¿Por qué TÚ?

CAPÍTULO 48

Casi en automático los dos cónyuges reaccionaron, podría ser lo que se imaginaban, esa pequeña niña había conseguido lo que parecía imposible, sin mirarse si quiera vieron el reloj de pared del despacho, no era tan tarde, la una, a julia le permitía llegar hasta la finca, porque ahí era donde su felicidad florecía, en ese jardín donde todas las noches se veían religiosamente.

Por su parte el joven rubio, no sabía si ir de inmediato al parque, ya lo estaría esperando, pero era muy temprano, lo mejor que podía hacer esperar un poco, quizás arreglarse, o preparase, en verdad ya estarían listos para verse, recordaba aquella ultima vez y su sangre se helaba por completo, pero que más daba, verlo, tenerlo cerca, bien valía el arriesgarse.

La primera en llegar a su cita fue Julia, su pensamiento mientras viajaba, no iba hacia otro lado más que verlo, que ese sueño que todos los días la motivaba se volviera realidad, pero esperaba algo más de aquella visita, quería lo más valioso de aquel hombre, a ella ya no le importaba si él se iba, pues pensaba que lo merecía, lo que ella añoraba conseguir de Peter era nada más que su perdón.

En otro lugar los pensamientos de un rubio eran completamente distintos, añoraba verlo, deseaba que Dyl volviera tal y como estaba antes de sus terribles ataques, era necesario abrazarlo, indispensable besarlo y vital verlo bien, se sentía tan culpable, deseaba saber que todo aquel daño causado podía revertirse.

Pero en esta vida, las cosas nunca salen como las planeas, el porvenir siempre guarda sorpresas y nuestros planes siempre cambian por unos más convincentes, realistas y pertinentes, estudiar una situación siempre deja en nuestros corazones pensamientos tan idealistas que poco a poco cambian, por los que menos esperamos.

Julia entraba apurada, ya era momento, debía enfrentarlo, debía suplicar por un perdón, por uno que le devolviera la paz, ya estaba harta de remordimientos y desolación, solo quería que cuando el día de su fin llegara, la absolución de un joven castaño mitigara algunas de sus culpas.

Estaba descontrolada, sentirse nuevamente en ese lugar, donde comenzó una linda historia de amor, donde ella sintió verse dentro de un futuro feliz, pero al mismo tiempo recordar aquellos escalofriantes momentos cuando fue ataca brutalmente por su propio hermano, todo aquello era demasiado, simplemente más de lo que su mente alcanzaba a procesar.

En el jardín de la hacienda se encontraban ya algunos sirvientes, estaban todos muy interesados en la conversación de otro hombre, era él, sin duda, se decía para sí misma la joven pelinegra, mientras un par de caporales le ayudaba a bajar por la rampa que daba al área frutal, en cuanto la señora llegó, todos enmudecieron y se dispersaron, en pocos segundos, solo estaban Peter Malik y Julia O'Brien frente a frente.

En el jardín frente a la academia se encontraba ya un dispuesto Duque a recibir a su amado, había llegado desde las tres y media, sabía que era muy temprano, pero no importaba, lo esperaría, no podría ser que por cualquier descuido, las cinco llegaran y Dylan se fuera.

Para desgracia de un noble ansioso, las cuatro y cincuenta ya marcaban el decline de la tarde, y la llegada añorada no había llegado, los pensamientos crepitantes de la desesperanza asolaban la mente de Thomas, se aseguraba que si Dylan ya estaba recuperado, él tenía que seguir amándolo, además su hermana no podía jugar con él de esa forma, pero si él no estaba ahí, era seguro que ese administrador que tanto amaba no había vuelto a ser el mismo... y nunca lo haría.

—Julia O'Brien— carraspeo Peter y corrigió —Julia Duquesa de Sangstër, mejor dicho— el joven lucía tan encantador como siempre, su perfilado rostro aún seguía siendo imposible, a pesar del tiempo, su blanca piel enmarcaba muy bien su cabello castaño, para la joven que se había quedado perdida entre el con una mirada simplemente alegre veía dos cambios, la cobriza barba de su cara ya no estaba y una prominentes ojeras aparecían debajo de sus ojos denotando cansancio y desvelo.