El tiempo pasaba volando que no supe en que momento mi embarazo se encontraba en las 30 semanas de gestación, estaba en la tercer semana de mi séptimo mes. No había dejado de trabajar, solo había reducido las horas de trabajo en la oficina para hacer home office y aliviar un poco el estrés al que me encontraba expuesta en el trabajo.
La oficina que Chris tenía en casa ahora funcionaba para los dos. En un principio la mesa del comedor se había convertido en mi escritorio y el comedor en mi oficina, pero no funcionó. Intenté trabajar desde la habitación, pero el estar en la cama me provocaba sueño y terminaba quedándome dormida a mitad de mi horario de trabajo retrasando mis proyectos.
Uno de tantos días, mientras intentaba no dormirme en la enésima reunión del día, Chris llegó a nuestra habitación y bajó la tapa de mi laptop.
-¿Qué pasa? Estaba trabajando en algo
-Te estabas por caer de sueño- sonrió levemente para después tomar mi mano y ayudarme a levantarme de la cama -Tengo algo para ti.
Aún tomándome la mano, me sacó de la habitación y me llevó hacia su oficina.
-No puedes estar todo el día intentando no quedarte dormida, necesitas tu espacio y definitivamente ni el comedor ni el salón son un buen lugar, por eso te tengo un regalo.
Abrió la puerta de la oficina dejándome ver que, junto al escritorio que había para él se encontraba una pequeña extensión de mesa que también servía como escritorio y encima de el había una computadora de última generación, un porta lápices con rotuladores de colores, bolígrafos y un par de muestras de pintura.
-¿Qué significa esto?- sonreí adentrándome a la oficina mientras miraba las cosas que había sobre el escritorio.
-Como te dije, necesitas tu espacio
-Si, pero no era necesario que me compraras esto- tenía una sonrisa tonta en el rostro que no se me quitaba con nada.
-Claro que era necesario, solo... imagina esto, más adelante, cuando hayas tomado tu licencia de maternidad yo también podría quedarme contigo y cuidar de ti o... cuando haya nacido nuestro bebé podríamos poner una cuna o un corralito al centro de la habitación para poder cuidarlo.
Sonreí al verlo hablar tan emocionado que no pude oponerme a sus planes. Se me calentaba el corazón solo de imaginarme los escenarios que me había planteado, definitivamente estaba enamorada de ese hombre.
-Gracias- sonreí acercándome a él dejando un pequeño beso sobre sus labios.
Por lo que restaba de la semana me quedé en casa disfrutando del espacio que Chris había adaptado para mí y mientras estaba trabajando recordé lo que había sucedido en semanas pasadas.
Chris se encontraba en su pequeño gimnasio mientras que yo estaba sentada en el sofá del salón leyendo un libro.
Era mi primer embarazo y tenía muchas dudas, pero no quería llamar a mi mamá ni a mi hermana para molestarlas con dudas de pre-mamá primeriza, por lo que compré un libro al estilo "Qué esperar cuando estás esperando"
De acuerdo con las semanas que tenía, que era aproximadamente empezando el quinto mes, y lo que decía en libros y páginas de internet se suponía que las orejitas de bebé ya se estarían acomodando y podía escuchar sonidos, por lo que puse un poco de música en los altavoces que se encontraban en el salón.
Había escuchado que la música clásica, Mozart, para ser más exactos, le hacía bien a los bebés, los hacía "más listos". Estuve alrededor de 40 minutos escuchando música clásica y un poco de jazz cuando Chris apareció y se sentó junto a mí.
-¿Qué es eso?
-Un libro, ¿no los conoces?- me sonrió de forma sarcástica soltando una pequeña risita.
-Me refería a la música, ¿Qué es? ¿Beethoven?
-Es Mozart, por que...ya sabes...
-Mozart hace a los bebés más listos- ambos lo dijimos al mismo tiempo haciéndonos reír.
Tomó mi teléfono, que se encontraba desbloqueado y entró a la aplicación de música.
-¿Puedo?
Hice un movimiento con la cabeza dándole permiso. Lo vi teclear un par cosas y después comenzó a sonar "Black Dog" por los altavoces de la casa.
-¿Led Zeppelin?- sonreí mirándolo.
-¿Qué?- sonrió -Es de mis bandas favoritas y esa es una de mis canciones favoritas, además quería que bebé escuchara- apretó los labios en una sonrisa mientras palmeaba su pierna al ritmo de la música haciéndome reír.
-Creo que le gusta, mira, está bailando- empecé a moverme, en realidad movía mi enorme panza al ritmo de la música sobre el sofá haciéndolo reír.
Había dejado de hacer mi trabajo por haberme perdido en mis pensamientos y no supe si fue cosa de bebé o fui yo, pero extrañaba a Chris en casa. Ya estaba acostumbrada a que se tomara algunos días trabajando desde casa para quedarnos juntos, me consentía con mis antojos extraños, como la vez que desperté a mitad de la noche con antojo de fresas con mayonesa provocando que el pobre casi vomitara en cuanto me vio comiendo; o las veces en que masajeaba mis pies por lo hinchados que estaban.
Tomé el teléfono y marqué su número. Dio dos timbrazos hasta que contestó.
-¿Hola?
-Hola mi amor- lo escuché soltar una pequeña y risueña risa cuando terminé de hablar.
-Dilo otra vez
-Mi amor- volvió a soltar una risa aireada haciéndome sonreír
-Mi amor- repitió. Casi podía verlo, sentado en la silla frente a su escritorio, sonriendo y sonrojándose levemente al escucharme decir esas dos palabras -No sabes lo mucho que espere para que me llamaras así, mi amor.
Sonreí como adolescente enamorada al oír esa voz grave que me volvía loca.
-Yo también moría por que me llamaras así- sonreí mientras giraba mi silla de escritorio.
-¿Qué pasa amor?
-Nada, solo quería escucharte hablar un poco- tomé el teléfono y encendí el altavoz -Te extrañamos por aquí- sonreí mientras acariciaba suavemente mi vientre.
-Yo también los extraño, ¿qué dices si de regreso a casa paso por comida china y vemos una película?
-Suena genial, pero...te importaría seguir hablando, hay alguien por aquí que ama escuchar tu voz- sonreí al sentir como bebé se movía dentro de mi panza.
-¿Solo bebé ama mi voz? ¿Qué hay de ti, no amas escuchar mi dulce voz?- su tono de voz era ese que usaba cuando se ponía coqueto y juguetón. Ese que hacía que se me erizara la piel y terminara rendida ante sus encantos.
-Mmm...solo un poco.
Cuando él llegó a casa ya lo esperaba sentada en el sofá del salón con ansias de comida china que estuve saboreando todo el día.
Nos acomodamos frente al televisor mientras decidíamos que película ver. Al final elegimos "La sirenita", tuve a Chris cantándole a bebé todas y cada una de las canciones de la película. No tenía idea de que ese hombre había memorizado las canciones pero fue un gesto que me hizo derretir.
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No me digas que me amas
ChickLitCuando Allison, una decoradora de interiores y Chris, un abogado, se encuentran esa noche en el bar jamás habrían pensado que terminarían unidos de por vida por cosa de un par de horas. ¿Podrá Allison hacer un espacio en su corazón para Chris? ¿Dej...