CAPÍTULO 34

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¿En verdad estaba muerto?, ¿Qué no era lo que más deseaba?, ¿Qué no se llenaría de satisfacción?, al final de todo se lograría la venganza que deseaba, no solo moriría, si no que sería por su propia mano mientras humillaba su integridad desgarrando la capacidad de su cuerpo.

La mente de Dylan comenzó a pelear, —Ves al fin ha pagado, Thomas está muerto— pero como podría su mente asimilar que aquella persona que más amó, ahora estuviera muerta. Si el dolor había sido gigantesco entender que Thomas no moría si no su amado Tom era quien yacía inerte, le hiso sentir una desesperación casi indescriptible.

Tomo el cuerpo y repetía incesantemente el nombre que ahora parecía hueco, lo llevó a un lugar seco, la sangre se había detenido, pero el sentido no se había recurado, en algún momento debía despertar, ya que su respiración era lenta, tenue pero aún existía.

No había mucho que hacer, situaciones así son demasiado complicadas como para saber cuáles la mejor opción, después de asear sus cuerpos y vestirlos, Dylan recostó a su amado rubio en la cama principal, y sin quererlo quedó dormido a su lado, como quien cuida el lecho de un moribundo.

Las pesadillas esa noche fuero más escalofriantes de lo acostumbrado, que pasaría si en verdad hubiera matada al duque, la única persona por la que en verdad existía, porque en su destruida mente, se aclaraba la verdadera idea de sus sentimientos, no es que lo hubiera dejado de amar, ahora estaba seguro que lo amaba más que a nadie, que su existencia completaba la verdad de su deprimente vida.

En la mañana, el joven O'Brien, prefería seguir dormido antes de enfrentarse a la terrible realidad, aun cuando el sueño ya no era suficiente para dejarlo dormir, prefería no sentir, no escuchar, no ver, seguramente los momentos más difíciles de su vida, lo vivió mientras esperaba que aquello fuese solo una ilusión inventada por su trastornada mente.

Para su suerte o su desgracia esa noche no terminó todo, una fría y débil mano acarició el cabello del pelinegro lo que le dio la esperanza de que quizás después de todo, la vida de su amado no había terminado. En cuanto abrió los ojos, distinguió los claros ojos de Thomas que se entreabrían y se mostraban entre la ternura y la súplica.

Después de derramar unas pocas lágrimas cristalinas y de tomar al convaleciente joven rodeándolo con sus brazos a modo de un fuerte abrazo se atrevió a decir —Perdóname, por favor, no supe lo que hice, Perdóname, nunca pensé que todo terminaría en eso— las palabras se entrecortaban con cada bocanada de aire que entraba en su cuerpo —Sé que después de esto, mucho entre nosotros cambiará, casi te mato, y entenderé que lo que tú quieres ahora es que me vaya.

—quizás ahora mis promesas ya no sirvan de nada pero me juro y te juro no volver a lastimarte, porque me iré tan lejos como estas piernas me lo permitan, Peter podrá hacerse cargo de todo, sé que lo detestas, pero es un buen hombre— tras decir eso, el pelinegro lo soltó con delicadeza, y se dirigió hacia la puerta, pero antes fue interrumpido por la voz de quien estaba en la cama.

—Tengo miedo, mucho miedo— eso hizo que Dylan sintiera más culpa, y no contestó nada, pero detuvo su andar —el motivo de tu partida lo explico por dos motivos, el primero podría ser porque no encontrabas el pretexto para abandonarme, y ahora que lo tienes lo aprovechas sin dudar, sin esperar, sin pensar en nada más que en tu egoísmo, y la manera de salir de este problema que soy yo. Por el otro lado pienso que la culpa que te embarga es tan grande que no encuentras manera de pedirme perdón, te crees ahora un monstro que puede causarme daño, y que todo aquello te motiva a tomar la decisión más difícil que es dejarme para no lastimarme.

El silencio gobernó el lugar por unos minutos, después el duque continuó —Pero como ya te dije tengo mucho miedo, porque mi alma me exige pensar que la razón para dejarme aquí completamente solo es que te interesas por mí y, podría estar equivocado. Lo triste es que no importa lo que pienses, o porque actúes como lo quieres hacer, no importa si te importo o te estorbo, lo único cierto es que te necesito, y nunca permitiría que te fueras.

¿Por qué TÚ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora