Por primera vez en varias semanas me sentí tonta por haber sido tan paranoica con respecto a la familia con la que me enviarían, Marcus era agradable y me daba la esperanza de que los demás también fueran así. Pero a pesar de creer eso me tenía algo preocupada el tema de esos hermanos que había mencionado, ya todos sabemos que no suelo llevarme bien con algunos chicos, y de veras que no quería tener problemas con nadie. Por otro lado me emocionaba conocer a la niña, siempre quise una hermanita pequeña con la cual hacer cosas de chicas, y quizás podría aprovecharme de esta situación y convertir a Emily en mi muñeca personal. Y ese era mi maléfico plan para la niña esa, ok, quizás ni lo haría, pero no dañaba a nadie imaginármelo.
-Ya estamos llegando.- dijo Marcus haciéndome olvidar mis planes.
Nos encontrábamos en un condominio lleno de lindas casas, algunas grandes, otras más pequeñas, pero todas igual de ordenadas a semejanza de las calles. Se notaba que ese era un buen barrio, uno de esos lugares construidos especialmente para gente de familia que pensaba tener cientos de hijos y miles nietos.
-Es un bonito lugar.- dije apoyando mis manos en el borde de la ventana y sacando un poco la cabeza para mirar.
-Sí, es tranquilo.- me apoyó él.-Aunque depende un poco de tu definición de tranquilo, los niños son algo ruidosos y los adolescentes un poco problemáticos.- dijo cuando la velocidad del vehículo comenzó a bajar.
-Los adolescentes no son tan terribles.- dije con una risa algo incómoda.
-Sí, claro.- dijo con una pequeña sonrisa.-Bien, aquí estamos.- anunció mientras se bajaba de la camioneta.
Imitando lo que él había hecho me encontré fuera de la camioneta. Enseguida mis ojos se posaron en la casa que tenía al frente, era de dos pisos, de color blanca y con puertas de madera oscura. Un camino de piedras cruzaba el césped del antejardín y llevaba directo a la entrada, lugar en el que había una linda banca de hierro junto a la puerta. Desde ese ángulo se notaba que era una casa espaciosa, bueno, debía serlo si vivían varias personas ahí.
-Linda casa.- dije cuando Marcus estuvo a mi lado con mis maletas.-En realidad aquí todo es bastante bonito.- agregué al recordar las casas que habíamos pasado.
-Me alegra que te guste, ahora vamos adentro.- asentí y comencé a seguirlo.
Una vez dentro él dejó mis maletas junto a una escalera, sin poder evitarlo mis ojos comenzaron a escanear el lugar y justo como había predicho era una casa bastante grande. Desde donde me encontraba podía ver un pasillo que llevaba a la sala, en ese pasillo habían dos puertas, a mi derecha había un arco que llevaba a lo que obviamente era el comedor y también si levantaba la mirada hacia la escalera era capaz de ver parte del segundo piso. Todo estaba en su lugar, las paredes eran en su mayoría de colores claros y los muebles de maderas oscuras.
-¡Ya llegué y traje a la chica!.- gritó Marcus haciendo que me sobresaltara.-¡¿Hay alguien o qué?!.- volvió a vociferar.-Ven, vamos a ver si están en el patio.- me dijo luego de no recibir respuesta.
Al atravesar la casa pude curiosear más, pasamos por el pasillo de las puertas, entramos en la sala y luego nos dirigimos a una de esas puertas de vidrio corredizas que daba al patio. Marcus la abrió y salí a una pequeña terraza con una mesa, más allá se extendía un patio de pasto verde y sobre un árbol había una casita de color rosa. Al ver eso abrí la boca sorprendida, yo siempre quise tener una casa en el árbol, quizás ahora podría meterme al fin en una.
-Oh, ahí está Jonah.- dijo y sólo entonces me fijé en el chico que estaba junto al árbol mirando hacia la casita.-¡Jonah!.- lo llamó y el muchacho se volteó, al vernos hizo una seña para que nos acercáramos.
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Descontrol
HumorLaila parece incapacitada para comportarse bien. Lo único que hace es desobedecer y tomar impulsivas decisiones, un error más y las puertas de su escuela serán cerradas para ella. Por culpa de un malentendido es expulsada definitivamente de aquel es...