Lo siento por ti

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ARTISTA? ¿_____ había salido con un artista? James apenas podía creerlo. Ella nunca había mostrado especial interés por el arte, ¿cómo era posible que hubiera tenido una aventura con un artista? ¿Y con quién más habría salido? Desconcertado, admitió que su antigua amiga no encajaba dentro de la imagen que se había hecho de ella. Era comprensible. La gente cambiaba. Aunque, según _____, él había cambiado muy poco, pues seguía saliendo con la misma clase de rubias...
Cuando se levantó antes del amanecer a la mañana siguiente y miró por la ventana, James supo que ninguno de los dos iba a salir de allí en un futuro próximo. La nieve caía todavía con más fuerza. Su coche había quedado enterrado bajo una densa capa de copos blancos.
Por suerte, la electricidad seguía funcionando y había Internet.
Revisó su correo electrónico y pidió a su secretaria que cancelara todas las reuniones que tenía durante los dos días siguientes. Luego, buscó el nombre de Patric Alexander en Internet, casi esperando no encontrar nada, pues había muchos más artistas desconocidos que famosos.
Sin embargo, lo encontró. James se llevó el portátil a la cocina y se preparó una taza de café. Patric tenía ya una consistente lista de admiradores y clientes y parecía un pintor de éxito. Había una imagen suya, rodeado de mujeres, delante de uno de sus cuadros. Era un hombre guapo, había que reconocerlo.
James cerró el portátil de golpe, se terminó el café y se fue a casa de _____. Eran apenas las ocho y media de la mañana y estaba tan oscuro que había tenido que llevar la linterna. Aunque llevaba varias capas de ropa, el frío le calaba hasta los huesos. Cada vez de peor humor, esperó a que ella abriera.
–¿Qué estás haciendo aquí tan pronto? –preguntó ella, sin dejarle entrar, abriendo solo una rendija.
–Hace demasiado frío para que hablemos en la puerta. Abre y déjame pasar.
–Cuando dijiste que vendrías a verme, no mencionaste que sería casi al amanecer.
–Hay mucho que hacer. ¿Para qué vamos a seguir durmiendo?
Dentro, James se quitó el abrigo y la bufanda. Ella llevaba unos vaqueros gastados que le sentaban a la perfección. Su cuerpo también había cambiado. Parecía más alta y atlética. Se había hecho una trenza en el pelo.
–Espero no haberte despertado. Me he levantado a las cinco y media.
–Lo siento por ti, James –repuso ella, sin sonreír.
Entonces, la siguió a la cocina, donde _____ empezó a cascar huevos en un recipiente. Él no había desayunado y la perspectiva de hacerlo le encantó. Le preguntó si podía prepararle algo a él también.
–Dijiste que tenías provisiones en tu casa.
–Tengo la nevera llena, pero no me he preparado nada para desayunar.
–¿Y llevas despierto desde las cinco y media? ¿No se te ocurrió servirte un bol de cereales o prepararte una tostada?
–Cuando empiezo a trabajar, nada me distrae. Además... no me gustan los cereales. Son como pedazos de cartón, por mucho que digan que son saludables.
_____ había pasado muy mala noche. No estaba de humor.
–Esto no va a funcionar, James –le espetó ella, girándose hacia él de golpe.
–¿Qué?
–¡Esto! ¡Que vengas cuando te da la gana como si estuvieras en tu casa! Si quieres ayudarme a enrollar las alfombras, de acuerdo. ¡Pero no es necesario que vengas aquí a pasar el día! Tengo muchas cosas que hacer.
–¿Cuáles?
–Tengo que limpiar armarios y tengo que ponerme al día en el trabajo, si es que no voy a poder irme mañana como planeaba –repuso ella y se volvió para echar los huevos en la sartén.
–Es mejor que compartamos el mismo espacio, _____. ¿Para qué voy a tener la calefacción a todo gas en mi casa cuando soy el único que la usa?
–¡No quiero tenerte todo el día encima!
–Voy a hacer el trabajo pesado para ti hoy, _____.
–Lo siento –murmuró ella–. Te agradezco la ayuda práctica que pretendes darme, pero...
–De acuerdo. Tú ganas, _____. No sé por qué quieres empezar una guerra, pero, si es tu deseo, no te lo impediré.
James se levantó y ella se giró para mirarlo.
¿Era eso lo que quería de veras?, se preguntó _____. ¿Necesitaba convertir a su amigo de toda la vida en un enemigo? ¿Solo porque le costaba estar en la misma habitación que él?
–No quiero una guerra –dijo ella, suspirando–. Lo que no quiero es que pienses que... que nada ha cambiado entre nosotros –añadió, apagó el fuego y se sentó.
El pasado seguía pesando sobre ellos. Nunca habían hablado de lo que había sucedido aquella funesta noche hacía cuatro años, caviló _____. Su recuerdo era tan amargo que había ensombrecido todas sus relaciones. Aunque tampoco había tenido muchas. Solo dos. La primera, con un abogado francés que había conocido en el trabajo, con el que apenas había salido tres meses.
Patric había sido su alma gemela desde el principio. Habían sido amigos durante tres años antes de decidir ir más lejos. A pesar de que se llevaban de maravilla, ella no había conseguido sentir la excitación y la atracción que había sentido por James. Y lo había intentado.
Al fin, Patric y ella habían admitido la derrota y habían vuelto a ser buenos amigos, por suerte.

La chica a la que nunca miro ( adaptación )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora