CAPÍTULO 33

528 44 24
                                    

El Duque tomo la pequeña carta entre sus manos como si se tratara de lo más feliz que le pudiesen haber dicho en su vida, aunque quizás lo era. Por lo que aprovecho la presencia del sirviente en la habitación y rápidamente escribió una respuesta en un trozo de papel, entregándosela al joven temeroso y pidiéndole que la llevara hasta donde se encontraba el administrador.

El sirviente tardo un rato en buscarlo pero en cuanto lo encontró hizo la entrega y se retiró. Extrañado el pelinegro tomó la nota y la leyó.

Mi estimado señor O'Brien, no hace falta que me lo recuerde. Estoy consciente de que dicho trabajo está pendiente, por lo que si en verdad aún está interesado en su finalización, lo espero mañana a medio día en el estudio. Y no llegue tarde.

Thomas Sangstër

Bien, pensó en aquel momento. Por alguna extraña razón y a pesar del nuevo dolor que se acrecentaba en su interior, sintió una clase de felicidad. Pues finalmente parecía que la actitud del Duque, solo cambiaba cuando se trataba de él.

En una habitación no muy lejos de ahí, maestro y alumno sostenían una conversación no muy amena.

— ¿Has perdido la cabeza? — mencionaba el mayor con una expresión de molestia — Tal vez, John... Pero no quiero dejarlo pasar... — contestaba el joven rubio en tono de aflicción — No entiendo, que clase de locos son ustedes dos. Se han hecho tanto daño y sin embargo siguen queriendo estar juntos... — se sobaba la sien tratando de entender algo que claramente no entendería — Una de las que ya no hay, por favor maestro, se lo pido, necesito esto y probablemente él también— el hombre contemplaba aquella expresión del chico, intentado encontrar un atisbo de chantaje, algo, pero no había nada. Sus palabras eran sinceras por lo que no tuvo más remedio que aceptar — De acuerdo, haré lo que este a mi alcance, pero tienes que prometerme que te cuidaras, el muchacho no se ve muy equilibrado que digamos y es posible, dios no lo quiera, que pase algo como lo de aquella vez...— su joven pupilo sonrió y lo abrazo. De verdad no sabía lo agradecido que estaba con él por estarlo ayudando. Sin más le entrego todo el papeleo pendiente firmado y se encamino hacia la carreta que ya llevaba tiempo esperándolo.

— ¿A dónde vas?... — se escuchó una voz oculta en la oscuridad, pero no hubo necesidad de que volteara para saber de quién se trataba. — Me temo que ha surgido un imprevisto en Londres, por lo que mi partida debe ser inmediata. — decía en duque en tono serio — ¿Cuánto tiempo? — decía la voz entristecida — No lo sé, pero aquí estarás bien... — contestaba el rubio— Quiero ir contigo... — añadía aquella sombra — No. No querrás causar problemas con lo de tu embarazo ¿o sí?— finalizó el joven y al no recibir respuesta alguna subió a la carreta y partió.

Estaba consciente de Isabella no tenía la culpa de lo que estaba sucediendo, al menos no directamente, pero no era tiempo de tenerle lastima, sino de arreglar las cosas con la única persona que era capaz de hacerle feliz.

El frio y la oscuridad aun eran presentes en la habitación de la joven, pero era imperante que supiera lo que iba a pasar.

— Estoy a punto de irme... — decía el chico en tono serio pero con una emoción oculta en su interior. — ¿Estás seguro? — la chica sonaba preocupada — Completamente— afirmaba el joven— Entonces adelante...— finalizaba la voz femenina — Prometo estar de regreso lo más pronto posible... Mientras tanto tú y Peter encárguense de todo, por favor — La chica asentía mientras rodeaba el cuello de su hermano y lo abrazaba protectoramente, el pelinegro correspondió aquel gesto y se dirigió a la salida, cuando la joven agrego — Dylan... No hagas nada de lo que pudieses arrepentirte... — el silencio se apodero de aquel momento, pero unos segundos más tarde el muchacho asintió y continuo con su camino.

¿Por qué TÚ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora