Capítulo 8

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-No hay ningún cuñado, tranquilas

-Pero tú dijiste...

-Mamá, solo es su amigo, Ramiro solo lo dijo por molestar, ya sabes como es- moví levemente los labios agradeciéndole a Ana por sacarme del problema en el que mi hermano me había metido -Por qué no dejamos que Al y Chris vayan a acomodar sus cosas mientras terminamos de preparar la comida.

Ana se llevó a mi abuela y mamá hacia la cocina mientras Ramiro nos veía con cierta diversión a Chris y a mi.

Llevé a Chris arriba para acomodar nuestras cosas en mi antigua habitación y luego de un par de minutos bajamos de nuevo para ayudar a mi familia a poner la mesa.

Intentaba no dejar solo a Chris para que no se sintiera apartado y para que Ramiro no lo molestara con preguntas indiscretas. Estábamos poniendo la mesa cuando un olor nauseabundo inundó la casa.

-¿Qué es eso?- pregunté mientras intentaba controlar las ganas de vomitar. Chris de inmediato empezó a buscar la causa de aquel olor, pero fue hasta que mamá dijo que había preparado mariscos fue cuando supe el porque de mis náuseas.

De inmediato salí al jardín para intentar calmarme mientras Chris, amablemente intentaba explicar que algo me había caído mal en el desayuno y por eso mis náuseas.

Chris salió al jardín conmigo, traía un vaso de agua en las manos junto con la mitad de un limón. Nos sentamos en un columpio para jardín para que pudiera tomar pequeños tragos de agua.

-Huele- Chris acercó el limón a mis fosas nasales para que respirara profundo y aspirara el perfume del limón -¿Mejor?

-Un poco, ¿mamá te dijo algo?- pregunté mientras él me daba el vaso de agua para que tomara un sorbo.

-No, pero tu hermana me dio una mirada un poco extraña, creo que deberíamos decirles lo más pronto posible o tus nauseas y antojos te van a delatar- me sonrió mientras quitaba un pequeño mechón de cabello que se había quedado en medio de mi cara a causa de la suave brisa que soplaba.

Acomodó el pequeño mechón por detrás de mi oreja para luego pasar lentamente su mano por mi mejilla y con el pulgar acariciar suavemente mi pómulo izquierdo. Sus manos eran cálidas, contrastaban con el frío de mi piel, causado por el viento de un sábado en Maine. Si bien estábamos por entrar a la primavera, el viento aún seguía fresco.

Me miraba de una manera que no sabría como explicar, podría decir que había amor en la forma en la que me observaba, algo que no podía permitir. Sus hermosos ojos azules iban de mis ojos a mis labios y viceversa, inconscientemente relamí mis labios al ver los suyos y fue cuando esa sensación en mi pecho volvió a aparecer. Un cosquilleo en el pecho cuando él se estaba acercando me indicó que debía alejarme.

-Creo que...ya deberíamos entrar- me alejé lentamente de él. Chris me dio una mirada de confusión antes de asentir suavemente con la cabeza.

-Claro, solo...avísame cuando estés lista- asentí y dejó un suave beso en mi coronilla que hizo a mi corazón volver a latir rápidamente. Tomó mi mano y ambos nos levantamos del columpio donde nos habíamos sentado.

-¿Cómo te sientes?- me preguntó Ana en cuanto nos vio entrar a la casa.

-Bien, fue solo un malestar pasajero- sonreí restándole importancia, Ana también me sonreía pero no por la mejoría en mi malestar, sino porque me vio tomada de la mano de Chris, a lo que intenté retirar mi mano lentamente de entre la suya.

-¿Y papá? ¿Aún no ha llegado?- intenté cambiar el tema para aliviar un poco la incomodidad del momento.

-¿No te lo dijo?- negué ante la pregunta de mi hermana -Está en Chicago, no podrá venir- Ana quería abrazarme, pero solo hice un gesto para restarle importancia. De alguna manera el que papá no estuviera presente me hacía sentir más tranquila, no quería que asustara a Chris, pero también me ponía triste, estaba por dar una importante noticia en dónde él no estaría.

-Está bien- sonreí levemente.

Vi a mi hermana servir rebanadas de pastel, que imagino era el postre, para después llevarlo al salón dejándonos a Chris y a mi en la cocina.

-Si quieres podemos esperar a que tu papá regrese- moví la cabeza lentamente negando lo que acababa de decir.

-No, ya no quiero esperar más, supongo que después podemos llamarlo, ¿vamos?

Él asintió y nos dirigimos al salón dónde se encontraba el resto de mi familia. Me paré al centro de la habitación atrayendo la atención de los presentes, al verme, Chris imitó mi acción, él no mintió cuando dijo que nunca más volvería a estar sola.

-Muy bien, tengo algo que decirles...no sé cómo empezar- sonreí nerviosa jugando con mis manos -Amm...yo...bueno...

-Espera, se que querías hablar también con papá, así que... ¡sorpresa!

Ramiro sacó una tableta de detrás de su espalda para ponerla frente a mi.

-¡Sorpresa!- la voz y la imagen de mi papá se hicieron presentes en la habitación, sonreí enormemente cuando pude verlo, mis ojos se aguaron un poco ante el lindo gesto de mi hermano.

-Hola pa- sonreí aguantando las ganas de llorar. Saludé a mi papá, él solo explicaba porqué no había podido ir a la reunión de hoy, a lo que le dije que no se preocupara, que todo estaba bien pero me alegraba tenerlo ahí.

-Bueno, estaba por dar un anuncio, ya que están todos...- volví a sonreír nerviosa, mis manos estaban sudando y por más que las limpiaba en mi pantalón estas no paraban de sudar, Chris lo notó y me tomó de nuevo de la mano dándome un pequeño apretón mientras me hacía un gesto para que continuara hablando, le sonreí agradecida y mientras lo miraba a esos bellos ojos azules, lo solté -Estoy embarazada, Chris y yo vamos a ser papás.

Escuché el grito de emoción de mi mamá acompañado del de mi abuela. Todos estábamos sonriendo, incluso mi papá.

Abracé a Chris y ese sentimiento volvió a aparecer cuando sus fuertes brazos me rodearon, me sentía tan bien con él, me sentía tan tranquila y protegida junto a él. Era extraño, nunca lo había sentido y me asustaba el sentirlo tan rápido.

Todo iba muy bien hasta que las preguntas y comentarios por parte de mis papás y mi abuela empezaron.

¿Cuándo se van a casar?

¿Cuándo va a ser la boda?

Debe ser pronto, no queremos que se note demasiado

¿Vas a esperar a que nazca?

Miré a Chris con preocupación, no les había dicho una de las partes importantes.

No me digas que me amasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora