Capítulo 1

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Después de una larga tarde de trabajo necesitaba relajarme, tomé mi teléfono y miré que había un mensaje de mi mejor amiga, Miranda. 

De las dos ella siempre ha sido la más sociable, todos los chicos que conocíamos se enamoraban de ella desde que la veían por primera vez y no los culpo, Miranda es más alta que yo, aunque no demasiado; de buen cuerpo, debo admitir, su cabello azabache, sus ojos verdes y su piel blanca eran unas de las tantas cosas que volvía locos a los hombres. 

En cambio yo, con mi 1.50 metros de estatura, de complexión delgada y sin nada especial no podía atraer ni a una mosca. 

Esa noche Miranda me invitaba a un bar cerca de donde ella trabajaba, no tenía muchas ganas de ir pero ya podía escuchar su voz en mi cabeza diciendo "¿Cómo diablos quieres encontrar al indicado si no sales de tu casa?", "No pienses tanto en el trabajo nena", "Sal y diviértete". No me gustaba, pero en más de una ocasión tenía razón en lo que decía, además de que tuve un día bastante estresante y de verdad necesitaba relajarme por lo que acepté su invitación.

Salí de la oficina para encontrarme con ella en la parada de autobús que se encontraba afuera de su trabajo. Como era de esperarse, llegó tarde, eso me pasa por hacerme amiga de la señorita siempre llego 10 minutos tarde.

Me quedé sentada en la parada por casi 20 minutos, cuando por fin la vi saliendo del edificio donde trabajaba.

-Lo siento, lo siento, tuve unos asuntos que atender- se acercó a mi excusándose por su tardanza, asegurando que eran cuestiones de trabajo, ja, claro, si el trabajo tenía ojos marrones y se llamaba Steve.

-20 minutos, es un nuevo récord- ella solo rodó los ojos y entre risas caminamos un par de calles hasta llegar al tan famoso bar del que me había hablado unas 200 veces.

Al entrar tomamos asiento en la barra frente al bartender. Íbamos por la segunda ronda de mojitos cuando vi a Miranda mirando sobre mi hombro, seguramente estaba coqueteando con alguien que estaba detrás mío.

-¿Qué tanto miras?- pregunté con un ligero tono de burla.

-No mires, pero hay un tipo que no te ha quitado los ojos de encima desde que llegó-

-Seguro- respondí sarcástica -¿Cómo sabes que no te está mirando a ti?

-Porque le sonreí un par de veces y no me hizo caso. Voltea discreta y dime si no te está mirando- ella parecía bastante emocionada. Disimuladamente fingí que iba a recoger mi cabello para poder ver sobre mi hombro y lo vi. Traía una gorra de la NASA y una playera de color azul marino que hacia resaltar su musculatura, en verdad era muy guapo.

-Y...¿Qué dices? Dime que no está guapísimo- me causaba bastante gracia que ella estuviera más emocionada que yo. Cuando salíamos no me importaba mucho salir del lugar acompañada, sí, algunas veces tenía bastante suerte y terminaba pasando un buen rato con un desconocido al que no volvía a ver, pero eso no era prioritario.

-Si, es bastante guapo, pero no...

-Ahí viene- tomé aire al escucharla y me senté completamente frente a la barra. No quería nada con nadie, no por ahora, además, estaba segura de que él se había fijado en mi amiga y no en mi.

-Hola- él se acercó a la barra quedándose en el espacio que había entre Miranda y yo. La verdad es que el solo escuchar su voz hizo que se me pusiera la piel de gallina y un escalofrío recorriera mi espalda. 

-Hola- respondimos al mismo tiempo Miranda y yo, solo que ella con una sonrisa bastante emocionada. Hubo un momento de silencio incómodo por unos segundos, hasta que él volvió a hablar.

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora