-¡Y ha bajado!.- exclamó Jonah como si fuera un milagro ver a Emily con los pies sobre la tierra.
Claro que había bajado, pues estaba bastante emocionada con enseñarme su habitación y yo también quería ir a ver qué tal era y que tantos juguetes podían haber regados en el suelo y bajo la cama. Esto era simplemente increíble, no tenía idea lo mucho que me interesaba el mundo de los niñitos... pero es que, ¿Quién no se divierte viendo juguetes y recordando parte de su niñez?
-Ahora ven conmigo a comer.- le dijo Jonah estirando su mano hacia la niña.
-¡No!.- gritó haciendo una mueca.-¡Iré a jugar con ella a mi cuarto!.- le dijo escondiendo sus manos en su espalda.
-¿Jugar?.- dijo él lentamente.-Pues no jugarás hasta que te hayas comido todo.-
-¡No!.- se quejó Emily dando un pisotón en el piso, al parecer le gustaban esos pisotones.
-Entra a la casa ahora o juro que tiraré tu televisión por una ventana.- la amenazó él y enseguida ella se fue corriendo hacia la casa. Lo que me hizo preguntarme por qué no había usado eso para obligarla a bajar de la casita del árbol.
-Tu hermana es muy linda.- dije viendo hacia el lugar al que se había ido. En realidad se notaba que era una niña algo caprichosa y desobediente, pero para mí eso era genial.
-Espera a que pasen unos días...- murmuró no exactamente para que yo lo escuchara.-Por lo menos lograste que se bajara, así que gracias.- dijo volteándose para verme.
-De nada.-
-¡Ah! Debes estar cansada por el viaje, te mostraré tu cuarto.- dijo como si acabara de recordar aquello.
-Está bien.-
Lo seguí hasta estar dentro de la casa y otra vez aproveché de curiosear, me di cuenta de que había algunas fotos sobre muebles, cuadros colgados en las paredes y estanterías con libros en la sala. Cuando llegué al segundo piso noté que era igual de amplio que la primera planta y que había varias puertas, entre ellas resaltaba una blanca con un diseño de flores en ella, era obvio a quien le pertenecía esa. Luego de atravesar el pasillo llegamos a la última de las puertas y él la abrió dejándome pasar primero para luego dejar mis maletas a un lado.
-Y este es el cuarto de huéspedes.- informó el chico mientras yo me dedicaba a darme vueltas mirando.
Era una habitación perfectamente cuadrada con una ventana bastante grande, la cama estaba en un rincón y a su lado una mesita de noche, también contaba con un escritorio y un armario. Estaba bien, podría sobrevivir ahí todo el tiempo necesario.
-Gracias por subir mis maletas.- le dije agarrando una y poniéndola sobre la cama. ¿se han dado cuenta de lo tranquila y educada que he sido? No ha salido ni una sola queja de mi boca, y pensaba mantener las cosas así.
-Si quieres te puedes quedar aquí a descansar o puedes salir a dar una vuelta o puedes... no sé, lo que sea que hagan las chicas.- dijo él yendo hacia la puerta.-Creo que papá llegará en la noche, de seguro vendrá a saludarte entonces.- y con eso se fue dejándome completamente sola.
Comencé a sacar las cosas de mi maleta perezosamente, tirando toda la ropa que había doblado cuidadosamente sobre la cama sin importarme mucho el orden. Así estuve por unos minutos hasta que vacié las tres maletas que traje, por suerte en esas tres había logrado meter a la fuerza todo lo que me quise llevar de la academia. En fin, le di la espalda al gigantesco desorden de ropas y fui directo a abrir el armario que había en la habitación. Ahí abrí los dos cajones con los que contaba y puse en ellos mi ropa interior y todas mis camisetas, luego colgué mis chaquetas y pantalones en los colgadores, finalmente tiré mis zapatos dentro y cerré el armario.
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Descontrol
UmorLaila parece incapacitada para comportarse bien. Lo único que hace es desobedecer y tomar impulsivas decisiones, un error más y las puertas de su escuela serán cerradas para ella. Por culpa de un malentendido es expulsada definitivamente de aquel es...