-¡¿Cuántas veces más tengo que escribir esta porquería?!.- pregunté quejumbrosamente mientras me tiraba parte del cabello, si seguía así me quedaría calva.
-100 veces, y cuida tu lenguaje.- respondió Lucas con suma tranquilidad mientras seguía leyendo su libro.
-¿Estás loco?.- dije indignada al momento que lanzaba el lápiz con fuerza al suelo.-De tanto escribir se me caerán los dedos... ¿quieres una pupila sin dedos?.- dije aparentando preocupación.
-Laila, sigue.- ordenó sin siquiera mirarme.
Miré con desprecio la hoja de cuaderno que ya llevaba escrito hasta la mitad “No debo desobedecer a mi inteligente tutor y mucho menos hacer gestos obscenos”, me estaba volviendo loca, ya había escrito más de diez páginas con lo mismo y sentía que esa tonta frase se me estaba incrustando de a poco en el cerebro. Sí, mi vida era horrible... y todo por culpa de este idiota que está obligado a hacerlas de supervisor, si tan sólo uno de los costosos pilares de la academia le cayera justo en la cabeza... quizás así mis problemas se solucionarían.
-Oye... ¿puedo preguntarte algo?.- le dije con mi cara más tierna y mi voz más suave.
-¿Qué?.- dijo, sin mirarme, igual que antes... maldito.
-Mira, si me dejas llegar hasta aquí prometo que mis calificaciones subirán.- ofrecí mientras me levantaba del pupitre.
-Interesante... lo sería, pero por desgracia tu obligación es tener buenas notas, así que no es algo negociable.- dijo cerrando su libro y por fin fijándose en mí.
-¡Oh!.- exclamé.-Te intercambio mi castigo por uno de mis secretos oscuros...- dije sonriendo.
-¿Secretos oscuros?.- dijo enarcando una ceja.-Tienes 15 años... ¿Qué secretos oscuros puedes tener?.- dijo con incredulidad.-¿Aún te asusta la oscuridad o qué?.- sin querer cambié mi risueña expresión por una de molestia, haciendo que ahora él sonriera.
-¡Te odio! ¡Eres un maldito desgraciado!.- grité e impulsivamente tome una goma de borrar que había sobre mi pupitre y se la tiré en la cara.
-Termina de escribir eso.- dijo con una seriedad que casi me mata.-Y ahora ya no te permitiré salir de la academia, ni siquiera en los días libres. Los pasarás aquí estudiando.- luego de que dijera eso me sentí casi como una condenada a muerte.
-¡Estoy castigada!.- grité.-¡Castigada!.- repetí y escuché la disimulada risita al otro lado de la línea.
-No me sorprende, quizás qué hiciste...- la ahora cambiada voz de mi hermanito resonó dentro de mi cabeza con fuerza.
-No hice nada, sólo lanzarle una goma de borrar a mi tutor...- dije hablando bajito.-Se veía muy gracioso enojado.- reí recordándolo.
-Ahh... pues entonces no te quejes.- dijo con calma.
-¿Qué no me queje? ¿Te dije que no me dejan salir los fines de semana?.- le pregunté apoyándome en la pared de la cabina telefónica.
Sí, el móvil también había sido arrancado de mis manos, junto con mi computadora y mi libertad. Claro que el castigo se haría incluso peor cuando Lucas se enterara de que en este mismo momento estaba en las calles de un pueblito cercano a la academia con las chicas y con la mitad del instituto, ya que era nuestro día libre.
-¡Oh, que terrible! Fines de semana sin salir.- dijo con sarcasmo.-Espera un momento... ¡fines de semana sin salir!.- exclamó.-Ok, te entiendo.- resolvió por fin.
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Descontrol
HumorLaila parece incapacitada para comportarse bien. Lo único que hace es desobedecer y tomar impulsivas decisiones, un error más y las puertas de su escuela serán cerradas para ella. Por culpa de un malentendido es expulsada definitivamente de aquel es...