Capítulo 12

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La pelirrosa tomó de la mano a su hijo y se marchó de ese pasillo, o más bien de ese instituto. Finn parecía no estar del acuerdo y no paraba de hacerle preguntas a su madre.

―Mamá, yo no me quiero ir ―rechistó Finn, deteniéndose y tirando del brazo de su madre para que esta no lo siguiera arrastrando―. En Francia no tengo amigos.

―Y aquí tampoco ―le recordó.

―No es verdad ―negó con la cabeza―. Sí tengo una amiga y es Millie. Ella me ha ayudado. Igual que Ley y Sadie. Las dos nos han defendido de un chico más grande que se estaba metiendo con nosotros ―le explicó con pena a su madre.―. Aquí estamos bien. ¿Por qué nos tenemos que ir?

―Porque tu madre es un desastre y lo ha mandado todo a la mierda ―aclaró la mujer con culpabilidad.

―Eso seguro que se puede solucionar.

―No, no se puede hijo ―negó con la cabeza.

―Mamá, yo tengo fe ―insistió y la mirada de la pelirrosa se ablandó al recordar las palabras de Madelaine.

―A tu madre ya se le ha acabado... ―murmuró con tristeza.

―Pero yo tengo mucha y te puedo prestar un poco ―le ofreció, provocando que Vanessa soltara una pequeña carcajada por la inocencia de su hijo adolescente―. Y si lo hacemos juntos, seguro que podemos saltar ese agujero que según tú excavaste.

El discurso del pelinegro conmovió a la pelirrosa, quien incluso tenía los ojos brillantes por algunas lágrimas que se proyectaban en sus pupilas.

―Anda, ven aquí ―abrió sus brazos y le hizo un gesto a su hijo para que este la abrazara―. No sé a quién de la familia has salido con lo inteligente que eres, cariño.










Las clases se habían terminado y Sadie estaba caminando por el pasillo del instituto junto a Ley

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Las clases se habían terminado y Sadie estaba caminando por el pasillo del instituto junto a Ley. Se cruzaron con el grupo de Noah, quienes miraron a la castaña con asco.

―Estos imbéciles se van a enterar de quien soy ―le susurró Ley a Sadie tras pasar por delante de ellos. 

Se podía notar el enojo de la castaña desde lejos. A ella no le gustaba que la pisotearan y tenía claro que iba a darles una lección.

Entre chispas (Sadie Sink)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora