Cap. 14: La bipolaridad de mi tutor, y mía

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Todo a mi alrededor daba vueltas y vueltas, estaba tan aburrida que comencé a jugar en la silla giratoria que estaba frente al escritorio de Lucas. Mientras hacía esto veía siempre lo mismo, librero, cuadro en la pared, puerta, planta, Lucas sentado al otro lado del escritorio, teléfono, librero, cuadro... y así por varios minutos. Era increíble lo aburridas que eran las reuniones semanales con mi tutor, por lo menos la de esta semana no era para regañarme por mi salida de la otra noche, ya que gracias al nombre falso que di mi indiscreción se perdió en el tiempo.

Bueno, como sea, en las reuniones siempre pasaba lo mismo, él me regañaba por las calificaciones, yo me quejaba, él decía que podía superarme y trataba de animarme, yo lo ignoraba, él me preguntaba que andaba mal y yo no tenía ningún problema en quejarme por tres horas. Era exhaustivo, aunque debo decir que de alguna manera me gustaba que alguien se estuviera preocupando por mi. Después de todo eran pocas las personas a las que en verdad les importaba mi comportamiento, y en los dos meses que llevo aquí él ha sido un buen tutor, por así decirlo.

-Laila, deja de hacer eso.- dijo con tranquilidad.

Paré de girar en seco y me levanté de la silla para sentir esa divertida sensación de mareo, viendo como todo daba vueltas a mi alrededor me afirmé del respaldo de la silla mientras reía. Luego me solté y alzando mis brazos a los costados hice de trapecista, mientras trataba de no perder el equilibrio en mi cuerda imaginaria. Pero era difícil y me tropecé, pero por suerte las manos de Lucas me salvaron de caer al suelo.

-¡Wow!.- exclamé luego de que él me estabilizara.-Casi muero, al público no le hubiera gustado ver eso...- dije mientras reía.

-Laila, por favor siéntate.- dijo poniendo una mano en mi espalda y guiándome de vuelta a la silla.-Tenemos que hablar.- dijo mientras ordenaba unas carpetas y luego se sentaba.

-Uhh... ese “Tenemos que hablar” suena serio.- dije exagerando mi curiosidad y haciendo una mala imitación de su voz.

-Ok, empecemos.- dijo abriendo una carpeta.-Tus calificaciones no son de lo mejor...- comentó.

-Te dije que estoy pasando por un momento difícil.- le dije con naturalidad mientras apoyaba mi barbilla sobre la palma de mi mano derecha.

-Deja que te haga una pregunta...- dijo inclinándose sobre el escritorio para verme bien.-¿Acaso te importa tu futuro?.- preguntó.

-¡No empieces con eso!.- me quejé cruzándome de brazos.

Dios, él siempre salía con eso. Decía que si no me preocupaba por mis calificaciones ahora, terminaría despreocupando cada año de estudios... y que si hacía eso perdería el tiempo al tener que repetirlos. Cada vez que me decía algo de esto me daban ganas de tener súper-fuerza y tirarlo por la ventana para que se callara.

-Laila, debes tener buenas notas y un buen comportamiento si quieres triunfar en la vida.- dijo él.-A lo que me refiero, es a que deberías tratar de esforzarte un poco más, mostrar interés en lo que justo ahora es lo más importante.- dijo entrelazando sus dedos.

-Mientras esté viva y sana lo demás me da igual.- dije con terquedad.

-¡Ja!.- exclamó y me apuntó con un dedo, dejándome algo sorprendida, ya que él solía ser más formal.

-¿Qué?.- dije mirando su dedo.

-Si quieres vivir y ser sana necesitas comer y cuidarte, para poder tener comida, y por ende salud, tienes que ganar dinero. Para ganar dinero tienes que trabajar y para trabajar en algo digno y que de dinero... debes estudiar.- dijo uniendo todas esas cosas, claramente el idiota tenía razón.

-Bueno pues yo...- dije y traté de pensar en algo.-Yo... yo me, ¡Me ganaré un premio millonario!.- exclamé levantando los brazos.-Así no tendré que trabajar nunca en mi vida.- terminé de decir con una sonrisa de suficiencia.

-¡Oh, sí!.- dijo él.-Como ganarse uno de esos es tan común, la semana pasada me gané dos.- dijo sarcásticamente.

-Oye, no seas malo.- dije poniendo cara de tristeza.-No destruyas mis inocentes sueños...- murmuré a punto de echarme a llorar.

Él rodó los ojos y luego de echar su silla hacia atrás se levantó y se acercó a mí. Hizo girar mi silla para quedar frente a frente y se inclinó para poder verme. Yo, por mi parte, me cubrí el rostro con las manos mientras fingía sollozar.

-Ok, lo siento.- dije con suavidad.-No era mi intención que te sintieras mal, pero tampoco es bueno que tengas ideas tan... inalcanzables.- dijo dándome una palmadita en la rodilla.

-¿Estás diciendo que nunca seré una millonaria que tenga siete casas en siete diferentes partes del mundo? ¿Qué nunca me casaré con un príncipe, que nunca tendré un poni de mascota y que ninguno de mis hijos será astronauta?.- le dije quitándome las manos del rostro y poniendo mi mejor cara de pena.

-Ah... eso, pues...- dijo claramente aturdido por las incoherencias que acababa de decir.-Eso si es un poco inalcanzable...- susurró para él mismo, luego aclaró su garganta y me miró.-Mira, quizá lo del poni es posible.- dijo con una pequeña sonrisa.

Inevitablemente una sonrisa se me formó en el rostro. ¡Cielos, este tipo era tan lindo! No en el sentido que lo ve Carly, claro, pero me pareció tierno que se creyera mi juego y que más encima tratara de animarme.

-Aww... sabes que estaba fingiendo ¿no?.- le dije y él cambio su mirada a una seria y un poco molesta.-Lo siento.- le dije mientras reía.

-Al menos no eran ciertos esos infantiles sueños.-

-Lo de un hijo astronauta sí.- le dije haciendo como que volvía a entristecerme.

-Si, claro.- dijo con incredulidad mientras se levantaba.

-Pero si es cierto...- dije con un hilo de voz.

Él volvió a agacharse frente a mi y pude escuchar como maldecía por lo bajo. Por dios, esto era tan divertido.

-Laila...- dijo con delicadeza y yo no pude contener mi carcajada.

-Ahora sé por qué Carly te ama.- le dije dándole un pequeño empujón luego de que ambos nos pusiéramos de pie.

-No vuelvas a hacer eso.- dijo con seriedad sin tomar en cuenta lo que acababa de decir.

-Cuando sea grande me quiero casar con alguien como tu.- le dije tomándole el rostro con mis manos y apretando sus mejillas.-¿No tienes un hermano?.- le pregunté mientras él trataba de que lo soltara.

-Aunque tuviera uno no te lo presentaría, le corromperías la mente, niña.- dijo una vez que lo dejé tranquilo.

-Me ofendes, Lucas.- puse una mano en mi pecho y lo miré con indignación.

-Sr. Parker.- me corrigió.-Así deberías decirme.- dijo él volviendo a su silla.

-Entonces yo soy la Srta. Renault para usted.- dije molesta, no me gusta tener que llamarlo “Señor”.-Bueno, como esta reunión ya acabó...- dije acercándome a la puerta.

-Yo no he dicho eso.- dijo él con ese tono autoritario.

-Pero que fastidioso es Sr, Parker.- dije enojada.-Me ha obligado a correr de usted.- acto seguido abrí la puerta y salí disparada de su despacho haciendo caso omiso a sus llamados.

-¡Estás castigada!.- eso fue lo único que mi cerebro proceso y por instinto, mi mano se levantó lista para recrear un hermoso y obsceno gesto con mi dedo medio.

No sé si se dieron cuenta, pero cuando estoy con él me vuelvo bipolar, pero es toda la culpa de Lucas, porque él mismo es muy cambiante. Después del momento divertido que pasamos se puso en plan de autoridad, odio eso. Ahora, por culpa de él, no pienso hablarle en un tiempo. Hasta que el capricho se me pase, al menos.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora