El semblante del rostro del joven O'Brien había cambiado al escuchar las últimas palabras de Isabella, dando paso a unas inaudibles y demenciales carcajadas — Eso es lo que tú crees... Pero sin ti en mi camino, todo será más fácil... — La joven yacía con una sonrisa en su rostro a pesar de lo que el pelinegro había dicho segundos antes, lo que lo saco de su postura triunfal he hizo que se acercara a ella de manera violenta— Quita esa estúpida mueca de tu rostro, no veo porque debas estar feliz ahora... Después de todo en cuanto te largues, él se ira conmigo y me hare cargo de que nunca vuelva a recordarte— decía desafiante el menor tomando la barbilla de la joven bruscamente con sus mano para mirarla directamente — Claro...— Aquellas fueron las últimas palabras de la joven, antes de dejarse llevar por las manos de quien cuando llega no perdona. Seguidas por el llanto de su amante, quien segundos antes había estado de pie en la puerta, esperando el fatídico momento en que quién había sido su esposa falleciera.
Esa semana fue oscura, tanto para la familia Mëlling como para los Sangstër. Los padres de Isabella estaban destrozados, su única hija ahora ya no estaba con ellos y el único recuerdo que tenían de ella, pronto dejaría de estar a su cuidado y no volverían a verle jamás. Y ni mil disculpas por parte del duque harían que se sintieran reconfortados; puesto que ambos estaban seguros que ese hombre algo había hecho para arrebatarle la felicidad y la vida a su pequeña.
El funeral fue demasiado discreto, solo los muy allegados a ambas familias habían asistido; todos y cada uno de ellos con la pena embargada en sus corazones. Hubo disculpas, pésames y palabras de aliento para la familia de la occisa. Mientras que para la familia del esposo no hubo más que reclamos, ofensas y miradas de desapruebo, junto con la tristeza y vergüenza que se albergaban en el interior de Thomas, puesto que su madre y su hermana no tendían porque cargan con aquello que claramente fue culpa suya.
— Lo lamento, Isabella.... — amargas lágrimas caían sobre el féretro de la joven, que pese a yacer sin vida lucía tan hermosa como si lo estuviese — Thomas... — una mano se posó sobre el hombro del duque, por unos instantes pensó que era Dylan, que estaba ahí para acompañarlo en su dolor, pero no fue así, era Julia, que junto con Peter estaban ahí para despedirse de su esposa — Lamento mucho su perdida joven duque; no sabía que la joven Isabella se encontraba tan enferma, de haberlo sabido... También habríamos venido a verle ese día... Era tan dulce y sincera, que no esperaba que algo así le sucediese — decía el chico mientras sus ojos comenzaban a humedecerse — Tampoco yo... — decía el pelirrubio sin alejar la vista del cristal que reflejaba a una aparentemente durmiente joven Mëlling.
Su corazón lo traicionaba y su mente comenzaba a jugarle sucio, era claro que nunca había amado a aquella chica, pero tampoco la odiaba. Era linda, dulce y fuera de lo ordinario, de no haber sido así ni siquiera se hubiese fijado en ella. Pero él no deseaba casarse ni permanecer el resto de su vida a su lado. Lo que había hecho cambiar un poco la perspectiva de su persona, sin embargo eso no justificaba todos los malos ratos que la hizo pasar después de su compromiso. La había tratado mal, rechazado e insultado, pese a que estuvo acompañándole, como amiga, prometida o esposa siempre trato de estar ahí. Inclusive cuando su padre había muerto. Ahora ya no lo estaría y qué podía hacer él, NADA. Fue entonces cuando algo se ilumino dentro de su mente, un pequeño atisbo de luz y esperanza. Las promesas. Aquello que le había prometido cuando la vio por última vez. Eso haría, cumpliría aquello que la joven le había pedido con esfuerzo, sin embargo había un problema, Dylan. Aquel joven no estaba en los planes de su difunta conyugue. Y por ende quizás no debería de estar en los suyos tampoco, pese a que le doliera pensarlo, pese a que no deseara separarse de él. Tenía que hacer algo por la chica que probablemente había asesinado con sus desdenes.
El padre decía unas palabras para su hija y presentes. Entrecortadas, llenas de furia y tristeza, se despedía de ella. Antes de que no pudiese verle nunca más y antes de finalizar añadió...
— No entiendo como un ángel tan bello como tú, pudo dejarse atraer por la oscuridad.... Por un ser cuyos sentimientos son nulos; un hombre cuyos intereses nunca estuvieron con su familia o su esposa... Un monstruo que espero sufra el doble que tú por haberte arrebatado la vida sin miramientos... Un ser que.... — el hombre se derrumbó, no podía hablar más y con pena en el rostro se retiró para refugiarse en los brazos de su esposa, esperando que sus palabras hubiesen afectado al duque que se encontraba frente a ellos.
Comenzaba a oscurecerse y no había nada más que decir, así que los encargados comenzaron a bajar el ataúd de la joven, cuando el que era su esposo se acercó a ellos, pidiendo que esperaran unos segundos; besó una rosa blanca, colocándola sobre ella, murmurando en voz casi inaudible — Lo prometo... — Y retirándose de aquel lugar.
El entierro había terminado y con este, el cielo había comenzado a llorar sobre aquellos que aún permanecían en las cercanías del jardín de los Mëlling.
— Es una pena que muriera tan joven— se escuchó detrás del rubio, pero no volteo — ¿Dónde estuviste? — pregunto fríamente — Lo lamento, no creí prudente aparecerme en un lugar así... Por respeto a Isa — contestaba el joven mientras ponía una mano sobre la chaqueta mojada de su amante — ¿Respeto...? — agrego el otro chico con curiosidad — Por supuesto Tom, qué más podría ser... Después de todo la engañabas conmigo... — aquello enmudeció al duque, haciendo que agachase a cabeza nuevamente — Tranquilo... No es como si hubieses tenido la culpa de su muerte, además tú no querías casarte con ella... No la amabas.... — añadía Dylan tratando de levantar el ánimo de su acompañante — Puede ser que lo haya hecho... Después de todo, no la hice feliz cuando nos casamos... — decía con tristeza — No seas ridículo Tom, cómo ibas a saberlo... Ya déjalo, después de todo nosotros aún estamos juntos... — finalizó el joven O'Brien mientras trataba de atraer hacia sí al duque — Vete... — murmuro Thomas — ¿Qué?... — preguntó un confundido pelinegro — Yo... quiero estar solo, Dyl... Por favor... Vete... — al finalizar aquellas palabras comenzó a adentrarse bajo la tormenta que se había desatado.
|| Yo se, yo se mis chicos y chicas que esto a veces los hace volverse loquitos, pero ese es el fin. Y pues como llevo diciendo capítulos atrás no nos maten, la historia esta planeada para hacer eso a veces. Y pobres de nuestros niños discúlpenlos. Y como prometí... Aquí esta el nuevo capítulo :D Con el próximo en realización para su deleite.
Nota: Para los que tengan dudas, Hidden es la otra personalidad de Dylan. Una personalidad mala que se creo después de que Peter lo recogiera en la tormenta.
Y el bebé, si es de Thomas, esa parte no la quisimos aclarar como tal porque era una escena que había pasado sin el consentimiento de ambos (Ian y mía). Puesto que lo engendró bajo los efectos de la depresión y el alcohol que surgieron cuando asesinaron a su padre.
Así pues me despido de ustedes, como siempre agradeciendo sus comentarios que nos ponen de buenas y nos animan cada vez más; sin más que decir por ahora me despido, deseándoles un excelente resto de semana.
Au revoir~||
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¿Por qué TÚ?
FanficHubo una época en donde existían las libertades de la actualidad. En donde muchas de las decisiones eran tomadas por los padres, a pesar del disgusto y la inconformidad de los hijos. En donde todo se regía por la aristocracia y la gente con los recu...