quitaba el hecho que estaba pidiéndole literalmente que lo matase.

El circo ┊ 𝗰!spruan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora