"La vida no tiene significado a priori. El significado de tu vida depende de ti, y el valor de tu vida, no es nada sino el significado que elijas"
Jean-Paul Sartre
Ha pasado una semana desde que llegué a la ciudad de la luz.
Es un poco difícil adaptarse a una nueva cultura y un nuevo idioma.
Aunque París compensa con su belleza cualquier problema o conflicto que se suscite en los confines de mi mente.
La noche pasada desempaqué todas mis maletas y salí a dar un paseo buscando puntos de referencia a la hora de necesitar alimentos o cualquier objeto de cuidado personal.
Soy una turista en una de las ciudades más bellas del mundo y aún no he visitado los lugares llamativos de ella.
Por eso, hoy, después de una llamada con Lennon, la esposa de papá, decidí visitar la galería donde expondrán mis obras y luego hacer una pequeña parada frente a la torre Eiffel.
Cuando salgo del edificio el sol me golpea en la espalda abrasando el oscuro tejido de mi ropa.
El inclemente calor viene acompañado de una brisa fresca con aroma a fresas y vainilla.
Resulta que mi nuevo departamento se encuentra ubicado en la misma acera que una pastelería, una que expende los dulces más exquisitos que he degustado.
Todos a mi alrededor parecen captar la dulce esencia que proviene de Anges de Sucre y se muestra en sus sonrisas y como sus fosas nasales se amplían intentando captar todo lo que el dulce aroma es capaz de transmitir.
Mientras me acerco a ella, mi estómago comienza a rugir con fuerza y tengo que sostenerlo porque temo avergonzarme frente a estos desconocidos, juro que parezco tener un león hambriento rugiendo dentro de mí.
Cuando atravieso la puerta del local soy recibida por tonos pastel que adornan las paredes y que combinan a la perfección con los diferentes aromas que provienen de todas partes y de ninguna, esos que ya pertenecen aquí y dudo que alguna vez amenacen con marcharse.
—Buenos días Camille —saludo una vez alcanzo el mostrador y me dejo caer sobre una de las sillas como si hubiese corrido una maratón.
—Buenos días Vera —saluda ella animosamente y transmitiéndome su sonrisa permanente con tan solo verla—. Es bueno tenerte nuevamente por aquí.
Conocí a Camille en mi segundo día en la ciudad.
Había salido a dar uno de mis cortos paseos temiendo perderme y vislumbré el logo del local apenas poner un pie fuera del complejo de apartamentos.
Pensé en pedir algo para llevar, deseando probar algo de la gastronomía francesa que tan reconocida es alrededor del mundo.
No me decepcionó.
Pero mientras esperaba mi orden la dulce chica me hizo varias preguntas sobre mi lugar de origen y los motivos que me habían traído aquí.
Me retraje en mi mundo durante un momento, ella era, es, una desconocida y yo no soy muy de tener amigas, sin embargo educadamente disuadí su pregunta y comenzamos a hablar de temas más banales y accesibles para dos personas que se ven por primera vez.
Después de ese día, paso todas las tardes por aquí por lo que no me sorprende que ella aparezca con varios cupcakes de terciopelo rojo los cuales comienzo a devorar, no sin antes brindarle uno.
—Entonces, ¿Qué harás esta tarde extraña? —ese es mi nuevo apodo, soy como un gato, recelosa de los desconocidos.
Apenas sabe mi nombre y al parecer es un inconveniente para que florezca nuestra amistad, sus palabras no las mías.
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Beloved Thorns Of Paris (#PGP2023)
FantasíaHabía una vez... una princesa rota. Y un príncipe cuyo corazón había sido robado. Un puñado de quizás. Noches eternas y marcas en la luna que ni siquiera el universo ha podido borrar. Magia invisible hilando corazones y arte entretejiendo personas...