Capítulo 5

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Llevábamos al rededor de 10 minutos sentados en su sofá, ambos con la mirada perdida. Ninguno se atrevía a decir nada, pero a pesar de eso el silencio que había en la habitación no se sentía incómodo.  

-Em...embarazada, pero cómo?- volteó a verme por primera vez después de un largo tiempo a lo que yo solo le respondí arqueando mi ceja -Bueno, me refiero a que...si sé como pasó...pero cómo? Usamos protección- se veía desesperado, más bien, en shock, al igual que yo.

-Lo sé, pero...no sé si recuerdes muy bien que esa noche...

-Lo recuerdo muy bien- una sonrisa traviesa cruzó su rostro mientras me miraba de arriba a abajo ganándose una mirada molesta de mi parte haciendo que él se removiera en su asiento quitando esa expresión en su rostro. 

-Bueno, entonces si lo recuerdas tan bien sabrás que solo usamos protección las dos primeras veces- lo miré mientras él contaba algo con los dedos -Al día siguiente tomé la pastilla, no soy tan estúpida para no hacerlo, pero...falló

Cambió su postura en cuanto terminé de hablar. Había recargado su codo sobre el reposabrazos del sofá mientras acariciaba su escasa barba, parecía estar pensando en algo.

-Mira, no tienes por qué creerme, yo no gano nada haciendo esto, ¿crees que planeé embarazarme de un extraño? Vine a decirte esto porque creo que mereces saberlo, estás en tu derecho- él me miraba sin decir nada, por lo que seguí hablando -Puedes involucrarte en esto tanto como quieras, solo te digo que no quiero dinero ni nada de eso, no lo necesito.

Quería seguir hablando, pero ya no tenía más palabras. Mientras venía de camino pensaba en mil maneras de decirle lo que estaba pasando, tenía planeada una conversación en mi cabeza, un discurso en caso de que no me reconociera o en caso de que no me creyera, pero esas conversaciones no siempre salen como uno las planea. 

Se quedó pensando un par de minutos, no sabía si debía irme o no, era obvio que él necesitaba pensar, no era fácil digerir este tipo de noticias, por lo que estaba a punto de levantarme, pero él me detuvo tomando mi mano haciendo que que regresara a mi posición original.

-¿Qué vamos a hacer?- 

-¿Vamos?- lo miré arqueando la ceja, no esperaba esa respuesta. 

-Si, esto también es mi responsabilidad, no pienso dejarte sola en ningún momento- me miraba con esos ojos azules que tanto me gustaban -No importa lo que decidas, yo voy a estar contigo- entrelazó su mano con la mía mientras me veía fijamente.

-Yo...no puedo...- pude notar un poco de tristeza en su mirada cuando dije aquello -Lo pensé mucho y...no puedo...- dio un pequeño asentimiento de cabeza sin dejar de acariciar el dorso de mi mano con su pulgar. 

-Está bien, buscaremos una buena clínica dónde todo sea seguro y no te arriesgues- me sonrió levemente.

-No puedo solo...deshacerme del bebé, no podría- lo miré con los ojos empañados en lágrimas y le di una leve sonrisa.

Al escuchar lo que dije su cara se iluminó y una gran sonrisa adornó su rostro para después abrazarme con fuerza.  

-Vamos a ser papás- sonrió enormemente mientras acariciaba mis mejillas para después volver a abrazarme -¡VAMOS A SER PAPÁS!- se levantó del sofá casi de un brinco para después abrir la puerta de su oficina y gritar -¡VOY A SER PAPÁ!- cerró la puerta dando un portazo para después dar un pequeño grito de emoción pasando las manos por su cara y cabello.

-Te prometo que de ahora en adelante jamás vas a estar sola, bueno, ninguno de los dos van a estar solos- se arrodillo frente a mi mientras sostenía mis manos, yo no había dejado de sonreír desde que le dije que quería tener al bebé, me sentía feliz, más por su reacción por lo que mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas.

-Lo siento, pero...ahora lloro todo el tiempo- seguía sollozando, de verdad odiaba llorar sin sentido alguno -Hace unos días lloré con un comercial de comida para perros- Chris río levemente mientras me miraba con ternura a la vez que me ayudaba a secar mis lágrimas. 

-Te ves hermosa- acarició mi cabello haciéndome sonreír.

-¿Ah si? No creo que sigas pensando lo mismo cuando me vea como una ballena- bromeé haciéndolo reír.

-Siempre te veré así, sobre todo cuando te veas como una ballena- sonrió dejando un suave beso en mi mejilla -¿Ya fuiste al médico?¿Cuándo es tu próxima cita? Porque créeme que quiero estar ahí-

-Debo ir dentro de un mes, te llamaré cuando agende la cita- ambos sonreímos.

Antes de salir de su oficina le di una copia de la primera ecografía del bebé que después enmarcaría y pondría sobre su escritorio.

Los síntomas y los cambios en el segundo trimestre comenzaron a ser peores, unos más que otros. Mi vientre creció ligeramente haciendo un poco más notorio el embarazo, también mis pechos crecieron, cosa que de me hacía demasiado feliz pues mi pecho siempre había sido algo pequeño, no tanto como para que no se notara, pero tampoco tan grande. Este último cambio no solo lo había notado yo sino también Chris, a quién lo había sorprendido en más de una ocasión mirando descaradamente mi busto. 

Durante todo el siguiente mes Chris me recogía de mi departamento y me llevaba al trabajo sin falta y mientras estaba en el trabajo recibía, como mínimo 3 llamadas de él preguntando cómo estábamos, haciéndome sentir una extraña sensación en el pecho. Incluso algunas veces pasaba a mi oficina solo para saludar.

-Ally, te buscan- Leyla entró a la oficina mientras yo ordenada un par de papeles.

-¿Quién me busca?

-Un tipo bien parecido con una enorme caja de donas- al oír su voz miré de inmediato hacia la puerta.

-Te dejaré pasar solo por las donas- Chris sonrió cerrando la puerta de la oficina para después tomar asiento frente a mi a la vez que dejaba la caja de donas sobre el escritorio y es que durante las últimas dos semanas solo quería comer aquellas deliciosas cosas hechas de masa.

Abrí la caja mientras elegía mi próxima presa, tomé una dona cubierta de lo que parecían pequeñas galletas de chips de chocolate y la llevé a mi boca saboreándola bajo la atenta mirada de Chris.

-Mmm...esto está delicioso- me dejé caer en mi silla y al oír su risa volteé a verlo -¿Qué?- sonreí mientras seguía comiendo mi dona.

-Nada, es solo que te ves hermosa- sonreí ante aquellas palabras sintiendo como mis mejillas se enrojecían un poco -Pero deberías de comer más sano

-Tu hijo o hija es quién me pide esto- lamí mis dedos para después tomar otra dona cubierta de cereales de colores, él solo volvió a sonreír dándome una mirada que no sabría como describir, pero que parecía esa famosa "mirada de amor" que, hasta ahora, solo había visto en películas.

-Creo que te...- sabía lo que venía y no podía dejar que terminara de hablar.

-No- me miró confundido -Por favor, no me digas que me amas.

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora