Capítulo 24

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-Es hermosa- Chris sonreía mientras un par de lágrimas rodaban por sus mejillas.

-Hola bebé- yo no podía dejar de sonreír, al fin tenía a nuestra bebé en brazos, un pedacito de Chris y mío.

-¿Quieres cargarla?

-Claro- sonreí y con mucho cuidado le pasé a la bebé.

Lo vi tomar a la bebé con delicadeza, como si tuviera miedo de romperla por lo pequeña que era. Sus ojos no se apartaban de ella, parecía que intentaba memorizar cada facción de su rostro para poder guardarla en su memoria.

Ninguno de los dos había dejado de sonreír. Tomé la manita de la bebé y de inmediato envolvió mi dedo con su pequeña mano.

Subí la mirada para ver a Chris y entonces lo dije, dije eso que me había guardado por tanto tiempo que ahora ya no tenía caso reprimirlo más.

-Chris...- llamé su atención -Te amo- sus ojos brillaron aún más que cuando vio a la bebé y sin pensarlo, me besó.

-Me moría por oírte decirlo- sonrió acariciando mi mejilla con su pulgar- Supongo que ahora yo también puedo decirlo, ¿no? -asentí sonriendo mientras mordía mi labio -Te amo, Allison.

Un cosquilleo me recorrió el cuerpo y una sensación de calor se alojó en mi pecho. No había nada que se pudiera comparar con este momento, le dije a ese hombre que lo amaba y aunque lo hice esperar demasiado, me dijo que sentía lo mismo por mí.

En un principio la idea de escucharlo decir esas dos palabras me aterrorizaba, creía que lo diría por compromiso, pero después de un tiempo, me di cuenta que él no era así, no diría nada sin sentirlo realmente.

En cuanto terminaron de revisarme, me llevaron de nuevo a la habitación en la que habíamos estado antes.

Dejaron a la bebé en un pequeño cunero junto a la camilla dónde dormía tranquilamente y aproveché para descansar.

Las 10 horas de trabajo de parto habían hecho estragos en mi cuerpo y lo único que quería era un momento de tranquilidad antes de regresar con la bebé a casa y mientras dormía, Chris se encargó de salir a ver a nuestras familias para darles la noticia de que habíamos tenido una niña.

Pasaron un poco más de 30 minutos cuando desperté al oír un par de ruiditos provenientes de la bebé. La tomé entre mis brazos para mecerla suavemente. Recorrí la vista por la habitación en busca de Chris solo para encontrarlo dormido sobre el sofá con la cabeza recargada sobre su brazo.

Sonreí al verlo para después centrar mi atención en mi bebé.

Mi bebé.

Sonaba tan extraño y se sentía aún más extraño el tener en mis brazos a una cosita tan pequeñita como ella.

Quién diría que el ir aquella noche al bar con Miranda cambiaría mi vida por completo. Sin lugar a duda fue la mejor decisión que pude haber tomado y aunque nada de esto llegó de la manera que hubiera deseado, jamás me arrepentiría por tener a estas dos personitas en mi vida. 

La bebé, Chris y yo estuvimos un par de días más en el hospital bajo observación médica porque bebé había nacido un poco baja de peso, nada de qué preocuparse, para que finalmente pudiéramos regresar a casa.

No tenía idea de cómo cuidar de un recién nacido, había visto a mi hermana cuidar de mis sobrinos, pero mi experiencia con bebés empezaba y acababa ayudando a cambiar pañales, por fortuna mi mamá y la mamá se Chris se habían ofrecido a quedarse con nosotros las dos primeras semanas después del parto.

Los primeros días después de que nuestras madres nos dejaron solos fueron una verdadera locura. Por las noches bebé nos despertaba cada dos horas para un cambio de pañal o para comer o para las dos cosas. 

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora