Capítulo 22

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"El remolino de cada paisaje, que siempre es distinto, nos invade el cerebro y también, por qué no, el corazón. Sólo entonces tomamos conciencia de que nosotros también somos paisaje."

Mario Benedetti.

Siento la felicidad expandiéndose por mi piel mientras colocamos un candado del amor en el Pont de I 'Archevêché, muy cerca de Notre Dame.

Otra pareja está cerrando el suyo y dejándolo colgar en las rejas.

Y luego sus miradas conectan y se besan, más que un beso se siente como una declaración de amor.

Un pacto que ha sido sellado.

El chico a mi lado toma mi mano y sonrío, desviando la vista de los amantes felices.

Entonces me centro en él.

Su rostro está siendo cubierto por los insistentes rayos solares.

Como si un halo lo cubriera.

Pasan unos segundos y algunos detalles de él comienzan a ser visibles, empezando por su oscuro cabello recogido en una coleta, pasando por una mandíbula recta y unos pómulos elegantes y terminando por unos ojos....

Azules.

Tan pálidos que parecen casi blancos.

Entonces me acerco a él, intentando tocarlo.

Necesitando saber que esto es real.

Cuando mi mano cae sobre su mejilla noto que su cuerpo comienza a desvanecerse.

El polvo se arremolina a mi alrededor envolviéndome en el y obligándome a cerrar los ojos con fuerza.

Comienzo a agitar mis manos intentando atrapar algo con ellas pero se escapa.

Como si se estuviese burlando de mí.

Entonces una melodía comienza a sonar, es dulce y conocida.

Algo sobre ella me obliga a abrir los ojos y notar que sigo en mi cama.

Unas gotas de sudor corren por mi frente y mi respiración está agitada como si ese chico realmente significase algo para mí.

Mi cabeza zumba con un insistente y molesto dolor, entonces recuerdo por qué desperté, mi teléfono.

Lo tomo en mis manos y descuelgo la llamada.

—Espero que tengas una buena maldita razón para llamarme a esta hora —gruño con rabia carcomiendo mis entrañas.

Odio las mañanas.

Odio que me despierten temprano.

Odio no tener a appa para que me traiga una taza de café a la cama.

—Alguien tiene muy mal carácter en la mañana —una voz ronca y familiar responde a través de la línea.

—¿Draigh?

—¿Contestaste sin saber quién era? —pregunta indignado.

—Mira creo que esto de ser amigos no está funcionando.

Deja escapar una carcajada bien fuerte y mis latidos se detienen durante unos segundos.

El mundo se silencia y solo lo escucho a él.

Pensé que el sonido de la lluvia al caer era mi favorito, pero ahora, al escucharlo reír, creo que acabo de encontrar una nueva droga.

—Lo siento mucho, de verdad —su tono culpable me hace sentir mal por ser tan molesta—. Solo quería enseñarte algo hoy.

Beloved Thorns Of Paris (#PGP2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora