Capítulo 23

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Draigh, el artista.

"Existo, eso es todo. Y lo encuentro extremadamente desagradable"

Jean-Paul Sartre.

Mis manos están en su cintura mientras nos movemos lentamente.

Somos opuestos en todos los sentidos posibles.

Ella es la chica que lo siente todo y yo el chico que no siente nada.

Pero ahora solo somos Draigh y Vera, dos personas que bailan mientras solo la luna llena es testigo de nuestros pensamientos.

Levanto una mano y la apoyo en su mejilla.

Su piel es suave y delicada, me obliga a pensar en ella como un ángel, un ser etéreo.

Algo que no puedo corromper.

Llevo meses pidiendo un milagro que me haga volver a ser quien era.

Necesitando risas y sonrisas, un poco de paz y algo de amor.

Entonces ella aparece.

Y ahora no puedo dejar de pensarla ni un solo segundo.

Quiero estar a su lado en todo momento.
Tengo que estarlo.

Porque..., porque...

Maldita sea porque este momento había tardado demasiado tiempo en llegar, los deseos de sentir algo más que caos y ganas de destruirlo todo.

Estoy exhausto, tan cansado de luchar contra mí mismo.

Volviendo siempre a ese lugar, a ese segundo exacto en el tiempo donde lo perdí todo.

En las noches sueño con cambiar el pasado, reescribirlo.

Regreso siempre al momento en que ella estaba sobre mí, gritando y llorando, pidiéndome que la amara, mientras mi mirada se fijaba en la pared detrás suyo.

Negándome a ver lo que provoqué.

Entonces pienso en todos los escenarios que podrían cambiar mi situación actual.

Sin embargo, el pasado no puede cambiarse, lo que sucedió, permanecerá.

Puede que estuviera escrito.

Tal vez así debían suceder las cosas.

Realmente no puedo decidir si es una burla de la vida o un efecto colateral de no demostrar a una persona que de verdad te importa.

Mis párpados están cerrados mientras dejo que mis pensamientos me aten a los grilletes de los que he intentado huir durante todo este tiempo.

Entonces un aliento cálido me acaricia el pecho.

Es casi..., familiar.

Con un ligero olor a vainilla.

Llevo mi vista a la chica entre mis brazos y ella está sonriendo.

Yo no.

Mi corazón golpea contra mi pecho mientras me deleito con sus delicados rasgos.

El dorado de sus ojos brilla mientras me observa como si fuese un héroe, su salvador.

No sabe que soy una sombra errante que se mueve en la oscuridad que consume al mundo.

Dejo caer mi barbilla sobre su cabeza mientras nos mecemos de un lado a otro.
Lo único que he deseado todo este tiempo es un abrazo.

Uno de esos que recompongan todas mis partes rotas y haga que la vida duela un poco menos.

Justo ahora, con sus brazos rodeando mi cuello siento algo...

Como un ave que descansa.

No volveré a ser consumido por la tristeza.

Nunca más.

Estoy vivo y ahora la vida también vive dentro de mí.

No es más que un leve susurro pero es una leve certeza de que las cosas pueden cambiar.

Las calles de París son testigos de un corazón débil y fragmentado que lucha contra sus demonios y de uno roto y dispuesto a todo con tal de no volver al lugar donde se encontraba.

Oscuro. Caótico. Destructivo.

Pienso entonces en mamá y sus palabras cuando vio el daño que me hacía, como si estuviese automutilándome emocionalmente.

—No podemos cambiar el pasado y aferrarnos al dolor es la elección más fácil y estúpida —su voz estaba rota mientras observaba mi rostro—. Podemos vivir. Debemos hacer que cada segundo cuente. Esto que sientes no es amor Draigh, el amor no te hace sentir infeliz y roto. Y el día que ames a alguien de verdad, descubrirás que tengo razón.

Beloved Thorns Of Paris (#PGP2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora