La ropa no le quedaba bien. Los pantalones le estaban demasiado cortos y la camiseta, demasiado ajustada. Podía haber estado ridículo, pero no. Seguía teniendo un aspecto demasiado sexy como para resistirse a él.
–De acuerdo. Voy a meter esto en la lavadora, me daré una ducha y, luego, te prepararé café. Seguro que mi padre tiene pastillas para dormir en alguna parte, pues las tomaba cuando se lesionó la espalda hace unos años. ¿Quieres que te las busque?
–El analgésico es lo más que estoy dispuesto a tomar._____ se encogió de hombros y se dirigió a la puerta, llevando sus ropas con ella.
Se portaba como si le hubiera pedido caminar sobre carbones calientes, pensó James con irritación.Aunque no decía nada, por su lenguaje corporal, estaba claro que no estaba cómoda. Ya no era la chica amable en la que podía confiar. Ni la joven fascinada con él que lo había escuchado con la boca abierta. Era una mujer incómoda con su presencia y decidida a mantener las distancias.
Él le había hecho daño en una ocasión y ella lo había dejado atrás. Era una sensación frustrante, admitió James para sus adentros.
Solo habían hablado de Patric, pero estaba seguro de que ella habría salido con otros. Era una mujer demasiado guapa. Hacía tiempo, ella le hubiera confiado todos sus secretos hasta el mínimo detalle. Pero ya, no.Había habido un tiempo en que _____ se había reído con él, contándole historias de sus compañeros de clase en el instituto y, luego, en la universidad. Eso era agua pasada.
–Como quieras –dijo ella, encogiéndose de hombros con indiferencia–. Creo que deberías dormir aquí abajo. El sofá es lo bastante grande y, así, no tendrás que subir las escaleras. Como sabes, hay un aseo abajo... ya sé que el baño está arriba, pero espero que puedas moverte mejor mañana, cuando hayas descansado...
Eso esperaba ella, porque no quería ni pensar en tener que ayudarlo a ducharse. Solo de imaginarlo, le temblaban las piernas.
Después de haber mantenido la calma de una forma admirable durante su pequeño discurso, _____ se giró y subió escaleras arriba. Se dio una ducha rápida que le supo a gloria y volvió a bajar con ropa de cama. Había esperado encontrarlo tumbado, pero James se había sentado en una silla y había encendido la televisión. Estaban dando el pronóstico del tiempo.
Con rapidez y eficiencia, ella hizo la cama en el sofá con dos sábanas, un edredón y una almohada.–No deberías forzar la espalda –aconsejó ella, de pie junto al sofá, pues no pensaba quedarse con él a ver la televisión. Sería una situación demasiado familiar, incluso íntima, y prefería evitarla.
–Cuanto más la fuerce, antes podré andar solo –replicó él y, al mirarla, se dio cuenta de que ella no tenía intención de acompañarlo más tiempo del estrictamente necesario–. ¿Es que no vas a relajarte y ver un poco la tele conmigo? –preguntó en un acto de masoquismo, pues conocía de antemano la respuesta._____ meneó la cabeza y murmuró algo acerca de limpiar la cocina, estar cansada y tener que enviar unos correos electrónicos...
–En ese caso, no quiero entretenerte –señaló él con tono seco–. Si me dejas los analgésicos a mano, no te molestaré hasta mañana –añadió, se puso en pie y, rechazando su oferta de ayuda, caminó hasta el sofá y se tumbó.
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La chica a la que nunca miro ( adaptación )
RandomHabían crecido juntos, pero él en una mansión y ella en la casa del mayordomo. James Maslow siempre lo había tenido todo: dinero, atractivo y una sonrisa demasiado seductora, algo que le había procurado una larga lista de sofisticadas bellezas a su...