Un pequeño con anteojos fue arrastrado por sus padres a un lugar llamado "circo", no era realmente fan de los colores chillones por lo que todo allí lo enfermaba, lo único que lo molestaba en toda esa hermosa feria era ese círculo con carpas.
—Por qué estamos aquí —se lamentó el pobre reprochando y haciendo berrinche por querer irse.
Esa era una nueva feria, los colores blanco, rojo y verde no le gustaban a pesar de ser sus favoritos.
—Vamos Juan, seguro que ésta sí te gusta, a tu hermano parece gustarle —vió cómo la pequeña lombriz revolcándose en los brazos de su madre sonreía y jalaba los cabellos de la misma tratando de acercarla a los dulces.
"Gustarle", lo único que le gustaba eran los dulces que daban.
Aún así le gustaba ver alegría en sus ojos, como cualquier hermano mayor.
Otra de las cosas buenas era que estaba usando su traje de Doctor Strange, aunque le gustaba Spiderman fue el que lamentablemente se acabó más rápido.
"Malditos niños", pensó.
—¡C-cico! —trató de pronunciar su pequeño hermano tartamudo, algo que todos creían que pasaría rápido.
—Sí amor, el circo —le respondió alegre su padre viéndolo ahora a él, le sonrió igual por contagiar la alegría aunque por dentro quería volver a la zona de superhéroes y videojuegos.
Se mantuvo detrás de sus padres todo el tiempo, cuando buscaron la boletería, compraron dos boletos adultos y uno infantil (para él porque los bebés no contaban) y cuando llegaron a la entrada.
Las luces dentro no paraban de moverse de un lado a otro sin cesar la leve música de circo que destilaba diversión y alegría sonaba y retumbaba en los molestos oídos del pobre Juan.
Fue empujado por los demás niños hacia el pequeño espacio reservado para ellos, empujando a los demás hasta llegar al frente, por lo menos trataría de estar en primera fila si estaba allí.
Dió un vistazo detrás suyo a sus padres quienes lo alentaron y asintió temeroso.
Dió un brinco cuando todas las luces se apagaron de repente y de entre las sombras aparecieron un par de ojos naranjas, o eso parecía, hasta que entró un hombre joven con ¡¿un trozo de fuego en la cabeza?!
Juan abrió los ojos asombrado con cómo podría ser eso posible, se aferró a las vallas de metal que los separaban del alto escenario circular, tratando de acercarse.
—Señoras y señores, niños y niñas, jóvenes y señoritas —empezó, a Juan lo que más le llamó la atención fue el maquillaje que traía, normalmente los circos tenían personas vestidas en traje como él, pero no en un traje únicamente negro y naranja con bastón, eran coloridos, chillones—...¡buenas noches y espero que disfruten nuestra grandiosa presentación!
Mierda, se perdió la presentación del circo.
Vió como aquel hombre se alejaba con ese trozo de fuego flotando todavía sobre su cabello.
De pronto todas las luces se apagaron de nuevo, sonó una música de disco rayado y de las cortinas salieron varias personas haciendo cada uno lo que mejor parecía.
—Ugh, payasos —pronunció Juan viendo a los mismos saltar de un lado a otro, en especial uno que parecía tener las extremidades muy flexibles, uno de cabello rojo.
Ese mismo se acercó quitándole los lentes, dió media vuelta y cuando giró le mostró sus lentes con un nuevo diseño.
—Pero q- —tocó los costados viendo el diseño de rayos hechos en éstos.
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El circo ┊ 𝗰!spruan.
De Todo› Juan enamorado de la magia del circo practica sus mejores trucos . Así, gracias a videos de internet y amigos, logra entrar al circo más grande de la ciudad. Toda alegría y rayo de luz trae una sombra consigo. ...