Cap. 64: Nadie lo sabrá

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Sutilmente me removí en la cama y terminé por recostarme sobre mi estómago, subí ambas manos por las sábanas hasta esconderlas bajo la almohada y enterré la mitad de mi rostro en el cojín. Con mi ojo izquierdo, ya que el derecho estaba escondido en el almohadón, miré hacia la ventana medio abierta y contemplé distraída el cielo crepuscular. Crepuscular, linda palabra, la aprendí de vampiros.

De pronto sentí la mano de Seth posarse en mi espalda, lo que me hizo sobresaltarme un poco, cosa que era bastante tonta considerando el hecho de que sabía perfectamente que él estaba a mi lado. Además esta "caricia en la espalda luego dé..." era algo que siempre hacía y que siempre empezaba igual. Incluso lo tenía separado por etapas, las cuales siguieron fielmente luego de la etapa uno que era en la que yo me alejaba y le daba la espalda.

Su mano fue hacia mi nuca y se quedó allí por unos segundos (etapa dos), luego con la punta de los dedos comenzó a descender por mi columna (etapa tres), deteniéndose cuando me rodeaba la cintura (etapa cuatro). Y, por supuesto, la etapa cinco, cuando se acercaba y depositaba un beso en mi hombro. Sí... ya lo tenía memorizado.

-Laila.- me llamó justo después del beso de la etapa cinco.

-Dime.-

-Hay algo de lo que te tengo que hablar.- murmuró con los labios rozándome la piel.

Algo en mi cabeza hizo corto circuito y todo mi cuerpo se tensó, además cierta frase que dijo Rita hizo eco dentro de mi cabeza, dice más o menos así... "Que ya no esté tan interesado en ti."  ¿Y si ella tenía razón? ¿Y si ahora era una maldita muñeca inflable sin valor como ser humano? No, eso era absolutamente imposible. Nadie se resiste a mis encantos, mucho menos el único tipo que conocía mis encantos supremos, llámensele también encantos de femenina femineidad sexy sensual.

-¿Sí...?.- dije.-¿Qué cosa?.-

Retiró su mano de mi espalda y lo escuché suspirar ruidosamente. Enseguida me di una extraña vuelta y me senté con la espalda dolorosamente recta, con las manos algo tiesas agarré las desordenadas sábanas y me tapé con ellas lo más que pude... que fue prácticamente todo el cuerpo, ya que me las puse sobre la cabeza y dejé a la vista sólo mi hermoso rostro.

-Hay algo que me ha estado molestando...- dijo dejando la frase en el aire, como para ver si yo adivinaba.

-¿Ah sí?.-

-Sí.-

-Sí.- repetí, y le hice un gesto para que se cubriera con algo. Lo siento, pero una chica no se puede concentrar teniendo a un tipo en traje de Adán frente a ella, además a este hasta le faltaba la hojita.

-Es sólo que...- hizo una pausa en la que se puso la ropa interior, gracias al universo.-¿Recuerdas las condiciones que pusiste cuando empezamos a salir?.- preguntó, otra vez echándose en la cama.

-Sí.- asentí.

-Hay una de ellas que no creo que pueda seguir.-

-¿Sí?.- creo que esa era la única palabra que sabía.

-Han sido casi dos meses ¿sabes?.-

-Sí.-

-¿Puedes dejar de contestarme así?.-

-Sí.-

Bufó exasperado mientras se sentaba, luego se deslizó por el colchón hasta quedar hincado frente a mí. Apreté las sábanas con mis manos haciendo que estas me cayeran por la frente y me cubrieran los ojos, aunque enseguida pude volver a ver gracias a que él las echó hacia atrás.

-¿Recuerdas que había una fecha límite?.- me preguntó y simplemente asentí.-Y se suponía que para esa fecha ya tendríamos que estar locamente enamorados y siendo comidos por la cursilería extrema, y que si no era así terminaríamos de buena forma ¿no?.- dijo, sonando como un adulto que le hablaba a un niño, y sí, yo era el niño.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora