La noche había transcurrido tan sosa como lo había pensado, su maestro había hecho la develación del retrato de su majestad y como siempre, todos estaban encantados, menos él. Si bien su mentor era un genio, actualmente se había transformado en algo que para su ver era obsoleto. De hecho él mismo lo insto un poco a repetir dicho trabajo, pero fue inútil. Lo que significaba que el gran John White, estaba llegando a sus límites, aunque no hubiese nadie en la sala que lo notara en aquel momento.
Así pues, todos se dirigieron a hacer el brindis, sus padres como siempre alagaban a la reina, de lo maravillosa que era su pintura, de lo magnifica que se veía y muchas otras banalidades; al igual que todos los anodinos invitados. Él como buen aristócrata tenía que sonreír y parecer encantado con la charla de los presentes, aunque por dentro solo esperara impacientemente la hora de marcharse, ya que definitivamente no existía razón que le atrajera a estar ahí.
Aburrido de lo monótono del asunto se levantó de su asiento y se disculpó, poniendo un pretexto bastante absurdo, pero que estaba seguro que serviría. Aunque vanos fueron sus intentos cuando sus padres se acercaron a él en compañía de la familia Mëlling y su hija mayor, cuyas intensiones eran más que claras, inclusive antes de que alguien dijese algo.
— Thomas, ven aquí un momento. Queremos que conozcas a alguien — su madre decía con soltura. — Ella es la señorita Isabella Mëlling y ha venido esta noche solo para conocerte, ¿no crees que deberías de ser más cortes y acompañarla?— Si lo siento madre, ha sido error mío. Mucho gusto señorita Isabella — no tendría escapatoria esta vez, así que con su aparente y elegante forma de ser tomó la mano de la joven y la llevo a una sala de estar que estaba cerca de la estancia donde se daba la celebración.
Las horas pasaron no tan tediosas como lo esperaba. Ya que la chica era interesante. Era diferente a tantas otras que había conocido, era inteligente y poseía ciertos dotes artísticos, que hicieron de la noche algo llevadero, hasta que llegó el momento de retirarse.
Con un ademan de respeto se despidió de ella y de su familia, con la promesa de volverse a ver en algún otro evento, cabe mencionar que eso había sido idea de su encantadora familia, no de él. Pero que más le quedaba sino obedecer.
Mientras su padre se despedía del resto de los invitados, le pareció apropiado contemplar por última vez la obra de su maestro, después de todo, parte de lo que era en ese momento se lo debía a él.
Cuando iba entrando a la estancia, repentinamente alguien choco contra él, haciendo que perdiese el equilibrio y cayese al suelo.
Trato de recuperarse del intempestivo golpe, tratando de ver a quien lo ocasiono pero no había transcurrido ni un segundo cuando una multitud ya estaba tratando de ayudarle a incorporarse.
Escruto la sala, en búsqueda de aquella persona y de no ser por uno de sus sirvientes quizás nunca lo habría notado, era un joven. Molesto, como era su costumbre el hombre regordete que lo acompañaba, le había pedido al chico que se disculpara por lo que había ocasionado. Temeroso se acercó, hasta donde se hallaban todos, inclusive las solteronas que asistían a esos eventos solo para recibir las buenas nuevas o cualquier chisme de alguien de sociedad, de quien pudiesen hablar mal un tiempo y por desgracia de aquel muchacho, parecía que sería él. Pidió una disculpa. No era nada grave, después de todo cualquiera podía cometer una imprudencia por la prisa. Con serenidad el duque había preguntado su nombre, tenía curiosidad por aquel chico, a quien curiosamente nunca había visto. De haberlo hecho lo recordaría, con eso ojos oscuros que asemejaban a la noche en su más basto esplendor y aquel rostro de tez clara y bellamente enmarcado con un corte que lo hacía ver como todo un miembro de la realeza. Seguramente lo sería, pero por alguna extraña razón era la primera vez que tenía el gusto de "conocerle". O'Brien, en algún lugar había escuchado dicho apellido, pero no lo recordaba con claridad, así que quiso añadir algo más pero el mismo sirviente que había hablado hace unos instantes, añadió en tono brusco que el joven había sido un torpe y que debía ser más cuidadoso sino quería ocasionar problemas, por lo que pudo distinguir un deje de molestia en sus ojos, pero no había dicho nada, más que asentir y retirarse de aquel lugar.
Vaya noche, los sirvientes se retiraban de su habitación mientras tomaba asiento en su escritorio, tenía que relatar lo acontecido, ya que era algo nuevo en la vida tan monótona que siempre llevaba. Primero, conoció una inteligente chica que su familia estaría encantada de recibir como un miembro más, o mejor dicho como su posible prometida y un chico misterioso que por alguna razón había hecho surgir dentro de él una sensación extraña.
El breve escrito estaba hecho, acompañado por pequeños garabatos aquí y allá. Flores elegantemente dibujadas alrededor de la descripción de la chica y un bosquejo del rostro de aquel muchacho y a un lado de este, escrito en una letra que solo él entendía, estaba su nombre: Dylan O'Brien y una diminuta nota que decía "Lego invenio te". Había concluido, cerro su cuadernillo, se fue a la cama y se permitió caer en los brazos de aquel dios de los sueños, esperando que esa noche pudiese transcurrir de forma pacífica. Y así fue, su inconsciente lo transporto a diversos escenarios fuera de sus pesadillas recurrentes pero había algo que lo inquietaba y era el hecho de que también el chico, había aparecido en ellos.
A la mañana siguiente, el joven Sangstër ya estaba listo, asistido y arreglado por todos sus sirvientes ya que a temprana hora debía asistir a otra de esas odiosas reuniones que organizaban los conocidos de sus padres. Pero estaba esperanzado de que esta vez fuese algo diferente, ya que parecía ser que un músico famoso de aquella época iba a presentarse, un tal Chaikovski, si no mal recordaba.
Así pues subió a su carruaje acompañado de su madre, que no dejaba de parlotear y arreglar el cabello de su hermana Ava y su padre, que no dejaba de mencionarle lo importante que era para un hombre Sangstër contraer matrimonio antes de los 25 años.
|| Bien, aquí les dejo el segundo capítulo, esperando sea de su agrado ||
ESTÁS LEYENDO
¿Por qué TÚ?
FanfictionHubo una época en donde existían las libertades de la actualidad. En donde muchas de las decisiones eran tomadas por los padres, a pesar del disgusto y la inconformidad de los hijos. En donde todo se regía por la aristocracia y la gente con los recu...