Cap. 59: ¿Va a morir?

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-Entonces, si mal no entendí, te gustan los gatos... pero eres alérgica a ellos.- dijo.-Así que eso es otra prueba de que el universo se pone en tu contra, es decir, te quita la posibilidad de ser la dueña de un lindo gatito... que es sólo la punta del iceberg en una conspiración cósmica que trata constantemente de sabotearte.- concluyó.

-Exactamente, me sorprende que tu cerebro lo entienda.- dije, era un cumplido.

-La cosa es que nada de lo que te pasa es realmente tu culpa, porque es el universo el que ha estado moviendo sus influencias para que tu vida sea una mierda ¿correcto?.- preguntó.

-Sí, eso.- asentí.

Me revolví un poco sobre la cama para acomodarme y estiré mis extremidades perezosamente, luego me apoyé en mi costado y miré el perfil de Seth mientras descansaba mi mentón en su hombro. Llevábamos un buen rato tirados sobre su cama simplemente hablando de nosotros, cosa que se había convertido en una costumbre durante el tiempo que llevábamos juntos. No lo de hablar, lo de tirarse sobre su cama, a veces a hablar, otras a discutir, algunas a planear cosas o a deshacerlas, pero lo más divertido e interesante que hacíamos sobre su cama era experimentar cosas nuevas, como ese día en que se nos ocurrió hacer un castillo de naipes sobre ella. Fue un fracaso total, cada cinco segundos las cartas se caían hacia un lado y cuando lográbamos llegar al tercer piso lo inevitable sucedía. Los dos nos quedábamos muy quietos, primero mirábamos el castillo a medio hacer, luego nos mirábamos compartiendo un mismo pensamiento "El momento de la verdad..." pero cada vez que ese momento llegaba, en mi cerebro aparecía la salvaje idea de darle un manotazo al castillo que tanto trabajo nos había costado, la tentación era fuerte y... sé que él estaba pensando lo mismo, porque él fue quien las derribó, y la segunda vez fui yo. Definitivamente no servíamos para construir castillos, al parecer a los dos nos gustaba destruir cosas.

Pero bueno, retomando el punto de antes, ahora su cama era como un extraño santuario donde compartíamos lo que fuera que se nos ocurriera, estaba completamente consolidado. Por eso mismo ahora estábamos intercambiando teorías, y yo acababa de hablarle de la conspiración intergaláctica que hay en mi contra.

-¿Sabes lo que creo?.- me preguntó, sin quitar la vista del techo.

-Que yo sepa aun no aprendo a leer la mente.- dije.

-Creo que deberías aceptar que todo lo que te pasa es tu culpa.- dijo con simpleza.-No creo mucho en que las coincidencias existan, las cosas pasan por algo y ese algo desencadena otro algo... y somos nosotros los encargados de detener la sucesión de algos, sobre todo si esos algos son malos. ¿Me explico?.-

-Seth, compañero del alma, a veces me pregunto si es que tienes el cerebro dividido en dos.- dije llevando mi mano izquierda hasta su barbilla distraídamente.

-¿Por qué?.- quiso saber.

-No sé, me confundes.- admití.-El noventa y cinco por ciento del tiempo pienso que eres un idiota sin sesos que no piensa antes de hablar o de hacer algo.- es irónico que esa descripción se ajustara a mí también.-El otro cinco por ciento me lo paso tratando de asimilar que al parecer sí piensas, y no como cualquiera, sino que como alguien que en verdad se toma su tiempo.- puse mi dedo índice bajo su labio inferior y lo deslicé hasta su garganta, haciéndole cosquillas a pesar de que esa no era mi intención.

-Claro que pienso, Laila.- bufó.-¿Acaso tu no?.-

-No, nunca, yo soy una mujer de acción, no tengo tiempo de pensar.- respondí enseguida.

-Falso.- me contradijo.-Si no pensaras me hubieras dejado tocarte hace tiempo, pero a pesar de mis intentos aun no lo he logrado.- suspiró, casi derrotado.-Al parecer perdí mi toque seductor.-

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora