Capitulo 21

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Chris

Me había levantado más temprano de lo normal, en realidad no había podido conciliar muy bien el sueño, así que en cuanto dieron las 6:00 am, me levanté para ir a la oficina que tenía en casa.

Estuve alrededor de dos horas trabajando en el último caso que mi despacho había tomado, hasta que escuché a Ally gritar.

-¡Chris! ¡Chris, ven rápido!

Corrí hasta la habitación solo para encontrarla hecha un mar de lágrimas.

-¿Qué pasa?- sus gritos me habían asustado y solo podía esperar lo peor.

-Bebé no se ha movido- Ally seguía llorando, podía ver el terror reflejado en sus ojos mientras sostenía su vientre.

-Hey, tranquila, respira- me arrodillé junto a la cama tomando su mano -Linda, por favor...repite lo que has dicho...- creía que mi mente me estaba jugando una broma y entre su llanto había escuchado mal lo que dijo, pero no fue así.

-El bebé...no se ha movido

Me sentí palidecer, mi corazón retumbaba con fuerza dentro de mi pecho, sentía el latido en mis oídos. Esto no podía estar pasando, tantas veces que me dijo lo nerviosa y aterrorizada que estaba por haber hecho la prueba, y yo solo le decía que todo saldría bien.

Sabía lo que podía pasar, pero jamás imaginé que de verdad ocurriría lo que más temíamos.

-Llamaré a la doctora- tomé el celular entre mis manos e intenté marcar el número pero no podía. Los nervios se estaban apoderando de mí, tanto que las manos me temblaban y mi visión estaba borrosa.

Cuando por fin pude llamar, comencé a explicarle a la doctora lo que estaba pasando. Mientras ella me decía lo que tenía que hacer para esperar a que llegara a la casa, escuché a Ally hablar.

Tenía los ojos cerrados, su rostro estaba enrojecido debido al llanto y estaba hablando en español. Parecía que estaba rezando, me había dicho que no era muy religiosa, solo en situaciones que lo ameritaban.

Colgué el teléfono y me levanté para ir a la cocina, pero sentí que ella tomó mi mano.

-¿A dónde vas?

-La doctora dijo que te diera un poco de jugo de naranja, no tardo mi amor- besé su frente y bajé corriendo a la cocina.

Serví el vaso y regresé a la habitación, no sin haber derramado un poco en el camino debido a los nervios.

-Toma un poco linda- acerqué el vaso a sus labios para que pudiera beber un poco.

-No, no quiero- las lágrimas seguían corriendo en silencio por su rostro.

-Por favor, solo un sorbo, la doctora mencionó algo sobre que el azúcar podría hacer que se moviera.

Asintió y tomó el vaso entre sus manos para beber el jugo.

-¿Qué pasa si no funciona?- sus ojos volvían a cristalizarse y sus sollozos de hacían un poco más fuertes.

-No pasará nada...- tenía un nudo en la garganta que no podía deshacer -La doctora vendrá pronto, solo dejemos que el jugo haga efecto, ¿De acuerdo?

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora