-¡¿Por qué lo hiciste?!- me gritó Rita, levantando ambos brazos en el aire.
Sentí que me encogía abruptamente al tamaño de una hormiga, bueno, no tan pequeña, quizás al tamaño de un lindo gatito asustado. Rita acababa de ser la privilegiada oyente de mi extraña historia, la cual comencé a contar luego de repetir incoherencias por al menos diez minutos. Pasé por absolutamente todo, desde la desesperada búsqueda de consejos con Lucas, hasta el momento en que descubrí la verdad de la vida estando bajo la ducha. Y ahora, luego de darle unos segundos para asimilar todo, ella me salía con esta terrible pregunta: “¿Por qué lo hiciste?”
-Yo no sé.- dije, con los hombros caídos mientras miraba algún punto sobre la alfombra.
-Tú, Laila, no tienes sentido.- suspiró.-Lo que haces no tiene sentido.- recalcó.
-Es sólo que... bueno, no sé.- balbuceé.-¿Qué debería hacer ahora?.- le pregunté, mirándola como si ella fuera la más antigua fuente de sabiduría.
-Pues, no sé.- dijo alzando los hombros.
-¡¿Cómo que no sabes?!.- exclamé.
-¡No sé!.-
-¡Dime algo!.- “¡Lo que sea!”, grité en mi cabeza.
-¡Pero no sé qué decirte!.- dijo.
Estábamos sentadas sobre su cama, ambas sentadas al estilo buda, por lo que no me fue difícil tomarla por los hombros y zarandearla, como si eso me ayudara a sacarle una frase que me complaciera.
-¡Dame un consejo!.- insistí mientras ella gritaba.
-¡No sé!.- decía con voz aguda.
Por más ilógico que pareciera, la continúe agitando mientras ambas gritábamos al mismo tiempo, yo suplicándole respuestas y ella insistiendo en que no las tenía. De seguro aquello se veía divertido y de cierta manera lo era, además, toda chica ha pasado por estos momentos de niñería extrema llena de grititos, ¿cierto?
-¡Rita, por favor!.- pedí.
-¡Yo, eh, no sé!.- dijo, sonando desesperada.-¡Will me besó!.- chilló.
-¡¿Qué tiene que ver Will...?!.- dije, pero entonces procesé.-¿Qué él qué?.- pregunté, dejando el zarandeo de lado y reemplazándolo por una mirada de sorpresa infinita.
-Ayer, en el pasillo.- dijo con una mirada tímida.
La miré por un momento y luego solté una exclamación emocionada, la tiré hacia mí y la rodeé con mis brazos fuertemente. Me alegraba que al fin Will se pusiera los pantalones y actuara como el macho que Rita necesitaba, siempre supe que terminarían juntos, algo en mi interior me lo gritaba.
-Al fin, ha pasado tanto tiempo.- le dije cuando la solté.
-¿Ah?.-
-Le gustas hace tiempo, perdón si no te lo dije... pero creí que él debía hacerlo solo.- me excusé. De cierta manera había roto el código de amigas al no decirle, pero podríamos decir que no soy muy buena siguiendo ese código...
-Está bien.- dijo.
-Y bien, ¿cómo fue?.- pregunté levantando y bajando las cejas juguetonamente.
-Bueno...- una sonrisa apareció en su rostro y vi que se iluminaba y yo... bueno, traté de recordar si es que alguna vez había puesto esa expresión al pensar en alguien.
-Wow.- dije.-De veras te gusta.- sentencié mientras asentía, completamente convencida.
-Sí...- suspiró.-Pero ese no es tema para hoy.- dijo de pronto, dejando su soñadora actitud de lado.-Ahora estamos hablando de ti.- dijo y me apuntó.
ESTÁS LEYENDO
Descontrol
HumorLaila parece incapacitada para comportarse bien. Lo único que hace es desobedecer y tomar impulsivas decisiones, un error más y las puertas de su escuela serán cerradas para ella. Por culpa de un malentendido es expulsada definitivamente de aquel es...