-Bloque A, habitación 12.- dije leyendo las borrosas letras de tinta que tenía grabadas en la mano.-Habitación 12.- repetí mirando la puerta que tenía el número 12 tallado en una placa de metal.
La bienvenida había terminado hacía varias horas y fue igual a cualquier bienvenida, dictaron algunas de las normas, dieron consejos, explicaron un poco de los horarios de clases y otras cosas a las cuales no presté mucha atención. Luego de que acabara acompañé a Rita a la recepción y allí ella pidió su número de habitación, y para nuestra desgracia, a ella le correspondió el bloque B, habitación 9, o 19, no recuerdo bien. El resto del día lo pasamos buscando señales de Carly o de Eva, pero para nuestra mala suerte no pudimos encontrarlas, porque simplemente no estaban aquí. Finalmente nos despedimos luego de acordar que nos encontraríamos el día siguiente a la hora del desayuno, y admito que aunque habíamos fijado un lugar de encuentro, temía perderme idiotamente igual que siempre.
Bueno, volviendo a lo de antes, ahora me encontraba parada justo frente a la que sería mi habitación durante todo el año, y aun no me atrevía a abrir la puerta. Me daba miedo el tipo de compañera que pudiera tocarme, el año pasado tuve suerte de tener a alguien como Eva, pero ahora...
-A la mierda.- dije poniendo la mano en el pomo y girándolo para abrirla. Presioné el interruptor de la luz y así pude ver mejor.
Escaneé detalladamente todo lo que había dentro de la habitación, era bastante amplia y sus paredes eran de un color verde lima agradable, menos la pared en la que se encontraban las ventanas, que era de un rosa claro, del techo colgaba una lámpara blanca, al lado derecho de la habitación se encontraban las camas, que esta vez eran una linda y sólida litera de madera clara con cobertores blancos de estampado floral, en el lado izquierdo había un buró doble, contaba con un espejo largo y una buena superficie, además de dos sillas iguales, juro que nunca en mi vida había visto un mueble así.
Entré en la habitación, que estaba vacía, y cerré la puerta a mis espaldas. Observé más de cerca el buró y asentí aprobando su presencia, luego fui a descubrir que había tras unas puertas blancas que estaban cerca de la litera y del buró, la primera era un baño de tamaño considerable, tenía una tina, un estante blanco que no abrí y un canasto para echar la ropa sucia. Salí de allí y fui hacia la otra puerta, que era obviamente el armario, era igualmente gigante y estaba separado en dos por una delgada pieza de madera, no me sorprendí mucho al ver que mis maletas ya estaban allí, acompañadas de las valijas que pertenecían seguramente a mi compañera.
Tomé una de mis maletas y la tiré sobre la cama, corrí el cierre lentamente para abrirla y comencé a sacar algunas de las cosas que había en su interior. Como por ejemplo, mi pijama, ya era tarde y no tenía ganas de seguir en pie, prefería meterme entre las sábanas y dormir tranquilamente para así despertar perfecta mi primer día de clases. Dejé sobre la cama las dos piezas del pijama, mis pantuflas en el piso y metí el móvil bajo la almohada de la cama de abajo. Ni loca tomaría la litera, temía rodar por la cama durante la noche y caer de cara en el piso rompiéndome la nariz y quedando deforme de por vida. Me quité la ropa tranquilamente y luego me puse el pijama, abrí las sábanas y me enterré entre ellas, preguntándome por qué mi compañera aún no había llegado.
Abrí los ojos de golpe cuando un agudo ringtone estalló cerca de mi oreja, maldije en voz baja mientras agarraba mi móvil y lo apagaba de mala gana, nunca más lo dejaría bajo la almohada, de otra forma quedaría ciega ¿ciega?, digo, sorda, la mañana me volvía estúpida. Estiré cada una de mis extremidades al mismo tiempo que bostezaba quedamente, relajé los músculos y luego me quité las sábanas de encima para poder levantarme. Me puse de pie automáticamente, me revolví el cabello y me lo quité del rostro, caminé aturdida hasta una de las ventanas y corrí las cortinas dejando que la tenue luz del amanecer entrara para iluminar la habitación.
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Descontrol
HumorLaila parece incapacitada para comportarse bien. Lo único que hace es desobedecer y tomar impulsivas decisiones, un error más y las puertas de su escuela serán cerradas para ella. Por culpa de un malentendido es expulsada definitivamente de aquel es...