Capítulo 4

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-¿Qué dijiste?

-Lo que escuchaste, estoy embarazada 

-Pero...¿no usaron protección?¡Es un desconocido! No sabes si está enfermo de algo raro

-Claro que lo usamos...al menos...las primeras dos veces- Leyla me miró arqueando una ceja mientas yo seguía pensando -¿Qué?

-¿Es guapo?- reprimí una risa, ella era así, no perdía la oportunidad cuando veía a un hombre atractivo.

-Bastante- sonreí inconsciente al recordar sus bellos ojos azules, su sonrisa, su voz, sus tonificados brazos...

-¿Sigues aquí?- los dedos de Leyla haciendo un pequeño chasquido me sacaron de mis pensamientos a lo que asentí levemente -Y...entonces ¿Qué vas a hacer?

Esa era la pregunta del millón ¿Qué iba a hacer? ¿Debería buscar a Chris y decirle? Supongo que sí, era lo correcto y lo más sensato, pero... si no se lo decía él no tendría manera de saberlo y podría deshacerme de esto.

Con un mar de pensamientos salí del trabajo mucho antes de la hora de salida y me dirigí a casa, tenía en mucho en que pensar.

Casi no dormí en toda la noche, antes de ir a la cama hablé con Miranda y le di la noticia, después de la plática que tuvimos supe qué era lo que tenía que hacer.

Mi insomnio estaba haciendo de las suyas y antes de las 6:00 am ya estaba despierta, con unas horribles nauseas para variar, fue increíble que la manzana que desayuné no terminé por vomitarla; mi ansiedad me estaba sobrepasando y no pude hacer más que realizar un par de investigaciones. 

A las 9 de la mañana ya estaba a las afueras de un edificio, solo esperaba que fuera el correcto. Hablé con la secretaria que se encontraba afuera de las oficinas y muy amablemente me dijo que pasara a la sala de espera.

Me sudaban las manos, me temblaba el cuerpo, mis pies tamborileaban en el piso, poco me faltó para empezar a morderme las uñas hasta que la voz de una secretaria mencionó mi nombre.

A penas pude ponerme de pie y caminar hacia la oficina que me había señalado. Era bastante amplia, tenía un gran escritorio frente a un par de sillas y un poco más atrás, a un costado de un gran ventanal, había una pequeña sala, todo en tonos blancos y negros, bastante elegante.

Mientras miraba la oficina una voz hizo que me sobresaltara.

-¿Sabes lo difícil que es encontrar a una Amelia decoradora de interiores en Boston?- su varonil voz otra vez hizo que se me enchinara la piel. Volteé a verlo, tenía un traje de color azul marino, su camisa era de un azul un poco más claro y una corbata y ¡DIOS! se veía jodidamente guapo, además su perfecta sonrisa adornaba su rostro -Toma asiento, por favor

Cerró la puerta detrás de él al mismo tiempo que me acercaba al escritorio y me sentaba en una silla frente a él.

-No me llamo Amelia- solté de repente -Mi nombre es Allison Solano, yo...mentí cuando nos conocimos- seguía hablando mientras él se sentaba frente a mi y me miraba con ¿curiosidad? -No salgo mucho y bueno, cuando lo hago intento no darles mi nombre real, por seguridad...

-O para que no vuelvan a buscarte

-Si...- pasaba uno de sus dedos por sus labios sin que despegara su mirada de mí, me sentí intimidada por él en ese momento, no sabía si era por la diferencia de edad que teníamos y esperaba un regaño o algo, o era porque me estaba sincerando con él y tenía miedo de su reacción, más por lo que estaba por decirle.

-Sabía que no te llamabas así, bueno, tenía mis sospechas- ahora yo estaba confundida, lo miré relajarse sobre su asiento recargando su espalda sobre la silla -Más cuando regresé al edificio donde te dejé aquella vez y pregunté por ti, pero me dijeron que no había nadie con ese nombre, además de que no era un empresa de arquitectura- una sonrisa cruzó por su rostro haciéndome sonreír también.

-Entonces lo sabías...

-Si, además te entiendo, uno no sabe que clase de loco anda suelto- ambos sonreímos, eso fue lo mismo que pensé el día que nos conocimos -Pero bueno, dime qué te trae por aquí

¡Oh dios, no! mi cuerpo comenzó a temblar de nuevo y la sonrisa que tenía se iba esfumando, ¿Cómo se lo diría?¿Se lo tendría que decir de una vez? Sería como cuando te quitas un curita.

-Bueno...yo te tengo que...decir algo- jugaba con mis manos bajo el escritorio, estaba sudando, hacía mucho tiempo que no me ponía así de nerviosa -Es...algo importante...

-Dime, ¿qué pasa?- creo que era demasiado obvio que estaba temblando, por lo que extendió una de sus manos por encima del escritorio y me hizo una seña para que le diera mi mano, y así lo hice, en cuanto tuvo mi mano entre las suyas no dudó en acariciar el dorso de mi mano -Tranquila, puedes decirme

-Yo...- no podía decirle -yo...estoy...- cuando iba a seguir hablando un gruñido vino de mi estómago y lo único que pensé fue "Aquí no, no ahora" pero en pocos segundos sentí lo poco que había comido en mi garganta -Tu bote de basura...

-¿Qué?

-¿Me lo prestas? 

-Si...

Me pasó el bote de basura y de inmediato me aferré a el mientras volvía el estómago. 

Lo sentí pararse el escritorio y ponerse a mi lado para recoger mi cabello en una coleta. Mientras seguía vaciando mi estómago él frotaba mi espalda diciendo "Ya pasará muñeca". Unos segundos más tarde me pasó un vaso con agua y una servilleta para que pudiera limpiarme.

-Lo siento, no quiero que me veas así...

-No te disculpes- me ayudó a levantarme y me llevó al sofá que estaba en su oficina -¿Te sientes mal?¿Quieres que te lleve a un médico?¿Te llevo a tu casa?...

Limpié mi boca y lo miré directo a los ojos y a penas con un hilo de voz pude decirle...

-Estoy embarazada...

-¿Cómo?

-Estoy embarazada- dije esta vez un poco más alto.

Sus ojos se abrieron de par en par y se dejó caer en el sofá a mi lado. No había dicho nada, ni si quiera hizo una expresión, solo...cayó sentado junto a mi. 

¿Habría hecho bien en decirle? Bueno, no importaba lo que dijera, nada iba a poder cambiar mi decisión.

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora