Capítulo 27

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"Descubrí que estar viva era mucho más que respirar. Era hablar, reír, escuchar, oler y saborear. Sentir a través de la piel. Con el corazón. El cosquilleo de las nuevas experiencias"

María Martínez.

La estatua de mi pintura permanece en el mismo lugar minutos después.

De alguna forma creí que desaparecería.

Que no era más que un burdo juego de mi mente.

Me siento atraída a ella como una polilla hacia las llamas de un incendio forestal.

Fatídico. Trágico. Doloroso.

Al observarla de cerca un jadeo se me escapa y cierro mis ojos rezando para que los recuerdos no se filtren.

Al volver a abrirlos veo a dos personas, una pareja, él, medio tendido en el suelo, lágrimas brotando de sus ojos y una de sus manos intentando alcanzar a su amada.

Ella, toda firme observando algún punto indefinido con la mirada vacía. Sus pies se encuentran en posición contraria al chico tendido en el suelo, como si estuviese a punto de marcharse y dejarlo allí.

Entonces llevo mi vista a lo que me obliga a llevar mi mano a mi corazón y sujetarlo con fuerza, asegurándome de que siga allí.

Y es que ella tiene el corazón de él en su mano, parece estar asfixiándolo o rompiéndolo, teniendo en cuenta ese pequeño hilo que parece estar cayendo al suelo en una cadente caricia.

Lo que más duele es que su pecho, el de ella, está vacío.

Es solo una mezcla deforme y rara de metal que se fusiona y separa.

Entonces llevo mi vista al nombre plasmado en una pequeña tarjeta de metal.

Nombre que no coincide con el que le di a la pintura.

Pero me hace sentir igual.

Me lleva a esa época en que la cree.

—Litost —susurro con voz rota.

Casi se me escapa una carcajada pero la contengo.

Me recuerda tanto a papá.

—¿Sabes lo que significa?

Susurra Draigh en mi oído.

Su voz se ha vuelto familiar, como un recuerdo distorsionado de una vida pasada.

Mi mirada escanea sus rasgos, deteniéndome un segundo más de la cuenta en sus ojos, azules, tan pálidos que me recuerdan a la nieve o a las olas rompiendo en la orilla.

—Estado de espiritualidad tormentoso que sobrevive cuando una persona se percata de su propia miseria.

Él deja escapar un resoplido, mitad risa mitad burla.

—Interesante —susurra, su voz apenas audible.

Desvío mi vista de él y la llevo nuevamente a la figura ante mí.

Recuerdo mis últimas palabras a Cohen <<Eres perfecto, tu único defecto siempre he sido yo>>.

Me sentía sucia y rota y él no merecía un amor como el que yo podía darle, imperfecto e incompleto.

Pienso en nosotros.

Y me veo siendo esa chica de nuevo.

Rompiendo un corazón después de que el mío dejara de existir.

Como el ojo por ojo.

—¿Qué ves? —pregunta Draigh.

Recordándome esa noche en la que me dijo que estaba rota, pero curiosamente ya no siento ira solo... aceptación.

Beloved Thorns Of Paris (#PGP2023)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora