Cap. 6: Plan B

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Caminar por la calle con ropa de hombre que me queda gigante es un poco vergonzoso, bueno, es muy vergonzoso. La gente me miraba con cara de “¿Adonde se metió esa chiquilla?”, y yo no podía hacer más que seguir caminando lo más digna posible sin mostrar inseguridad. Pero por suerte, pronto llegué a casa. lo que en realidad no era tan bueno porque tendría que contarle a la madre de Tyler lo que sucedió...

Abrí la puerta de la casa y subí rápida y sigilosamente hasta mi cuarto para cambiarme la ropa y verme más decente. Por suerte no vi a nada en el camino, sólo a Tyler, pero el no cuenta como alguien, porque no le interesa lo que yo haga. Como sea, me vestí con unos jeans ajustados y una remera negra, luego fui corriendo a la habitación de Tyler para lloriquear por lo que hice, igual que siempre.

-¡Estoy perdida!.- grité al momento que abría su puerta.-¡Perdida!.- repetí una vez dentro.

-¿En serio?.- preguntó sin mirarme, estaba muy concentrado viendo el monitor de la portátil.

-¡Me expulsaron!.- exclamé y tapé mi boca enseguida por haber gritado, no quería que me escucharan.

-¿Por qué eso no me sorprende?.- dijo luego de rodar los ojos.

-Esto... esto es un desastre.- dije mientras comenzaba a caminar en círculos.-¿Qué voy a hacer? No me aceptaran en ningún lugar, voy a terminar recogiendo cartones el resto de mi ida por no tener educación... seré tan pobre que no me alcanzará ni para comprar un dulce...- comencé a decir.-Oh... peor aún... ¡terminaré en un reformatorio!.- exclamé con espanto.-¡No! ¡En esos lugares violan a las niñas lindas como yo!.- grité un poco desesperada, esta bien, muy desesperada.

-Cálmate, estás hablando cosas sin sentido.- dijo la siempre serena e irritante voz de mi querido hermano.

-Pero es verdad, tu madre me... me matará...- dije y me callé cuando sentó cómo la puerta principal era abierta.

-Bueno, ya llegó.- dijo él cerrando su laptop.-Suerte.-

Sentí un escalofrío recorrerme la columna, créanlo o no... la madre de Tyler me da algo de miedo. Es terriblemente estricta y aplica castigos no muy considerados. Claro que la mayoría de las veces nosotros no los cumplimos, ya que tenemos a suerte de que nunca este en casa. respiré hondo y me di media vuelta decidida a salir de la habitación y a decirle que me habían echado de la escuela para siempre.

-¡No puedo sola, acompáñame!.- le dije a Tyler tirándome sobre él.

-¡Quítate!.- me dijo y comenzó a empujarme para que lo dejara tranquilo.

-¡Por favor! ¡Ayúdame! ¡Ve a darme apoyo moral!.- lloriqueé aferrándome a su cuello.

-Esta bien, te acompaño.- dijo más calmado.

-¡Te quiero!.- le di unos cuantos besos en las mejillas y luego lo solté.

Bajé la escalera lentamente y me dirigí hasta la cocina, abrí la puerta de ésta y vi a la madre de Tyler tomando un café mientras leía el periódico. Ella levantó la vista al vernos entrar y nos saludó con una sonrisa, me petrifiqué en la entrada y si no hubiera sido porque Tyler me empujó de seguro no hubiera entrado.

-Mamá, Laila tiene algo que decirte.- dijo él mientras se sentaba a su lado y le quitaba el periódico para leerlo.

-Dime.- dijo ella.

Tragué con dificultad y sentí que el cuerpo me sudaba, dios, estaba nerviosa. “Bien Laila no seas cobarde, dilo. ¿Qué es lo peor que puede pasar?” me dije antes de abrir la boca. Aclaré mi garganta y me enderecé lista para decir algo.

-Hola... bueno, yo... tengo que decirte algo, importante.- dije con inseguridad.-Lo que pasa... es que, ¿Recuerdas que me expulsaron el otro día?.- ella asintió.-Bueno, lo que pasó hoy fue muy gracioso, verás...-

-La volvieron a expulsar.- me interrumpió Tyler.

-¡¿Qué?!.- exclamó la mujer tan fuerte que casi caigo de espaldas.

-No es tan así... bueno, sí, pero verás que es muy...-

-¡¿Pero que pasa contigo?!.- me gritó.-¿Sabes todo lo que me costó que te volvieran a aceptar?.- dijo molesta.

-Si lo lograste una vez, puedes otra... ¿no?.- dije.

-Esto es el colmo.- dijo irritada.-Eres una irresponsable, infantil, inmadura, sin remedio, porfiada niña que no entiende el significado de “ser bueno” ¿Te suena? ¡Claro que no!.- dijo precipitadamente.-Dios, ¿Qué haré contigo?.- dijo.

-Pues... darme otra oportunidad.- dije con naturalidad.

-¿Estás bromeando?.- dijo luego de soltar una carcajada.

-No.- le respondí y su sonrisa se borró.

-Bueno, por suerte.- dijo mientras acercaba su bolso.-Temía que algo así pasara tarde o temprano, así que tengo un Plan B.- dijo sacando lo que parecía ser un folleto de su bolso.

-¿Qué es eso?.- pregunté entrecerrando los ojos.

-Bueno, mi último viaje fue a Inglaterra.- dijo con una sonrisa cargada de malicia.-Y justo allá hay un lindo internado para señoritas.- dijo.

-¿Inglaterra, internado, señoritas?.- dije entumecida entera, ella asintió.

-¿Hablas en serio?.- preguntó Tyler.

-Más que nunca.- respondió su madre.

-¡¿Qué?! ¡No puedes hacer eso!.- grité.

-Claro que puedo.- dijo.

-¡Estás loca!.- exclamé.-No puedes mandarme allá, no eres mi madre.- le dije.

-Oh... Laila.- dijo.-Eso no es problema, soy tu tutora legal, es más o menos lo mismo. Toma, lee como será tu nuevo hogar.- dijo estirándome el folleto.

Fruncí el ceño molesta y le quité el folletito de un tirón, me di media vuelta y partí a mi habitación pisando el suelo con fuerza. La idea de irme a un internado no me gustó nada, digo, ¿A quien le emocionaría la idea de ser aprisionada en una escuela? ¡A nadie! Dios, la sola idea me causaba mareos y nauseas, era horrendo. Respiré hondo para calmarme y me estiré en la cama mientras arrugaba el folletito en mis manos, cosa que obviamente no me ayudó a calmarme.

Y así pase tres horas encerrada en mi cuarto enrabiada con todo y con todos, queriendo asesinar a las tontas que intervinieron en mi “buen comportamiento” y también arrepintiéndome un poquito por haber sido tan idiota. Por supuesto, quise  escaparme para no volver y así no tener que ir a esa prisión disfrazada de escuela, pero tratar de huir sería inútil porque de seguro me encontrarían. Sin mencionar que no me sé ubicar muy bien sola en la ciudad... lo sé, que tonta, pero es verdad. Así que sacando unas cuentas, como cuantas probabilidades habían de que me perdonaran la vida... me di cuenta de que eran cero, por lo que mi viaje está decidido.

Aunque no puede ser tan malo ¿cierto? Digo, hay varios contras... pero también pueden haber cosas buen...

-¡Al diablo! ¡Es una tragedia!- grité mientras pensaba aquello. Definitivamente era una verdadera catástrofe.

DescontrolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora